- mayo 16, 2024
Jueves 16 de mayo – LA CRONOLOGÍA PROFÉTICA MÁS LARGA – MOTIVADOS POR LA ESPERANZA
MOTIVADOS POR LA ESPERANZA “En ese día se dirá: ‘¡Este es nuestro Dios! Lo hemos esperado, y él nos salvará.…
MOTIVADOS POR LA ESPERANZA
“En ese día se dirá: ‘¡Este es nuestro Dios! Lo hemos esperado, y él nos salvará. Este es el Señor a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación’ ” (Isa. 25:9).
Jueves: 16 de mayo
LA CRONOLOGÍA PROFÉTICA MÁS LARGA
Lee Esdras 7:7 al 13. ¿Cuándo se promulgó el decreto que permitía que los cautivos de Israel en Persia salieran en libertad para reconstruir su Templo?
Esdras 7:7-13
7 Y con él subieron a Jerusalén algunos de los hijos de Israel, y de los sacerdotes, levitas, cantores, porteros y sirvientes del templo, en el séptimo año del rey Artajerjes. 8 Y llegó a Jerusalén en el mes quinto del año séptimo del rey. 9 Porque el día primero del primer mes fue el principio de la partida de Babilonia, y al primero del mes quinto llegó a Jerusalén, estando con él la buena mano de Dios. 10 Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos. 11 Esta es la copia de la carta que dio el rey Artajerjes al sacerdote Esdras, escriba versado en los mandamientos de Jehová y en sus estatutos a Israel: 12 Artajerjes rey de reyes, a Esdras, sacerdote y escriba erudito en la ley del Dios del cielo: Paz. 13 Por mí es dada orden que todo aquel en mi reino, del pueblo de Israel y de sus sacerdotes y levitas, que quiera ir contigo a Jerusalén, vaya.
El decreto fue emitido por Artajerjes, rey de Persia, en 457 a.C. Este decreto fue el último de tres decretos para permitir que los judíos regresaran a reconstruir Jerusalén y restaurar los servicios de adoración en el Templo. Este tercer decreto fue el más completo, y marcó el comienzo de la profecía de los 2.300 días/años.
Lee Daniel 9:25 y 26. ¿Cuándo comenzaría todo este período profético? ¿Qué acontecimientos importantes predicen estos versículos?
Daniel 9:25-26
25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. 26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.
En esta profecía extraordinaria, Daniel predijo que desde “que salga la orden de restaurar y reedificar Jerusalén” hasta el Mesías transcurrirían 69 semanas proféticas, o 483 días proféticos, o años literales. Puesto que el decreto se expidió en el otoño de 457 a.C., 483 años se extienden hasta el otoño de 27 d.C. La palabra “Mesías” significa “el Ungido”. En el otoño de 27 d.C., Cristo se bautizó y recibió la unción del Espíritu (Hech. 10:38). Después de su bautismo, Jesús fue a Galilea, “predicando el evangelio del Reino de Dios. Decía: ‘El tiempo se ha cumplido’ ” (Mar. 1:14, 15).
En la primavera de 31 d.C., a mediados de esa última semana profética, tres años y medio después de su bautismo, Jesús fue crucificado. El sistema de ofrendas que señalaba hacia el Cordero de Dios terminó con el sacrificio de Cristo en el Calvario. El tipo se había encontrado con el antitipo, y finalmente todos los sacrificios y las ofrendas del sistema ceremonial cesaron.
Lee Daniel 9:27. ¿Cómo terminaría la profecía de las setenta semanas?
Daniel 9:27
27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.
Las setenta semanas (o 490 años) especialmente asignadas a los judíos terminaron en 34 d.C., con el rechazo del mensaje evangélico por parte del Sanedrín (Hech. 6:8-7:60).
Si restamos 490 años de la profecía de 2.300 años, quedan 1.810 años para la conclusión de la profecía. Esto nos lleva a 1844 d.C. William Miller y los primeros adventistas creían que el Santuario de Daniel 8:14 era la Tierra, y supusieron que Cristo vendría a purificar la Tierra con fuego en 1844. (Ver el gráfico del Viernes).
Comentarios Elena G.W
Ese decreto se encuentra en el capítulo séptimo de Esdras. Vers. 12-26. Fue expedido en su forma más completa por Artajerjes, rey de Persia, en el año 457 a.C. Pero en (Esdras 6:14) se dice que la casa del Señor fue edificada en Jerusalén «por mandamiento de Ciro, y de Darío y de Artajerjes rey de Persia». Estos tres reyes, al expedir el decreto y al confirmarlo y completarlo, lo pusieron en la condición requerida por la profecía para que marcase el principio de los 2,300 años. Tomando el año 457 a.C. en que el decreto fue completado, como fecha de la orden, se comprobó que cada especificación de la profecía referente a las setenta semanas se había cumplido.
«Desde la salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas», es decir sesenta y nueve semanas, o sea 483 años. El decreto de Artajerjes fue puesto en vigencia en el otoño del año 457 a.C. Partiendo de esta fecha, los 483 años alcanzan al otoño del año 27 d.C… Entonces fue cuando esta profecía se cumplió. La palabra «Mesías» significa «el Ungido». En el otoño del año 27 d.C., Cristo fue bautizado por Juan y recibió la unción del Espíritu Santo… Después de su bautismo, Jesús volvió a Galilea, «predicando el evangelio de Dios, y diciendo: Se ha cumplido el tiempo». Marcos 1:14, 15 (El conflicto de los siglos, pp. 326-328).
Aquella semana, o siete años, terminó en el año 34 de nuestra era. Entonces, al apedrear a Esteban, los judíos sellaron finalmente su rechazamiento del evangelio; los discípulos, dispersados por la persecución, «iban por todas partes anunciando la palabra» (Hechos 8:4); y poco después se convirtió Saulo el perseguidor, para llegar a ser Pablo, el apóstol de los gentiles.
Las muchas profecías concernientes al advenimiento del Salvador inducían a los hebreos a vivir en una actitud de constante expectación. Muchos murieron en la fe, sin haber recibido las promesas; pero, habiéndolas visto desde lejos, creyeron y confesaron que eran extranjeros y advenedizos en la tierra. Desde los días de Enoc, las promesas repetidas por intermedio de los patriarcas y los profetas habían mantenido viva la esperanza de su aparición (Profetas y reyes, pp. 515, 516).
Todo el cielo se interesa por nuestra salvación. ¿Nos interesaremos nosotros por nuestra salvación? Desechemos toda duda, todo lo que envuelve nuestras almas en tinieblas. Sabemos que el mundo está lleno de iniquidad, pero ¿pensaremos y hablaremos solo de eso? ¿Buscaremos aquí y allá defectos y males? ¿Observaremos con crítica el carácter de nuestros hermanos? ¡Oh, pensemos mejor en la bondad de Dios! Hablemos de su poder, cantemos de su amor. Entreguemos nuestras almas a Dios como a un Creador fiel, y dejemos de preocuparnos e inquietarnos. Dios nos ayudará a vivir por encima de las cosas de esta vida, y nos dará en abundancia cosas buenas en que pensar y de que hablar. Entremos a la presencia de Cristo. El está purificando el Santuario celestial. Entremos por la fe. Se ha hecho provisión para nuestra purificación. Se ha abierto un raudal para limpiar el pecado y la inmundicia. Pedid con fe la gracia de Dios, y no pediréis en vano (The Review and Herald, 28 de mayo, 1889, párrafo Il).