Jueves 17 de agosto – BONDAD (NO AMARGURA) – VIDAS MOLDEADAS POR CRISTO Y PALABRAS INSPIRADAS POR EL ESPÍRITU

VIDAS MOLDEADAS POR CRISTO Y PALABRAS INSPIRADAS POR EL ESPÍRITU “Acerca de la pasada manera de vivir, despójense del hombre…

 Jueves 17 de agosto – BONDAD (NO AMARGURA) – VIDAS MOLDEADAS POR CRISTO Y PALABRAS INSPIRADAS POR EL ESPÍRITU

VIDAS MOLDEADAS POR CRISTO Y PALABRAS INSPIRADAS POR EL ESPÍRITU

“Acerca de la pasada manera de vivir, despójense del hombre viejo, viciado por sus deseos engañosos. Renueven la actitud de su mente, y vístanse del nuevo hombre, creado para ser semejante a Dios en justicia y en santidad de la verdad” (Efe. 4:22-24).

Jueves: 17 de agosto

BONDAD (NO AMARGURA)

Al referirse al “día de la redención” (Efe. 4:30), Pablo invita a sus lectores a considerar el uso de la palabra en el contexto de la segunda venida de Cristo. Por lo tanto, se puede interpretar que Efesios 4:31 y 32 se refiere al uso de la palabra al acercarnos a ese gran acontecimiento.

A la luz de la venida de Cristo, ¿qué actitudes y comportamientos, relacionados con la palabra, debemos descartar? ¿Qué actitudes y comportamientos debemos adoptar? Efesios 4:31, 32.

 

Efesios 4:31-32

31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

En la exhortación final de Efesios 4:17 al 32, Pablo vuelve a dar un mandato negativo. Este identifica seis vicios de los que deben librarse (Efe. 4:31); un mandato positivo de ser benignos, compasivos y perdonadores (Efe. 4:32); y una justificación. Los creyentes deben perdonarse unos a otros “como también Dios los perdonó en Cristo” (Efe. 4:32). La lista de seis vicios comienza y termina con términos generales y globales, “toda amargura” y “toda malicia”. En el medio, hay cuatro términos adicionales: “enojo”, “ira”, “gritos”, “maledicencia” (Efe. 4:31).

El último de estos traduce la palabra griega blasfemia, que el español ha tomado prestada como término técnico para la palabra o la expresión degradante en contra de Dios. Sin embargo, el término griego identifica el discurso que difama a Dios o a otros seres humanos como “maledicencia”, o “calumnia” (RVA 2015). En la lista, las actitudes (amargura, enojo, ira) parecen desbordarse en un discurso airado (gritos, maledicencia). En esencia, Pablo desmilitariza el discurso cristiano. Las actitudes que impulsan el discurso airado y las estrategias retóricas que lo emplean deben eliminarse del arsenal del cristiano. La comunidad cristiana prosperará y se fomentará la unidad de la iglesia (comparar con Efe. 4:1–16) solo cuando estas cosas se dejen de lado.

Sin embargo, la maledicencia no debe suprimirse sino reemplazarse. Las conversaciones y las acciones en la familia de Cristo, y fuera de ella también, no deben surgir de la ira; deben estar motivadas por la bondad, la ternura y el perdón, basados en la norma más elevada de todas: el perdón que Dios nos ha extendido en Cristo (Efe. 4:32). Pablo presenta el “perdón vertical” (el que Dios nos ofrece a nosotros) como modelo para el “perdón horizontal” (el que nos ofrecemos unos a otros; comparar con Col. 3:13; Mat. 6:12, 14, 15).

Piensa en el poder de tus palabras. ¿Cómo puedes usarlas para edificar, animar y aumentar la fe?

Comentarios Elena G.W

Satanás reclama el mundo como suyo. Pretende que sea suyo. Entonces, ¿le daremos lo que reclama? No. Yo soy propiedad de otro. He sido comprada por precio, y mi tarea consiste en glorificar a Dios en mi cuerpo y en mi espíritu. No tengo tiempo para hablar acerca de la incredulidad. Debo hablar acerca de la fe. Tengo que fortalecer la fe por medio del ejercicio. Y entonces mi fe crecerá a medida que me aventure basándome en las promesas de Dios, y así puedo abarcar cada vez más…

Una sola palabra de duda, o relativa a malos pensamientos y malas expresiones, da lugar a muchas más de la misma clase. Es la siembra de una semilla que dará lugar a una cosecha que nadie tendrá interés en levantar.

Los que están perturbados por las dudas y tienen dificultades que no pueden resolver, no deberían arrojar a otras mentes débiles en las mismas perplejidades. Algunos han sugerido su incredulidad, han hablado acerca de ella, y la han transmitido a otros, sin darse cuenta del efecto que esto produce. En algunos casos las semillas de incredulidad han producido un efecto inmediato, mientras que en otros han permanecido sepultadas por mucho tiempo, hasta que el individuo ha asumido una conducta equivocada y le ha dado lugar al enemigo, se le ha quitado la luz de Dios y ha caído bajo las poderosas tentaciones de Satanás. Entonces las semillas de incredulidad, que habían sido sembradas hacía tanto tiempo, comenzaron a germinar. Satanás las cultivó, y dieron su fruto (Mente, carácter y personalidad, t. 2, pp. 702, 703).

Recordad que vuestros hermanos son personas falibles como vosotros mismos, y considerad sus tropiezos y errores con la misma misericordia y paciencia que quisierais que ellos mostrasen hacia vosotros. No deben ser vigilados ni sus errores exhibidos abiertamente para que el mundo se deleite en ellos. Los que se atreven a hacer esto, se han subido al tribunal y se han constituido en jueces, mientras que han descuidado el huerto de sus propios corazones y permitido que la maleza venenosa crezca en gran abundancia.

Cada uno de nosotros, individualmente, tiene un caso pendiente en el tribunal del cielo. El carácter está siendo pesado en las balanzas del santuario y debiera ser el sincero deseo de todos caminar con humildad y cuidado, no sea que, olvidando dejar brillar su luz ante el mundo no obtengan la gracia de Dios y pierdan todo lo que es de valor. Toda disensión, toda diferencia y crítica debe ser puesta a un lado, junto con toda maledicencia y amargura; deben atesorarse la bondad, el amor y la compasión mutuas, para que la oración de Cristo de que sus discípulos fuesen uno como lo son él y su Padre pueda ser contestada. La armonía y la unidad de la iglesia son las credenciales que ellos presentan ante el mundo demostrando que Jesús es el Hijo de Dios. La conversión genuina siempre conducirá hacia el amor genuino por Jesús y por todos aquellos por quienes él murió (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 259).

Elena G.W

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *