Julio 8 – El don del canto

¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con…

 Julio 8 – El don del canto

¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. 1 Corintios 14:15.

El Señor está llamando a su pueblo a iniciar diferentes líneas de trabajo misionero y a sembrar junto a todas las aguas. Hacemos sólo una pequeña parte de la obra que él desea que realicemos entre nuestros vecinos y amigos. Mediante la bondad hacia los pobres, los enfermos o los acongojados tendremos influencia sobre ellos, y la verdad divina hallará acceso a sus corazones. No debería pasarse por alto ninguna oportunidad como ésta para el servicio, pues constituye la acción misionera del más alto carácter que podamos realizar. La presentación de la verdad de casa en casa, con amor y simpatía, está en armonía con las instrucciones de Cristo a sus discípulos cuando los envió en su primera gira misionera. RP 200.2

Se necesita a los que tienen el don del canto. Este es uno de los medios más eficaces para imprimir verdades espirituales en el corazón. Mediante las palabras del canto sagrado, a menudo se abren las fuentes del arrepentimiento y la fe. Se debería educar a miembros de la iglesia, jóvenes y de mayor edad, para salir a proclamar este mensaje final al mundo. Si van con humildad, los ángeles de Dios los acompañarán enseñándoles cómo alzar sus voces en oración, cómo elevarlas en cantos y cómo proclamar el mensaje del evangelio para esta hora. RP 200.3

Jóvenes y señoritas, inicien la obra para la que Dios los llama. Cristo les enseñará a usar sus capacidades con buenos resultados. A medida que reciban la influencia renovadora del Espíritu Santo y procuren enseñar a otros, sus mentes serán renovadas, y podrán presentar palabras nuevas y maravillosamente hermosas a sus oyentes. Oren y canten, y hablen la Palabra… RP 200.4

Dios quiere que su pueblo reciba para impartir. Como testigos abnegados e imparciales, han de dar a otros lo que el Señor les dio a ellos. Y al ingresar en esta obra por cualquier medio a su alcance, procuren llegar a los corazones de una manera tal que eliminen el prejuicio en vez de crearlo. Estudien la vida de Cristo constantemente, y, siguiendo su ejemplo, trabajen como él lo hizo.—The Review and Herald, 6 de junio de 1912. 

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