Jueves 20 de junio – EL FUERTE CLAMOR – LOS ACONTECIMIENTOS FINALES DE LA TIERRA

LOS ACONTECIMIENTOS FINALES DE LA TIERRA “Compra la verdad y no la vendas; adquiere sabiduría, disciplina e inteligencia” (Prov. 23:23).…

 Jueves 20 de junio – EL FUERTE CLAMOR – LOS ACONTECIMIENTOS FINALES DE LA TIERRA

LOS ACONTECIMIENTOS FINALES DE LA TIERRA

“Compra la verdad y no la vendas; adquiere sabiduría, disciplina e inteligencia” (Prov. 23:23).

Jueves: 20 de junio

EL FUERTE CLAMOR

Lee Apocalipsis 18:1 al 4, Habacuc 2:14 y Mateo 24:14. ¿Cómo se terminará la obra de Dios en la Tierra, según estos versículos?

 

Apocalipsis 18:1-4

Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites. Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas;

 

Habacuc 2:14

14 Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar.

 

Mateo 24:14

14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

El ángel que anuncia la caída de Babilonia tiene “gran poder”. Al igual que los ángeles de Apocalipsis 14, este ángel representa a mensajeros humanos. Este ángel revela la gloria de Dios tan perfectamente que ilumina toda la Tierra. La palabra griega para autoridad, o poder, en el Nuevo Testamento es exousia. A menudo se refiere al triunfo de Cristo sobre los principados y potestades del infierno. Jesús utiliza esta palabra en el Evangelio de Mateo en armonía con la misión encomendada a sus discípulos. En Mateo 10:1 Jesús otorga autoridad a sus discípulos sobre los principados y potestades del infierno. Los envía con el poder divino para salir victoriosos en la batalla entre el bien y el mal. En Mateo 28, una vez más los envía con “toda autoridad […] en el cielo y en la tierra” para que “vayan a todas las naciones, [y] hagan discípulos” (Mat. 28:18, 19).

La iglesia del Nuevo Testamento –henchida del poder del Espíritu Santo, y con la autoridad del Cristo vivo que en su vida y su muerte triunfó sobre los principados y potestades del infierno– iluminó la Tierra con la gloria de Dios. En pocos años, los discípulos proclamaron el evangelio al mundo entonces conocido (Col. 1:23).

En el tiempo del fin, el Espíritu Santo se derramará con un poder sin precedentes, y el evangelio se extenderá rápidamente hasta los confines de la Tierra. Miles se convertirán en un día, y la gracia de Dios y la verdad impactarán a todo el planeta. De esta manera, el mundo será advertido y el evangelio (y la esperanza que este ofrece) se extenderá por todo el mundo.

 “La gran obra del evangelio no terminará con menor manifestación del poder de Dios que la que señaló su comienzo. Las profecías que se cumplieron en el derramamiento de la lluvia temprana, al principio de la obra del evangelio, deben volverse a cumplir en tiempo de la lluvia tardía, al fin de dicha obra.[…] “Siervos de Dios, con semblantes iluminados y resplandecientes de santa consagración, se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje del Cielo. Miles de voces darán la advertencia por toda la Tierra. Se realizarán milagros, los enfermos sanarán, y signos y prodigios seguirán a los creyentes” (Elena de White, El conflicto de los siglos, pp. 669, 670).

¿Qué está retrasando el poderoso derramamiento del Espíritu Santo, la lluvia tardía y el fuerte clamor? Por más pequeña que sea nuestra tarea individual, ¿qué función podemos desempeñar para estar abiertos y receptivos al derramamiento del Espíritu Santo?

Comentarios Elena G.W

Cristo les dice: «¿Por qué estáis aquí todo el día ociosos?» y añade: «Id también vosotros a mi viña». Mateo 20:6, 7. ¿Por qué muchos más no responden al llamado? ¿Es porque se consideran excusados por el hecho de no predicar desde el púlpito? Ojalá entiendan que hay una gran obra que debe hacerse fuera del púlpito, por miles de consagrados miembros laicos.

Largo tiempo ha esperado Dios que el espíritu de servicio se posesione de la iglesia entera, de suerte que cada miembro trabaje por él según su capacidad. Cuando los miembros de la iglesia de Dios efectúen su labor señalada en los campos menesterosos de su país y del extranjero, en cumplimiento de la comisión evangélica, pronto será amonestado el mundo entero, y el Señor Jesús volverá a la tierra con poder y grande gloria. «Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio a todos los gentiles; y entonces vendrá el fin». Mateo 24:14 (Los hechos de los apóstoles, p. 91).

Como los rayos del sol penetran hasta los más remotos rincones del globo, es el plan de Dios que la luz del evangelio se extienda a toda alma sobre la tierra… En este tiempo en que el enemigo obra como nunca antes para acaparar la mente de hombres y mujeres debiéramos trabajar con incesante actividad. Hemos de proclamar diligente y desinteresadamente el último mensaje de misericordia en las ciudades, en los caminos y atajos. Se ha de llegar a todas las clases. Mientras trabajemos nos encontraremos con diferentes nacionalidades. Ninguna ha de quedar sin ser amonestada. El Señor Jesús fue el don de Dios para todo el mundo, no solo para las clases más elevadas, ni para una nacionalidad con exclusión de otras. Su gracia salvadora rodea el mundo. Todo el que quiera puede beber del agua de vida. Un mundo aguarda para oír el mensaje de la verdad presente (En los lugares celestiales, 29 de noviembre, p. 342).

A medida que el mensaje del tercer ángel aumente en magnitud hasta transformarse en el fuerte clamor, gran poder y gloria acompañarán a su proclamación. Los rostros del pueblo de Dios brillarán con la luz del cielo.

El Señor capacitará a hombres y mujeres —sí, y también a niños, como lo hizo con Samuel— para que realicen su obra, haciéndolos mensajeros suyos. Aquel que nunca duerme ni se fatiga vela sobre cada uno de sus obreros, eligiendo su esfera de labor. Todo el cielo observa la lucha que les toca pelear a los siervos de Dios, aunque sea bajo circunstancias aparentemente descorazonadoras. Se realizan nuevas conquistas y se ganan nuevos honores a medida que los siervos de Dios avanzan para pelear la buena batalla de la fe, unidos bajo el estandarte de su Redentor. Todos los ángeles celestiales se hallan al servicio del pueblo de Dios, humilde y creyente; y mientras el ejército de los obreros del Señor eleva aquí abajo sus cánticos de alabanza, el coro celestial se une a ellos en acciones de gracias, rindiendo su alabanza a Dios y a su Hijo (Testimonios para la iglesia, t. 7, pp. 19, 20).

Elena G.W

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