La tentación de dejar la iglesia asalta a todo cristiano en algún momento. Ayer, un amigo mío pastor me confesó que había tenido ganas de arrojar la toalla y abandonar el barco.
“¿Por qué no lo hiciste?”, le pregunté. “Por la gente buena que todavía queda”, me dijo. La verdad, me sorprendió muchísimo tanto su confesión de haber querido irse como la razón por la que decidió no hacerlo. Especialmente porque yo siempre había admirado el compromiso de este hombre con la iglesia y su actitud cristiana.
En caso de que te encuentres atravesando en este momento por ese punto de inflexión en tu vida en que tienes ganas de abandonar la iglesia, aquí te dejo algunas ideas para considerar antes de decidir algo que, sin duda, cambiará toda tu vida.
Dios quiera que te hagan bien y que, sea cual sea la decisión que finalmente tomes, no lo hagas por reacción. Date tiempo para pensar y orar. Ninguna decisión en la vida debe tomarse inmediatamente después de una decepción.
No permitas que toda tu relación con Dios pase por el filtro de la iglesia. Existe más que la iglesia en la vida espiritual; de hecho, las bases de la experiencia de la religión son personales y privadas: oración, lectura de la Biblia, meditación, solidaridad, autoanálisis…
Estas actividades son prioritarias, no se pueden descuidar sin correr ciertos riesgos.No vayas a la iglesia esperando que provea algo para ti, sino para ver qué puedes aportar tú a una comunidad de personas que comparte tus creencias. El concepto de base es la edificación mutua.
E incluso viéndolo desde un punto de vista egoísta, la primera persona beneficiada de dar una clase de Escuela Sabática, de predicar un sermón, o de dirigir y participar en cualquier actividad, es una misma.
Hemos nacido para dar y si no ponemos esto en práctica, la sensación de insatisfacción no puede más que crecer.No olvides que Dios tiene un propósito para todo lo que pasa en tu vida. Esta crisis no es el fin del mundo, es una parte más del camino a la madurez cristiana.
Bendice, perdona y pide ayuda.La paz de Dios está a tu alcance sean cuales sean las circunstancias que te rodean.Busca al Señor, para que estar a bien con él sea tu prioridad y, en lo que dependa de ti, poder estar bien con los demás también.
“No dejemos de asistir a nuestras reuniones, como hacen algunos, sino animémonos unos a otros; y tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca” (Heb. 10:25).