Jueves 20 de febrero – DIOS HA VENCIDO AL MUNDO – LIBRE ALBEDRÍO, AMOR Y PROVIDENCIA DIVINA

LIBRE ALBEDRÍO, AMOR Y PROVIDENCIA DIVINA “Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo…

 Jueves 20 de febrero – DIOS HA VENCIDO AL MUNDO – LIBRE ALBEDRÍO, AMOR Y PROVIDENCIA DIVINA

LIBRE ALBEDRÍO, AMOR Y PROVIDENCIA DIVINA

“Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo” (Juan 16: 33, RVC).

Jueves: 20 de febrero

DIOS HA VENCIDO AL MUNDO

Si todo ocurriera según la voluntad ideal de Dios, nunca habría existido el mal, sino solo la dicha, el amor y la armonía perfectos. Con el tiempo, la Tierra será restaurada y así el universo entero volverá a estar en armonía con la voluntad perfecta e ideal de Dios. Mientras tanto, él hace que su voluntad se cumpla teniendo en cuenta las decisiones libres de sus criaturas.

Imagina un concurso de repostería en el que todos los participantes están obligados a utilizar una serie de ingredientes, pero pueden añadir cualquier otro que deseen para hacer el pastel o la torta que quieran. En última instancia, cualquiera que sea la torta que cada repostero decida hacer, ella estará determinada, al menos en parte, por algunos ingredientes que él no eligió.

Del mismo modo, dado que Dios se ha comprometido a respetar la libertad de las criaturas (libertad necesaria para el amor), muchos de los “ingredientes” que componen la historia del mundo no son elegidos por Dios, sino lo contrario de lo que él desea.

Desde este punto de vista, la providencia divina no es unidimensional. Dios no controla unilateralmente todo lo que sucede. Este hecho implica una visión bidimensional de la providencia de Dios. Algunas de las cosas que suceden son causadas por Dios, pero otras (como todos los males) son el resultado de las decisiones libres de sus criaturas. Dios no quiere que ocurran muchas de las cosas que suceden.

Lee Juan 16: 33. ¿Qué esperanza nos ofrece este texto, incluso en medio de las tribulaciones?

 

Juan 16: 33

33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.

Especialmente en tiempos de sufrimiento o dificultad, la fe de las personas puede flaquear porque erróneamente creen que Dios les evitará o debería evitarles el sufrimiento y las dificultades propias de esta vida. Pero Jesús advierte a sus seguidores que experimentarán dificultades y tribulaciones en este mundo, pero que hay esperanza pues él ha vencido al mundo (Juan 16: 33).

El hecho de que enfrentemos sufrimientos y dificultades no significa que Dios desea idealmente eso para nosotros. Debemos tener siempre presente el panorama general del Gran Conflicto. Sin embargo, podemos confiar en que, aunque el mal en sí mismo no es necesario para el bien, Dios puede hacer que algo bueno resulte incluso de acontecimientos que no son buenos. Si confiamos en Dios, él puede utilizar incluso nuestros sufrimientos para acercarnos a él y motivarnos a ser compasivos y a cuidar de los demás.

Comentarios Elena G.W

Cristo sabía que el enemigo se acercaría a todo ser humano para aprovecharse de las debilidades hereditarias y entrampar, mediante sus falsas insinuaciones, a todos aquellos que no confían en Dios. Y recorriendo el terreno que el hombre debe recorrer, nuestro Señor ha preparado el camino para que venzamos. No es su voluntad que seamos puestos en desventaja en el conflicto con Satanás. No quiere que nos intimiden ni desalienten los asaltos de la serpiente. «Tened buen ánimo —dice—; yo he vencido al mundo». Juan 16:33…

¿Por medio de qué venció él en el conflicto con Satanás? —Por la Palabra de Dios. Sólo por medio de la Palabra pudo resistir la tentación. «Escrito está», dijo. Y a nosotros «nos son dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas fueseis hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia». 2 Pedro 1:4. Toda promesa de la Palabra de Dios nos pertenece. Hemos de vivir de «toda palabra que sale de la boca de Dios». Cuando nos veamos asaltados por las tentaciones, no miremos las circunstancias o nuestra debilidad, sino el poder de la Palabra. Toda su fuerza es nuestra (El Deseado de todas las gentes, pp. 98, 99).

«Estas cosas os he hablado —dijo el Salvador , para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido». Juan 15:11. La tarea de vencer no es una tarea triste. Significa comunicación con el cielo. Podéis ir a Dios en oración; podéis pedir y recibir; podéis creer, apoyando vuestra desvalida alma en Cristo. Esto significa que la humanidad puede obrar la voluntad y los caminos de Dios. La humanidad y la divinidad se combinan para este mismo propósito…

Permite que las profundas aguas de aflicción vengan sobre nuestra alma a fin de que podamos conocerle y a Jesucristo a quien ha enviado; a fin de que podamos experimentar un profundo anhelo de corazón de ser limpiados de contaminación y que salgamos de la prueba más puros, más santos, más felices. A menudo entramos en el horno de aflicción con el alma oscurecida por el egoísmo, pero si somos pacientes bajo la prueba decisiva, saldremos reflejando el carácter divino. Cuando su propósito en la aflicción divina se haya cumplido, «exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía». Salmo 37:6 (In Heavenly Places, p. 279; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 281).

El poder de Cristo ha de ser el consuelo, la esperanza, la corona de gozo de todos los que siguen a Jesús en sus conflictos, en sus luchas en la vida. El que ciertamente sigue al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, puede exclamar mientras avanza: «Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe». 1 Juan 5:4.

¿Qué clase de fe es la que vence al mundo? Es la que hace de Cristo vuestro Salvador personal, la fe que, reconociendo vuestra impotencia, vuestra completa incapacidad de salvaros a vosotros mismos, se aferra del Ayudador que es poderoso para salvar, como de vuestra única esperanza. Es una fe que no se desanimará; que escucha la voz de Cristo que dice: «Cobrad ánimo, yo he vencido al mundo, y mi fortaleza divina es tuya»… «He aquí, yo estoy con vosotros siempre» (That I May Know Him, p. 166; parcialmente en A fin de conocerle, p. 167).

Elena G.W

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