Julio 28 – La responsabilidad de cada hombre, mujer y niño

Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes,…

 Julio 28 – La responsabilidad de cada hombre, mujer y niño

Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Mateo 25:20, 21.

La parábola de los talentos debería ser materia de estudio y oración más cuidadosos, porque tiene una aplicación personal para cada hombre, mujer y niño que posean la capacidad de razonamiento. La obligación y responsabilidad están en proporción a los talentos que Dios concede a cada uno. No hay un solo seguidor de Cristo que no tenga un don peculiar para usar y del cual es responsable ante Dios. RP 220.2

Muchos han presentado excusas por no cumplir su servicio a Cristo diciendo que otros tienen mayores dones o ventajas que ellos. Ha prevalecido la opinión de que sólo los que tienen talentos especiales deben santificar sus capacidades para el servicio de Dios. Se ha llegado a entender que los dones se dan sólo a unos que son favorecidos con exclusión de otros, quienes, por supuesto, no son llamados a compartir las penurias o las recompensas. Pero en la parábola el asunto no se presenta de este modo. Cuando el señor de la casa llamó a sus siervos, dio a cada uno su obra. RP 220.3

Toda la familia de Dios está incluida en la responsabilidad de usar los bienes de su Señor. Cada persona, desde la más insignificante y desconocida hasta la más importante y exaltada, es un agente moral dotado con capacidades por las cuales tiene responsabilidades ante Dios. En grado mayor o menor, todos están a cargo de los talentos de su Señor. Las capacidades espirituales, mentales y físicas, la influencia, la posición, las posesiones, los afectos y simpatías, todos son talentos preciosos para ser usados en la causa del Maestro, y cuyo fin es la salvación de las personas por las que él murió. RP 220.4

¡Cuán pocos aprecian estas bendiciones! ¡Cuán pocos buscan aprovechar sus talentos e incrementar su utilidad en el mundo! El Maestro ha dado a cada persona su obra; la confianza depositada en él está en armonía con su habilidad, y en proporción con su capacidad. Dios requiere que cada uno sea un obrero en su viña. Usted ha de realizar la tarea que le fue asignada, y ha de hacerla con fidelidad.—The Review and Herald, 1 de mayo de 1888. 

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