Jueves 16 de marzo – CÓMO ADMINISTRARSE EN TIEMPOS DIFÍCILES

CÓMO ADMINISTRARSE EN TIEMPOS DIFÍCILES “Ofrece a Dios sacrificios de alabanza, y paga tus votos al Altísimo, e invócame en…

 Jueves 16 de marzo – CÓMO ADMINISTRARSE EN TIEMPOS DIFÍCILES

CÓMO ADMINISTRARSE EN TIEMPOS DIFÍCILES

“Ofrece a Dios sacrificios de alabanza, y paga tus votos al Altísimo, e invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” (Sal. 50:14, 15).

Jueves: 16 de Marzo

CUANDO NADIE PUEDA COMPRAR NI VENDER

La Biblia pinta un cuadro doloroso del mundo antes de la segunda venida de Jesús. Daniel habla de un “tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces” (Dan. 12:1). Si tomamos en cuenta algunos de los tiempos difíciles del pasado, debe ser bastante malo a lo que él se refiere aquí.
El libro de Apocalipsis también apunta a tiempos difíciles antes del regreso de Cristo.

Lee Apocalipsis 13:11 al 17. ¿Cómo encajan los aspectos financieros con la persecución del tiempo del fin?

¿No se podrá comprar ni vender? ¿Cuánto de nuestra vida actual gira en torno a la compraventa? El trabajo es, en cierto sentido, la venta de nuestros tiempo, habilidades y bienes a quienes quieran comprarlos. No poder comprar o vender prácticamente significa no poder funcionar en sociedad. La presión sobre los que permanezcan fieles será, entonces, enorme. Además, cuanto más dinero tengas, más participación tendrás en este mundo, al menos en términos de posesiones materiales, y así, seguramente, la presión para amoldarte será aún más fuerte.

¿Cómo nos preparamos, entonces? Nos preparamos ahora, asegurándonos por la gracia de Dios de no ser esclavos de nuestro dinero, de las cosas del mundo. Si no estamos atados a ellos ahora, no lo estaremos cuando, para conservarnos fieles, tengamos que renunciar a ellos.

Lee Deuteronomio 14:22 y la última parte del versículo 23. ¿Qué debía hacer el pueblo de Dios con su ganancia o producción cada año? ¿Por qué Dios le pidió que hiciera esto?

Dios explicó a través de Moisés que una de las razones por las que estableció el sistema de diezmos era “para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días” (Deut. 14:23, RV 60). En el paralelismo poético del Salmo 31:19, vemos que temer es sinónimo de esperar o confiar.

“¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!” Estos versos paralelos nos muestran que temer al Señor es confiar en él.

Por lo tanto, entendemos que Dios estableció el sistema del diezmo para protegernos del egoísmo y animarnos a confiar en que él proveerá para nosotros. Si bien ser fiel en el diezmo ciertamente no es una garantía de que las personas se mantendrán fieles al final, quienes no son fieles en el diezmo seguramente se están metiendo en problemas.

Comentarios Elena G.W

Se acerca rápidamente el punto cuando llegará al máximo la iniquidad de los transgresores. Dios da a las naciones un determinado tiempo de gracia. Les envía luz y evidencias que las salvarían si las recibieran. Pero si las rechazan como los judíos rechazaron la luz, pronto caerán sobre ellas la indignación y el castigo. Si los hombres rehúsan recibir la gracia y escogen las tinieblas antes que la luz, cosecharán los resultados de su elección. "He aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad contra él; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos". El llamado mundo cristiano, así como lo hizo la nación judía, está avanzando de un grado de pecaminosidad a otro mayor, rechazando amonestación tras amonestación y despreciando un "Así dice Jehová", mientras que cree en las fábulas de los hombres. El Señor Dios pronto se levantará con su ira y derramará sus castigos sobre los que están repitiendo los pecados de los habitantes del mundo de Noé. Aquellos cuyos corazones están plenamente decididos a hacer el mal como lo estuvieron los corazones de los habitantes de Sodoma, serán destruidos como éstos. El hecho de que Dios haya tenido por mucho tiempo tolerancia, paciencia y misericordia, y el hecho de que sus juicios se hayan demorado mucho, no hará que el castigo sea menos severo cuando sobrevenga (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, pp. 1165, 1166). Muchas veces el que sigue a Cristo se ve colocado en donde no puede servir a Dios y llevar adelante sus empresas mundanales. Tal vez le parezca que la obediencia a algún claro requerimiento de Dios le privará de sus medios de sostén... Cuando aprendamos a conocer el poder de su palabra no seguiremos las sugestiones de Satanás para obtener alimento o salvarnos la vida. Lo único que preguntaremos será: ¿Cuál es la orden de Dios, y cuál es su promesa? Conociéndolas, obedeceremos la primera y confiaremos en la segunda. En el último gran conflicto de la controversia con Satanás, los que sean leales a Dios se verán privados de todo apoyo terrenal. Porque se niegan a violar su ley en obediencia a las potencias terrenales, se les prohibirá comprar o vender. Finalmente será decretado que se les dé muerte. Apocalipsis 13:11-17. Pero al obediente se le hace la promesa: "Habitará en las alturas: fortalezas de rocas serán su lugar de acogimiento; se le dará su pan, y sus aguas serán ciertas". Salmo 37:19. Los hijos de Dios vivirán por esta promesa (El Deseado de todas las gentes, PP. 96, 97). No se adquieren en un momento el valor, la fortaleza, la fe y la confianza implícita en el poder de Dios para salvarnos. Estas gracias celestiales se adquieren por la experiencia de años. Por una vida de santo esfuerzo y de firme adhesión a lo recto, los hijos de Dios estaban sellando su destino. Asediados de innumerables tentaciones, sabían que debían resistir firmemente o quedar vencidos. Sentían que tenían una gran obra que hacer, que a cualquier hora podían ser llamados a deponer su armadura; y que si llegaran al fin de su vida sin haber hecho su obra, ello representaría una pérdida eterna. Aceptaron ávidamente la luz del cielo, como la aceptaron de los labios de Jesús los primeros discípulos. Cuando estos cristianos primitivos eran desterrados a las montañas y los desiertos, cuando en las mazmorras se los dejaba morir de hambre, frío y tortura, cuando el martirio parecía la única manera de escapar a su angustia, se regocijaban de que eran tenidos por dignos de sufrir para Cristo, quien había sido crucificado en su favor. Su ejemplo será un consuelo y estímulo para el pueblo de Dios que sufrirá un tiempo de angustia como nunca lo hubo (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 198).

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