Jueves 9 de noviembre – UN RETRATO DE LA IGLESIA PRIMITIVA – MOTIVACIÓN Y PREPARACIÓN PARA LA MISIÓN

MOTIVACIÓN Y PREPARACIÓN PARA LA MISIÓN “Estas son las palabras que les hablé cuando estaba aún con ustedes; que era…

 Jueves 9 de noviembre – UN RETRATO DE LA IGLESIA PRIMITIVA – MOTIVACIÓN Y PREPARACIÓN PARA LA MISIÓN

MOTIVACIÓN Y PREPARACIÓN PARA LA MISIÓN

“Estas son las palabras que les hablé cuando estaba aún con ustedes; que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos” (Luc. 24:44).

Jueves: 9 de noviembre

UN RETRATO DE LA IGLESIA PRIMITIVA

Lee Hechos 2:41 al 47. ¿Qué tipo de retrato de la iglesia primitiva se presenta aquí?

 

Hechos 2:41-47

41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. 43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. 46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

Hechos 2 termina con una hermosa imagen de cómo era la iglesia primitiva. Hechos 2:41 dice que los que fueron bautizados “se les unieron” a ellos. Podríamos leer esto como que alguien hizo las cuentas y agregó el número de nuevos creyentes al número de creyentes existentes y estableció un nuevo total de miembros para el grupo. Pero esa es una interpretación superficial. El enunciado deja entrever la idea de que estos creyentes recién bautizados pasaron a formar parte del grupo como iguales.

En tanto, una función central de la iglesia cristiana primitiva era el discipulado. A medida que se añadían nuevos miembros, se los discipulaba de tres maneras. En primer lugar, se les seguía impartiendo la doctrina y la comunión de los apóstoles. Las palabras “doctrina” y “comunión” en este texto significan literalmente “enseñanza” y “camaradería”. La predicación de los apóstoles confrontaba creencias incorrectas y ofrecía nuevas explicaciones para lo que la gente vivía y experimentaba. Pero no les enseñaba cómo hacer realidad esa nueva verdad en su vida. La aplicación de la verdad a la vida personal se daba mediante el vínculo como parte del grupo. Los nuevos creyentes eran discipulados en forma cuidadosa y determinada mediante la enseñanza directa, como así también mediante la participación en la vida diaria de los demás creyentes; todo, bajo la supervisión y el liderazgo de los apóstoles, que eran espiritualmente maduros y bien fundados.

Es una predicación pobre la que dice a la gente qué hacer, pero no cómo hacerlo. Aunque leamos libros prácticos o escuchemos sermones que expliquen cómo hacer las cosas, no hay nada mejor que ver a la gente en acción y luego imitarla. Pablo lo sabía, y ordenó a sus seguidores que lo imitaran a él, así como él había imitado a Jesús (1 Cor. 11:1). Cuando los demás puedan verte a ti y la realidad de tu experiencia con Cristo, eso los impactará a ellos también.

Desafío: Piensa en alguien en tu vida que desearías que fuera creyente. Ora cada día para que esa persona tenga una experiencia personal con Jesús.

 

Desafío avanzado: ¿A quién estás discipulando y conduciendo a una relación con Jesús? Busca maneras de guiar a esa persona a la comunión con otros creyentes.

Comentarios Elena G.W

Después del derramamiento del Espíritu Santo, los discípulos salieron para proclamar al Salvador resucitado, poseídos del único deseo de salvar almas. Se regocijaban en la dulzura de la comunión con los santos. Eran afectuosos, atentos, abnegados, dispuestos a hacer cualquier sacrificio en favor de la verdad. En sus relaciones cotidianas unos con otros, manifestaban el amor que Cristo les había ordenado revelar al mundo. Por sus palabras y sus acciones desinteresadas, se esforzaban por encender este amor en otros corazones.

Los creyentes debían continuar cultivando el amor que llenaba el corazón de los apóstoles después del derramamiento del Espíritu Santo. Debían proseguir adelante y obedecer gustosos al nuevo mandamiento: «Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros». Juan 13:34. Debían vivir tan unidos con Cristo que se vieran capacitados para cumplir sus requerimientos. Debían ensalzar el poder de un Salvador que podía justificarlos por su justicia (Testimonios para la iglesia, t. 8, pp. 251, 252).

El apóstol [Pablo] exhortó a sus hermanos a manifestar en su vida el poder de la verdad que les había presentado. Con mansedumbre y bondad, tolerancia y amor, debían manifestar el carácter de Cristo y las bendiciones de su salvación. Hay un solo cuerpo, un Espíritu, un Señor, una fe. Como miembros del cuerpo de Cristo, todos los creyentes son animados por el mismo espíritu y la misma esperanza. Las divisiones que haya en la iglesia deshonran la religión de Cristo delante del mundo, y dan a los enemigos de la verdad ocasión de justificar su conducta. Las instrucciones de Pablo no fueron escritas solamente para la iglesia de su tiempo. Dios quería que fuesen transmitidas hasta nosotros. ¿Qué estamos haciendo para conservar la unidad en los vínculos de la paz?

Cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre la iglesia primitiva, los hermanos se amaban unos a otros. «Comían juntos con alegría y con sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo gracia con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos». Hechos 2:46, 47. Los cristianos primitivos eran pocos en número, y no tenían riquezas ni honores; sin embargo, ejercieron una poderosa influencia. La luz del mundo resplandecía por medio de ellos. Aterrorizaban a los que hacían mal, dondequiera que se conocían su carácter y sus doctrinas. Por esta causa, eran odiados de los impíos, y perseguidos aun hasta la Muerte (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 221, 222).

Pablo llevaba consigo el ambiente del cielo. Todos cuantos le trataban sentían la influencia de su unión con Cristo. Daba mayor valía a su predicación la circunstancia de que sus obras estaban de acuerdo con sus palabras. En esto consiste el poder de la verdad. La impremeditada e inconsciente influencia de una vida santa, es el más convincente sermón que puede predicarse en favor del cristianismo. Puede ser que los argumentos, por irrebatibles que sean, no provoquen más que oposición; pero un ejemplo piadoso entraña fuerza irresistible (Los hechos de los apóstoles, p. 407).

Elena G.W

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