Jueves 25 de julio – LA PARÁBOLA DEL CRECIMIENTO DE LA SEMILLA – PARÁBOLAS

PARÁBOLAS “Dijo también: ‘Miren lo que oyen. Con la medida con que miden los medirán otros, y aun les será…

 Jueves 25 de julio – LA PARÁBOLA DEL CRECIMIENTO DE LA SEMILLA – PARÁBOLAS

PARÁBOLAS

“Dijo también: ‘Miren lo que oyen. Con la medida con que miden los medirán otros, y aun les será añadido. Al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado’ ” (Mar. 4:24, 25).

Jueves: 25 de julio

LA PARÁBOLA DEL CRECIMIENTO DE LA SEMILLA

Lee Marcos 4:26 al 29. ¿Cuál es el foco primario de esta parábola?

 

Marcos 4:26-29

26 Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; 27 y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. 28 Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; 29 y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.

La mayor parte del Evangelio de Marcos tiene paralelos en Mateo, en Lucas o en ambos. Pero ese no es el caso de esta parábola, que aparece solo en Marcos. El foco temático de esta breve parábola es el proceso de crecimiento. Jesús indica que así es como funciona el Reino de Dios. Los humanos tienen una parte en el proceso, pero el crecimiento real es obra de Dios. No es un proceso interminable. La historia termina abruptamente con la maduración del grano. Así es como la segunda venida de Cristo pondrá súbitamente fin a la historia de nuestro mundo.

Lee Marcos 4:30 al 32. ¿Cuál es el énfasis importante en la parábola de la semilla de mostaza?

 

Marcos 4:30-32

30 Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? 31 Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; 32 pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra.

Esta parábola destaca cómo algo tan diminuto crece hasta convertirse en algo notablemente grande. Las semillas de mostaza miden entre 1 y 2 milímetros de diámetro. La planta descrita aquí es probablemente la mostaza negra (Brassica nigra), que tiene semillas muy pequeñas (más de setecientas de ellas juntas pesan apenas un gramo). Aunque no son las más diminutas del mundo, son bastante pequeñas, especialmente en comparación con la planta que producen, que puede alcanzar una altura de tres metros. Jesús destaca el hecho de que aun los pájaros anidan en sus ramas. Esta última referencia alude a Salmos 104:12 y a Daniel 4:10 al 12. El Salmo 104 se refiere al poder de Dios cuando creó el mundo, y Daniel 4 representa a Nabucodonosor como un gran árbol debajo del cual todos encuentran sombra y alimento.

El punto que Jesús destaca es que el Reino de Dios, que fue muy pequeño al comienzo, llegará a ser grande e impresionante. En los días de Jesús, la gente pudo haber mirado con desprecio al predicador galileo itinerante, cubierto de polvo y con su pequeño grupo de discípulos, pero el tiempo ha mostrado que su reino de gracia sigue expandiéndose por todo el mundo.

“Y este evangelio del reino será predicado en todo el mundo, por testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin” (Mat. 24:14). Considera cómo era la “iglesia” cuando Jesús hizo esa predicción. ¿Por qué esta es una predicción tan notable y reafirmadora de la fe para nosotros?

Comentarios Elena G.W

Jesús enseñó por ilustraciones y parábolas sacadas de la naturaleza y de los acontecimientos familiares de la vida diaria… De esta manera asociaba las cosas naturales con las espirituales, vinculando las cosas de la naturaleza y la vida de sus oyentes con las verdades sublimes de la Palabra escrita. Y más tarde, cuandoquiera sus ojos cayesen sobre los objetos que él había asociado con la verdad eterna, oirían repetidas sus lecciones.

Una de las parábolas más hermosas e impresionantes de Cristo es la del sembrador y la semilla. «Así es el reino de Dios —dijo él como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga». Marcos 4:26-28… El que dio esta parábola era el mismo que había creado la diminuta simiente, le había dado sus propiedades vitales, y ordenado las leyes que debían gobernar su crecimiento; e hizo de ella una ilustración viva de la verdad tanto en el mundo natural como en el espiritual (Consejos para los maestros, p. 132).

Mientras Jesús presentaba esta parábola, podían verse plantas de mostaza lejos y cerca, elevándose por sobre la hierba y los cereales, meciendo suavemente sus ramas en el aire. Los pájaros revoloteaban de rama en rama, y cantaban en medio de su frondoso follaje. Sin embargo la semilla que dio origen a estas plantas gigantes era una de las más pequeñas. Al principio proyectó un tierno brote; pero era de una potente vitalidad, y creció y floreció hasta que alcanzó el gran tamaño que entonces tenía. Así el reino de Cristo al principio parecía humilde e insignificante. Comparado con los reinos de la tierra parecía el menor de todos. La aseveración de Cristo de que era rey fue ridiculizada por los gobernantes de este mundo. Sin embargo, en las grandes verdades encomendadas a los seguidores de Cristo, el reino del evangelio poseía una vida divina. i Y cuán rápido fue su crecimiento, cuán amplia su influencia! Cuando Cristo pronunció esta parábola, había solamente unos pocos campesinos galileos que representaban el nuevo reino. Su pobreza, lo escaso de su número, era presentado repetidas veces como razón por la cual los hombres no debían unirse con estos sencillos pescadores que seguían a Jesús. Pero la semilla de mostaza había de crecer y extender sus ramas a través del mundo. Cuando pereciesen los gobiernos terrenales, cuya gloria llenaba entonces los corazones humanos, el reino de Cristo seguiría siendo una fuerza poderosa y de vasto alcance (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 55, 56).

El gobierno del reino de Cristo no se parece a ningún gobierno terrenal. Es un modelo de los caracteres de quienes componen el reino. «¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué lo compararé?», preguntó Cristo. No podía encontrar nada en la tierra que le sirviera como una comparación perfecta. En su tribunal preside un amor santo, y cuyos oficios y obligaciones reciben la gracia por el ejercicio de la caridad. Dios ordena a sus siervos que practiquen la piedad y la benevolencia -los mismos atributos de Dios en el desempeño de sus funciones, y que encuentren su alegría y satisfacción en reflejar el amor y la tierna compasión de la naturaleza divina con todos los que se relacionan (Comentarios de Elena G. de White en Comentarios bíblicos adventistas, t. 5, p. 1111).

Elena G.W

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