- octubre 24, 2024
Jueves 24 de octubre – EL TESTIMONIO DE NICODEMO – TESTIGOS DE CRISTO COMO MESÍAS
TESTIGOS DE CRISTO COMO MESÍAS “Jesús respondió: ‘Te aseguro, el que no nace de nuevo no puede ver el reino…
TESTIGOS DE CRISTO COMO MESÍAS
“Jesús respondió: ‘Te aseguro, el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios’ ” (Juan 3:3).
Jueves: 24 de octubre
EL TESTIMONIO DE NICODEMO
Lee Juan 3:1 al 21. ¿Cómo apoya el testimonio de Nicodemo el tema del Evangelio de Juan?
Juan 3:1-21
1 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. 2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. 9 Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? 10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? 11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. 12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? 13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.
Nicodemo era un maestro respetado en Israel y un acaudalado miembro del Sanedrín. Su testimonio desempeña un papel importante en el Evangelio de Juan por varias razones. Se refirió a Jesús como “rabí” y destacó las señales que Jesús realizaba como demostración del origen divino de su misión. Por lo tanto, incluso antes de que Nicodemo advirtiera lo que hacía, estaba apoyando el mesianismo de Jesús.
Nicodemo consideraba las señales en sí como una prueba del origen divino de Jesús, pero no las veía como el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías. Nicodemo llegó, pues, al encuentro con algunas dudas. En ese momento, no reconocía a Jesús como el Cristo.
Lee Juan 3:3 al 21. ¿Qué dijo Jesús a Nicodemo para demostrarle que conocía su interior?
Juan 3:3-21
3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. 9 Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? 10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? 11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. 12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? 13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.
Jesús conoce el corazón de cada persona. Su respuesta a Nicodemo puede parecer abrupta, pero él va directamente al asunto. Aunque los judíos creían que los gentiles necesitaban convertirse, muchos no entendían que ellos, los integrantes del pueblo elegido, también necesitaban una experiencia de conversión. Nadie nace salvo, independientemente de su nacionalidad o de la iglesia en la que haya crecido.
No cabe duda de que la maravillosa herencia de los judíos, que se remontaba a Abraham, les ofrecía muchas ventajas (ver Rom. 3:1, 2). Pero eso no era en sí mismo suficiente. Jesús dijo a Nicodemo lo impensable, que él, un maestro y dirigente en Israel, ¡debía nacer de nuevo y de lo Alto!
Jesús confrontó seguidamente a Nicodemo con su ignorancia espiritual: “Tú eres maestro en Israel, ¿y no lo sabes?” (Juan 3:10). ¿Cómo es posible que tú, un maestro exaltado, no sepas esto? La reprimenda fue sin duda impactante.
A pesar de las dudas que Nicodemo tenía entonces con respecto a Jesús, más tarde se puso de su parte junto a los seguidores del Maestro (ver Juan 19:39).
¿Qué significa “nacer de nuevo” y por qué Jesús hace tanto hincapié en ello?
Comentarios Elena G.W
La gran verdad de la conversión del corazón por el Espíritu Santo es presentada en las palabras que Cristo dirigiera a Nicodemo: «De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios… Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez. El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas no sabes de dónde viene, ni a dónde vaya: así es todo aquel que es nacido del Espíritu». Juan 3:3-8 (Palabras de vida del gran Maestro, p. 70).
Nicodemo era miembro del Sanedrín, y con otros había sido conmovido por la enseñanza de Jesús. Al presenciar las maravillosas obras de Cristo, se había apoderado de él la convicción de que ése era el enviado de Dios. Por cuanto era demasiado orgulloso para reconocer abiertamente su simpatía por el Maestro galileo, había procurado tener una entrevista secreta. En esa entrevista, Jesús le había expuesto el plan de la salvación y su misión en el mundo; sin embargo Nicodemo había seguido vacilante. Ocultó la verdad en su corazón, y por tres años hubo poco fruto aparente. Pero aunque Nicodemo no había reconocido públicamente a Cristo, repetidas veces había desbaratado en el Sanedrín las maquinaciones de los sacerdotes de destruirlo. Cuando al fin Cristo fue crucificado, Nicodemo recordó las palabras que le había hablado en la entrevista nocturna en el Monte de las Olivas: «Como Moisés levantó la semiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado» (Juan 3: 14); y vio en Jesús al Redentor del mundo.
En compañía de José de Arimatea, Nicodemo había sufragado los gastos de la sepultura de Jesús. Los discípulos habían temido mostrarse abiertamente como seguidores de Cristo, pero Nicodemo y José habían acudido osadamente en su auxilio. La ayuda de estos hombres ricos y honrados era grandemente necesaria en esta hora de tinieblas. Ellos habían podido hacer por su Señor muerto lo que hubiera sido imposible para los pobres discípulos; y su riqueza e influencia los habían protegido, en gran medida, de la malicia de los sacerdotes y gobernantes (Los hechos de los apóstoles, pp. 85, 86).
Hay muchos que pretenden servir a Dios, pero que no lo conocen por experiencia. Su deseo de hacer la voluntad divina se basa en su propia inclinación, y no en la profunda convicción impartida por el Espíritu Santo. Su conducta no armoniza con la ley de Dios. Profesan aceptar a Cristo como su Salvador, pero no creen que él quiere darles poder para vencer sus pecados. No tienen una relación personal con un Salvador viviente, y su carácter revela defectos así heredados como cultivados…
La única esperanza para estas almas consiste en que se realice en ellas la verdad de las palabras de Cristo dirigidas a Nicodemo: «Os es necesario nacer otra vez». «El que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios». Juan 3:7, 3 (Palabras de vida del gran Maestro, p. 29).