- abril 18, 2024
Jueves 18 de abril – BATALLA POR LA MENTE – LA LUZ BRILLA EN LA OSCURIDAD
LA LUZ BRILLA EN LA OSCURIDAD “Entonces Jesús les dijo: ‘Aún por un poco de tiempo la luz estará entre…
LA LUZ BRILLA EN LA OSCURIDAD
“Entonces Jesús les dijo: ‘Aún por un poco de tiempo la luz estará entre ustedes. Anden mientras tienen luz, para que no los sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas no sabe adonde va’ ” (Juan 12:35).
Jueves: 18 de abril
BATALLA POR LA MENTE
Lee 2 Corintios 4:3 al 6. ¿Qué significa “el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos” (2 Cor. 4:4)? ¿Cómo se ciegan los ojos? ¿Cómo se abren los ojos?
2 Corintios 4:3-6
3 Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; 4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. 5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. 6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
La palabra griega para “mente”, en este pasaje, es noema. Literalmente, significa nuestra percepción o nuestras facultades mentales. El Comentario bíblico adventista hace una afirmación esclarecedora sobre este versículo: “La batalla entre Cristo y Satanás tiene como objetivo el entendimiento de los hombres (Rom. 7:23, 25; 12:2; 2 Cor. 3:14; 11:3; Fil. 2:5; 4:7, 8). La principal obra de Satanás es cegar la mente de los hombres, oscurecerla. Lo hace manteniéndonos alejados del estudio de la Palabra de Dios, trastornando las facultades mentales mediante excesos de orden físico y moral, ocupando todo el pensamiento con los asuntos de esta vida, y utilizando el orgullo y la vanagloria” (t. 6, p. 850).
La falta de conocimiento por parte de los que se pierden no se debe a que no tienen capacidad de saber. Es porque no quieren saber. Muchos han tenido todas las oportunidades de conocer la verdad, pero prefirieron no creer, y Satanás les cegó los ojos. El reino de Satanás es un reino de oscuridad. Como añade el Comentario bíblico adventista: “El evangelio es el único medio por el cual pueden descubrirse los designios diabólicos de Satanás y sus engaños, y por el cual los hombres pueden ver el camino e ir de las tinieblas a la luz” (t. 6, p. 851). La esencia del mensaje del Nuevo Testamento es la vida, la muerte y la resurrección de Jesús. Jesús está en el corazón del evangelio y es el centro de las Escrituras. Toda la Escritura da testimonio de él (Juan 5:39).
Lee Juan 1:4, 5, 9 y 14. ¿Cómo describen a Jesús estos versículos? Céntrate especialmente en Juan 1:14.
Juan 1:4, 5, 9 y 14
4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Durante los primeros siglos de la iglesia cristiana, los creyentes del Nuevo Testamento estaban totalmente comprometidos con Cristo como aquel que era la Luz en medio de las tinieblas. Fueron redimidos por su gracia, transformados por su poder y motivados por su amor. Ni siquiera la muerte podía romper su vínculo de lealtad a Cristo. Reconocían los engaños del diablo en la gloriosa luz del evangelio. Cristo siempre ha tenido hombres y mujeres que por su gracia han defendido valientemente la verdad. En estos primeros siglos, la luz del amor, la gracia y la verdad de Cristo brilló a través de la oscuridad.
Comentarios Elena G.W
[L]os hombres de nuestros días están buscando afanosamente los tesoros terrenales. Su mente está llena de pensamientos egoístas y ambiciosos. Por ganar las riquezas, el honor o el poder mundanos, colocan las máximas, las tradiciones y los mandamientos de los hombres por encima de los requisitos de Dios. Las riquezas de su Palabra se hallan ocultas a estas personas…
«Si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto: en los cuales el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios». 2 Corintios 4:3, 4.
El Salvador vio que los hombres estaban absortos en conseguir ganancias y perdían de vista las realidades eternas. Intentó corregir este mal. Trató de romper el hechizo infatuador que paralizaba el alma… Cristo presenta ante la humanidad caída el mundo más noble que ha perdido de vista, a fin de que contemplen las realidades eternas. Los transporta hasta los umbrales del Infinito, resplandeciente con la indescriptible gloria de Dios, y les muestra allí el tesoro (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 77, 78).
El hombre ha sido separado de la vida de Dios por el pecado. Su alma está paralizada por las intrigas de Satanás, el autor del pecado. El hombre es incapaz por sí mismo de percibir el pecado, incapaz de apreciar la naturaleza divina y hacerla suya. Si esta fuera colocada a su alcance, en ella no habría nada que deseara el corazón natural del hombre. Sobre él está el poder seductor de Satanás. Todos los ingeniosos subterfugios que puede sugerir el diablo son presentados ante su mente para impedir todo buen impulso…
Pero Dios no será derrotado por Satanás. Envió a su Hijo al mundo para que al tomar la forma y la naturaleza humana, la humanidad y la divinidad combinadas en él elevaran al hombre en la escala del valor moral ante Dios.
No hay otro camino para la salvación del hombre. «Separados de mí —dice Cristo— nada podéis hacer». Por medio de Cristo, y solo Cristo, las fuentes de la vida pueden revitalizar la naturaleza del hombre, transformar sus gustos y hacer que sus afectos fluyan hacia el cielo. Mediante la unión de la naturaleza divina con la humana, Cristo podía iluminar el entendimiento e infundir sus propiedades vivificadoras por toda el alma muerta en delitos y pecados (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, p. 1099).
El cielo, mirando hacia abajo y viendo los engaños en los cuales eran inducidos los hombres, conoció que un Instructor divino debía venir a la tierra. Mediante las falsas representaciones del enemigo, muchos habían sido tan engañados que adoraban a un dios falso, revestido de los atributos satánicos. Los que estaban en la ignorancia y las tinieblas morales debían recibir luz, luz espiritual; por cuanto el mundo no conoció a Dios, este debía ser revelado a su entendimiento.
La Verdad miró desde el cielo, y no vio reflexión de su imagen; porque densas nubes de tinieblas y lobreguez espirituales rodeaban al mundo. Solamente el Señor Jesús podía disiparlas; porque él es la luz del mundo. Por su presencia, podía disipar la lóbrega sombra que Satanás había arrojado entre el hombre y Dios (Consejos para los maestros, pp. 28, 29).