- junio 5, 2025
Jueves 5 de junio – EL JUICIO PREVIO AL ADVENIMIENTO – SOBRE QUIENES HA LLEGADO EL FIN
SOBRE QUIENES HA LLEGADO EL FIN “Estas cosas les sucedieron por ejemplo, y fueron escritas para advertirnos a nosotros, a…

SOBRE QUIENES HA LLEGADO EL FIN

“Estas cosas les sucedieron por ejemplo, y fueron escritas para advertirnos a nosotros, a los que han llegado al fin del tiempo. Así, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Cor. 10: 11, 12).
Jueves: 5 de junio
EL JUICIO PREVIO AL ADVENIMIENTO
La descripción del Juicio que se encuentra en Daniel 7 nos permite ver detrás del velo, una oportunidad impresionante de observar cómo actúa Dios para resolver el problema del pecado y para redimir a quienes desean vivir en una relación de pacto con él.
Lee la descripción del Juicio Investigador que se ofrece en Daniel 7:9, 10, 13, 14, 22, 26 y 27. ¿Cuál es el objetivo principal del Juicio? ¿Cuál es el veredicto emitido al final del proceso? ¿Qué nos dice esto acerca del Plan de Salvación?
Daniel 7:9-10, 13-14, 22, 26-27
9 Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. 10 Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.
13 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. 14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.
22 hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino.
26 Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin, 27 y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán.
No cabe duda de que la humanidad es juzgada por Dios. Eclesiastés 12:14 asegura que “Dios traerá toda obra a juicio”, y Pablo nos recuerda que “todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo” (Rom. 14:10). Dios no necesita registros para saber quién se salvará o se perderá, pero los ángeles, que han estado examinando el Plan de Salvación todo el tiempo (1 Ped. 1:12), naturalmente tienen preguntas. Ellos fueron testigos de la rebelión de Satanás, vieron a un tercio de sus compañeros expulsados del Cielo (Apoc. 12:4, 9) y ahora Dios nos trae ante él. Dios abre los libros y permite que los santos vean lo que hay en ellos.
La historia de la súplica de Abraham por Sodoma y Gomorra, un tipo o prefiguración del Juicio, aporta una importante vislumbre acerca de este. Los pecados de Sodoma obviamente fueron investigados, ya que Dios menciona que la maldad de la ciudad le había dado una reputación tal que el clamor contra ella era grande (Gén. 18:20). Pero no solo Sodoma y Gomorra fueron investigadas antes de su destrucción. Dios también permitió que Abraham evaluara si la decisión divina de destruir a los malvados era justa.
Quien aparece en medio del juicio celestial en Daniel 7 es Jesús, “un Hijo de Hombre” (Dan. 7:13, ver también Mat. 20:28), cuya aparición es la única razón por la que este juicio es “hecho en favor de los santos del Altísimo” (Dan. 7:22). Solo su perfecta justicia hace que su pueblo salga airoso del Juicio.
Imagina que todos tus secretos estén expuestos ante nuestro santo Dios en ocasión del Juicio. ¿Cuál es tu única esperanza en ese momento? (ver el contenido del viernes).
Comentarios Elena G.W
Los libros del cielo, en los cuales están consignados los nombres y los actos de los hombres, determinarán los fallos del juicio. El profeta Daniel dice: «El Juez se sentó, y los libros se abrieron». San Juan, describiendo la misma escena en el Apocalipsis, agrega: «Y otro libro fue abierto, el cual es de la vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras». Apocalipsis 20:12.
El libro de la vida contiene los nombres de todos los que entraron alguna vez en el servicio de Dios. Jesús dijo a sus discípulos: «Gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos». Lucas 10:20. San Pablo habla de sus fieles compañeros de trabajo, «cuyos nombres están en el libro de la vida». Filipenses 4:3. Daniel, vislumbrando un «tiempo de angustia, cual nunca fue», declara que el pueblo de Dios será librado, es decir, «todos los que se hallaren escritos en el libro» Daniel 12:1. Y San Juan dice en el Apocalipsis que solo entrarán en la ciudad de Dios aquellos cuyos nombres «están escritos en el libro de la vida del Cordero». Apocalipsis 21 :27 (El conflicto de los siglos, pp. 472, 473).
Mientras Jesús intercede por los súbditos de su gracia, Satanás los acusa ante Dios como transgresores. El gran seductor procuró arrastrarlos al escepticismo, hacerles perder la confianza en Dios, separarse de su amor y transgredir su ley. Ahora él señala la historia de sus vidas, los defectos de carácter, la falta de semejanza con Cristo, lo que deshonró a su Redentor, todos los pecados que les indujo a cometer, y a causa de estos los reclama como sus súbditos.
Jesús no disculpa sus pecados, pero muestra su arrepentimiento y su fe, y, reclamando el perdón para ellos, levanta sus manos heridas ante el Padre y los santos ángeles, diciendo: Los conozco por sus nombres. Los he grabado en las palmas de mis manos. «Los sacrificios de Dios son el espíritu Quebrantado: al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios». Salmo 51:17. Y al acusador de su pueblo le dice: «Jehová te reprenda, oh Satán; Jehová, que ha escogido a Jerusalén, te reprenda. ¿No es este un tizón arrebatado del incendio?» Zacarías 3:2. Cristo revestirá a sus fieles con su propia justicia, para presentarlos a su Padre como una «Iglesia gloriosa, no teniendo mancha, ni arruga, ni otra cosa semejante». Efesios 5:27 (VM). Sus nombres están inscritos en el libro de la vida, y de estos escogidos está escrito: «Andarán conmigo en vestiduras blancas; porque son dignos». Apocalipsis 3:4 (El conflicto de los siglos, pp. 475, 476).