- marzo 30, 2023
Jueves 30 de marzo – LA BATALLA EN EL CIELO
JESÚS GANA, SATANÁS PIERDE “Entonces el dragón se airó contra la mujer, y fue a combatir al resto de sus…
JESÚS GANA, SATANÁS PIERDE
“Entonces el dragón se airó contra la mujer, y fue a combatir al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús” (Apoc. 12:17).
Jueves: 30 de Marzo
EL REMANENTE DE DIOS EN EL TIEMPO DEL FIN
El diablo ha estado en guerra con Cristo desde su rebelión en el Cielo (Apoc. 12:7). El propósito de Satanás en ese entonces y ahora es tomar el control del Universo (ver Isa. 12:12-14). El foco de su atención en los últimos días de la historia de la Tierra está puesto sobre el pueblo de Dios. Apocalipsis 12:17 declara enfáticamente que el dragón (Satanás) estaba enojado (airado) con la mujer (la iglesia) y fue a combatir al resto de sus hijos. Esta expresión, “el resto de sus hijos”, también se traduce como “el remanente” en la versión del Rey Jacobo (en inglés). El remanente de Dios permanece fiel a Cristo, obediente a su verdad y fiel a su misión.
Lee Apocalipsis 12:17. ¿Qué características del remanente de Dios, su iglesia de los últimos días, se encuentran en este versículo?
En Apocalipsis 12:17, Satanás (el dragón) está furioso con la mujer, la iglesia de Dios. El diablo está furioso con un pueblo que guarda los mandamientos de Dios, y hará todo lo posible para destruirlo.
Finalmente, instiga un decreto para que no puedan comprar ni vender y para que sean encarcelados y enfrenten la muerte (ver Apoc. 13:14–17). Si Satanás no puede destruir a Cristo, intentará destruir el objeto del afecto más profundo de Cristo: la iglesia de Cristo. La última guerra de la Tierra no se localiza en Medio Oriente ni en los diversos conflictos que hay allí; se centra en la mente del pueblo de Dios disperso por todo el mundo. Es una batalla entre dos fuerzas opuestas, Cristo y Satanás. Nuevamente, no hay nadie que sea neutral.
La pregunta central en esta guerra final es: “¿A quién somos leales? ¿Dónde está nuestra fidelidad? El Cielo necesita creyentes que estén tan constreñidos por el amor de Cristo, redimidos por su gracia, comprometidos con sus propósitos, empoderados por su Espíritu, y que sean tan obedientes a sus mandamientos, que estén dispuestos a enfrentar la muerte misma por su causa.
Nuestro mundo se encamina hacia una gran crisis. Pero en Jesús, por Jesús, mediante Jesús y debido a Jesús, nuestra victoria está asegurada, siempre y cuando permanezcamos conectados a él mediante la fe, una fe que conduce a la obediencia. Todo se reduce a nuestra decisión personal.
¿Cómo se manifiesta la realidad de Apocalipsis 12:17 en tu vida, en tu experiencia cristiana? Es decir, ¿de qué forma ves que el Gran Conflicto se desarrolla en tu vida?
Comentarios Elena G.W
En la Palabra de Dios se describen dos bandos opuestos que influyen sobre los seres humanos en nuestro mundo, y los dominan. Esos bandos están actuando constantemente sobre cada ser humano. Los que están bajo el dominio de Dios y la influencia de los ángeles celestiales, podrán discernir las astutas artimañas de los poderes invisibles de las tinieblas. Los que desean estar en armonía con los agentes celestiales, debieran ser sumamente fervientes en cumplir la voluntad de Dios. No deben dar la menor cabida a Satanás y a sus ángeles. Pero a menos que estemos constantemente en guardia, seremos vencidos por el enemigo. Aunque a todos ha sido manifestada una solemne revelación de la voluntad de Dios acerca de nosotros, sin embargo, el conocimiento de esa voluntad no excluye la necesidad de elevar fervientes súplicas a Dios en busca de ayuda, y procurar diligentemente cooperar con él en respuesta a las oraciones ofrecidas (La oración, p. 115). La esperanza del cristiano no está basada en el arenoso fundamento de los sentimientos. Los que obran por principio contemplarán la gloria de Dios más allá de las sombras, y confiarán en la segura palabra de su promesa. No se les disuadirá de honrar a Dios, no importa cuán tenebroso parezca el camino. La adversidad y las pruebas solamente les proporcionarán la oportunidad de mostrar la sinceridad de su fe y amor. Cuando el alma esté deprimida, eso no será evidencia de que Dios ha cambiado. “Es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. Hebreos 13:8. Estáis seguros del favor de Dios cuando sois sensibles a los rayos del Sol de Justicia; pero si las nubes inundan vuestra alma, no debéis creer que estáis olvidados. Vuestra fe debe abrirse camino a través de la oscuridad. … Hay que tener en cuenta siempre las riquezas de la gracia de Cristo. Atesorad las lecciones provistas por su amor. Que vuestra fe sea como la de Job, para que podáis decir: “Aunque él me matare, en él esperaré”. Job 13:15. Aferraos a las promesas de vuestro Padre celestial, y recordad cómo os ha tratado antes a vosotros y a sus siervos, porque “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”. Las vicisitudes más difíciles de la vida cristiana deberían ser las que proporcionen mayores bendiciones. Las providencias especiales recibidas en las horas lóbregas deben animar al alma en los futuros ataques de Satanás, y deben aparejar al siervo de Dios para que permanezca firme en las fieras pruebas. La prueba de vuestra fe es más preciosa que el oro. Debéis tener esa confianza en Dios que no es perturbada por las tentaciones y los argumentos del engañador. Confiad en la palabra del Señor (A fin de conocerle, pp. 259). Si bien la vida del cristiano ha de ser caracterizada por la humildad, no debe señalarse por la tristeza y la denigración de sí mismo. Todos tienen el privilegio de vivir de manera que Dios los apruebe y los bendiga. No es la voluntad de nuestro Padre celestial que estemos siempre en condenación y tinieblas. Marchar con la cabeza baja y el corazón lleno de preocupaciones relativas a uno mismo no es prueba de verdadera humildad. Podemos acudir a Jesús y ser purificados, y permanecer ante la ley sin avergonzarnos ni sentir remordimientos. “Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, mas conforme al Espíritu”. Romanos 8:1. Por medio de Jesús, los hijos caídos de Adán son hechos “hijos de Dios”. “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos: por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos”. Hebreos 2:11. La vida del cristiano debe ser una vida de fe, de victoria y de gozo en Dios. “Todo aquel que es engendrado de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que vence al mundo, a saber, nuestra fe”. 1 Juan 5:4 (El conflicto de los siglos, p. 469).
Elena G.W