Jueves 8 de junio – EL SELLO DE DIOS Y LA MARCA DE LA BESTIA – PRIMERA PARTE

EL SELLO DE DIOS Y LA MARCA DE LA BESTIA – PRIMERA PARTE “Entonces vi a otro ángel que subía…

 Jueves 8 de junio – EL SELLO DE DIOS Y LA MARCA DE LA BESTIA – PRIMERA PARTE

EL SELLO DE DIOS Y LA MARCA DE LA BESTIA – PRIMERA PARTE

“Entonces vi a otro ángel que subía del este con el sello del Dios vivo. Y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, quienes habían recibido poder de dañar la Tierra y el mar, y les dijo: ‘No dañen la Tierra, ni el mar, ni los árboles, hasta que sellemos en sus frentes a los siervos de nuestro Dios’ ” (Apoc. 7:2, 3).

Jueves: 8 de junio

JESÚS: NUESTRO ÚNICO MEDIADOR

Lee Apocalipsis 13:4 y 5. ¿Qué marcas identificativas del poder de la bestia encontramos en estos versículos?

 

Apocalipsis 13:4-5

y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses.

La bestia del Apocalipsis es un poder religioso apóstata que surge de la Roma pagana y crece hasta convertirse en un sistema de adoración mundial. Según Apocalipsis 13:5, es un poder blasfemo. En el Nuevo Testamento, la blasfemia se equipara con arrogarse los privilegios y las prerrogativas de Dios como un igual.

Lee Lucas 5:18 al 26 y Juan 10:33. ¿Qué dos aspectos de la blasfemia identifican estos versículos?

 

Lucas 5:18-26

18 Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él. 19 Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús. 20 Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. 21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios? 22 Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones? 23 ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? 24 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. 25 Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios. 26 Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios; y llenos de temor, decían: Hoy hemos visto maravillas.

 

Juan 10:33

33 Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.

Los dirigentes acusaron de blasfemia a Jesús. En el caso de Jesús, las acusaciones eran injustas porque él tiene la esencia y todos los poderes y las prerrogativas de Dios, incluyendo el derecho a perdonar nuestros pecados. Y eso es porque Jesús es Dios. O, como tan poderosamente lo expresó: “¿Tanto tiempo hace que estoy con ustedes y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices: ‘Muéstranos al Padre’?” (Juan 14:9).

Mientras tanto, 1 Timoteo 2:5 enseña que hay solamente un Mediador entre Dios y el hombre, Jesucristo hombre. En contraste, la Iglesia Romana enseña que el sacerdote es el mediador entre Dios y la humanidad pecaminosa. Pero, debido a que el sacerdote mismo es un ser humano pecador, no puede ser nuestro mediador porque él también necesita un mediador. La blasfemia también se define como la pretensión de cualquier hombre de ser Dios o de estar en el lugar de Dios. Estas son solo dos declaraciones de fuentes autorizadas de la Iglesia Romana:

“El Papa es de tan gran dignidad y tan exaltado que no es un mero hombre […] es como si fuera DIOS en la Tierra” (Lucius Ferraris, “Papa”, artículo 2 en su Prompta Bibliotheca [1763], t. 6, pp. 25-29).

El papa León XIII se jactó: “Nosotros [los papas] tenemos en esta Tierra el lugar del Dios todopoderoso” (The Great Encyclical Letters of Pope Leo XIII [Nueva York: Benziger, 1903], p. 193).

Estas afirmaciones se vuelven aún más relevantes cuando entendemos que la palabra “anti”, como en anticristo, no siempre significa “contra”; también puede significar “en lugar de”. Por lo tanto, anticristo también significa “en lugar de Cristo”. ¡Esto sí es blasfemia!

Comentarios Elena G.W

El Señor del cielo permite que el mundo elija a quién quiere tener como su gobernante. Lean todos cuidadosamente el capítulo 13 del Apocalipsis, porque concierne a todo ser humano, grande o pequeño. Todo ser humano debe decidirse, ora por el Dios verdadero y viviente, quien ha dado al mundo el monumento conmemorativo de la creación, el sábado o séptimo día, ora por un falso día de descanso, instituido por los hombres que se han exaltado por encima de todo lo que se llama Dios o que se adore, que han tomado sobre sí mismos los atributos de Satanás para oprimir a los leales y fieles que observan los mandamientos de Dios. Este poder perseguidor hará obligatorio el culto de la bestia, insistiendo en la observancia del día de reposo que él ha instituido. Así blasfema contra Dios, sentándose «en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios». 2 Tesalonicenses 2:4 (Mensajes selectos, t. 3, pp. 484, 485).

Quien es atraído una vez y otra por su Redentor, y desatiende las advertencias dadas, no cede a su convicción de que debe arrepentirse y no escucha cuando es exhortado a buscar perdón y gracia, está en una posición peligrosa. Jesús lo está atrayendo, el Espíritu está ejerciendo su poder sobre él, instándolo a entregar su voluntad a la voluntad de Dios, y cuando esta invitación es desatendida, el Espíritu es contristado. El pecador elige permanecer en el pecado y la impenitencia, aunque tiene evidencias para estimular su fe, y una evidencia adicional no será de ninguna utilidad… Está respondiendo a otra atracción, y ésa es la atracción que Satanás ejerce sobre él. Presta obediencia a los poderes de las tinieblas. Esta conducta es fatal y deja al alma en obstinada impenitencia. Esta es la blasfemia más generalizada entre los hombres, y obra en forma muy sutil, hasta que el pecador no siente remordimiento, no oye la voz de la conciencia, no experimenta el deseo de arrepentirse, y en consecuencia no tiene perdón (A fin de conocerle, p. 246).

La ascensión de la Iglesia Católica al poder señaló el principio de la Edad Media. A medida que su poder aumentaba, las tinieblas se hacían más intensas. La fe se trasladó de Cristo, su verdadero fundamento, al papa de Roma. En lugar de confiar en el Hijo de Dios para obtener el perdón de los pecados y la salvación eterna, la gente recurría al papa, y los sacerdotes y los prelados en quienes este delegaba su autoridad. Se les enseñó que el papa era su mediador, y que solo podían acercarse a Dios a través de él, y más aún, que estaba en lugar de Dios para ellos, y por lo tanto debía ser obedecido sin vacilar. Cualquier desviación de sus requerimientos era causa suficiente para que se lanzaran los más severos castigos sobre los cuerpos y las almas de los ofensores. De ese modo la atención de la gente se desvió de Dios para dirigirse a hombres falibles y sujetos a error; todavía más, al mismo príncipe de las tinieblas que ejercía su poder por medio de ellos. El pecado se cubrió con un manto de santidad. Cuando se suprimen las Escrituras y el hombre se considera supremo, todo lo que podemos esperar es fraude, engaño y degradante iniquidad. Con la elevación de las leyes y tradiciones humanas, se manifestó la corrupción que siempre resulta cuando se pone a un lado la ley de Dios (La historia de la redención, p. 348).

Elena G.W

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *