- enero 2, 2025
Jueves 2 de enero – CRUCIFICADO POR NOSOTROS – DIOS AMA DE PURA GRACIA
DIOS AMA DE PURA GRACIA “Yo los sanaré de su rebelión, los amaré de pura gracia, porque mi ira se…
DIOS AMA DE PURA GRACIA
“Yo los sanaré de su rebelión, los amaré de pura gracia, porque mi ira se apartó de ellos” (Ose. 14: 4).
Jueves: 2 de enero
CRUCIFICADO POR NOSOTROS
Dios invita a todos a una relación de amor con él, pero solo quienes aceptan la invitación disfrutan de los resultados eternos. Como se ve en la parábola del banquete de bodas, muchos de los invitados por el rey “no quisieron asistir” (Mat. 22: 3).
En consecuencia, poco antes de su crucifixión, Cristo se lamentó: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, pero no quisiste!” (Mat. 23: 37). Cristo quería reunirlos, pero ellos no quisieron. El mismo verbo griego que significa “querer” (thelō) se utiliza tanto para referirse al deseo de Cristo de salvarlos como a la falta de disposición de ellos a ser salvados. El mismo término aparece en Mateo 22: 3.
Sin embargo, Cristo fue a la Cruz por estas personas y por nosotros. ¡Increíble amor! Aunque el pecado humano merece la muerte, Dios mismo (en Cristo) pagó el precio y ha encontrado la manera de reparar la relación rota entre el Cielo y la Tierra. Mientras tanto, continúa otorgándonos su amor, aunque no tiene ninguna obligación más allá de su propio y libre compromiso de hacerlo.
Lee Juan 10: 17 y 18. Compáralo con Gálatas 2: 20. ¿Cuál es el mensaje que nos transmiten estos textos?
Juan 10: 17-18
17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. 18 Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
Gálatas 2: 2
2 Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles.
En la Cruz, la demostración máxima del amor de Dios, vemos que Cristo se entregó por nosotros por su propia voluntad e iniciativa. Nadie le quitó la vida, sino que él la ofreció voluntariamente siguiendo el Plan de Redención acordado en el Cielo antes de la fundación del mundo.
“El plan de nuestra redención no fue una reflexión ulterior, formulada después de la caída de Adán. Fue una “revelación del misterio que por tiempos eternos fue guardado en silencio” (Rom. 16: 25). Fue una manifestación de los principios que desde las edades eternas habían sido el fundamento del trono de Dios. Desde el principio, Dios y Cristo sabían de la apostasía de Satanás y de la caída del hombre seducido por el apóstata. Dios no ordenó que el pecado existiese, sino que previó su existencia, e hizo provisión para hacer frente a la terrible emergencia. Tan grande fue su amor por el mundo que se comprometió a dar a su Hijo unigénito “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3: 16)” (Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, pp. 13, 14).
Comentarios Elena G.W
Cristo no vino en la forma en que los judíos lo esperaban. No vino de una manera tal que los glorificara como nación… El mensaje de Cristo fue: «El reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio». Los judíos rehusaron recibir a Cristo, porque no vino según la forma en que lo esperaban. Las ideas de hombres finitos fueron tenidas por infalibles, porque eran muy antiguas.
Este es el peligro al cual la iglesia se halla expuesta ahora… [Muchos] no están dispuestos a ser despojados de las vestimentas de su justicia propia. No están dispuestos a cambiar su justicia, que es injusticia, por la justicia de Cristo, que es la verdad pura no adulterada. El Espíritu Santo no adula a ningún hombre, ni trabaja de acuerdo con el designio de hombre alguno. Los hombres finitos, pecadores, no han de manejar al Espíritu Santo. Cuando este venga como reprobador, por medio de cualquier agente humano a quien Dios escoja, el lugar del hombre es oír y obedecer su voz (Testimonios para los ministros, pp. 64, 65).
Cristo murió por cada hijo e hija de Adán; y siendo que el Hijo de Dios ha expresado un amor tan asombroso, al hacer este gran sacrificio por el pecador, a fin de que por la fe en él no tenga que perecer, sino que tenga vida eterna, ¿cómo puede el objeto de este gran amor ser indiferente y permanecer en el pecado y la desobediencia, y no reconocer de corazón a Cristo sin un momento de demora? ¿Cómo puede alguien querer hacer el mal?… A medida que cumplan la voluntad de Aquel que ama al mundo y que dio a su Hijo unigénito para morir por ellos, fortalecerán todas las facultades del alma y aumentarán su propia felicidad y paz.
El Señor ha grandemente a los hombres, dándoles a Jesucristo para rescatarlos de las garras de Satanás… [Jesús ha dicho:] “Bástate mi gracia”. Todo el que procure hacer el bien en su propia fuerza finita, encontrará que sus esfuerzos fracasan; pero los que aceptan a Cristo por la fe, encontrarán en él un Salvador personal (Fundamentals of Christian Education, pp. 291, 292).
Este gran sacrificio [de Cristo] no fue hecho para crear amor en el corazón del Padre hacia el hombre, ni para moverle a salvarnos. ¡No!; ¡No! “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito”. Juan 3:16. Si el Padre nos ama no es a causa de la gran propiciación, sino que él proveyó la propiciación porque nos ama. Cristo fue el medio por el cual el Padre pudo derramar su amor infinito sobre un mundo caído. “Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo mismo al mundo”. 2 Corintios 5:19. Dios sufrió con su Hijo. En la agonía del Getsemaní, en la muerte del Calvario, el corazón del Amor infinito pagó el precio de nuestra redención…
Nadie sino el Hijo de Dios podía efectuar nuestra redención; por-que solo El, que estaba en el seno del Padre, podía darle a conocer. Sólo El, que conocía la altura y la profundidad del amor de Dios, podía manifestarlo. Nada que fuese inferior al infinito sacrificio hecho por Cristo en favor del hombre podía expresar el amor del Padre hacia la perdida humanidad (El camino a Cristo, pp. 13, 14).