La gestión de las emociones bien merece otro día de reflexión. Aquí tienes algunos consejos más de los expertos. Cuidado con el perfeccionismo. Según la Dra. Brené Brown, el perfeccionista piensa: “Si luzco, vivo y trabajo de una manera perfecta, evitaré o minimizaré la crítica, la culpa y el ridículo”.
Es como ponernos una armadura creyendo que evitaremos que nos hagan daño. Pero “cuando el perfeccionismo conduce nuestra vida, la vergüenza nos pisa los talones y el miedo va en el asiento del copiloto”, añade la Dra. Brown. Esto quiere decir que, cuando intentamos hacer las cosas a la perfección, cualquier error en lograrlo o cualquier situación en la que nos quedamos cortas nos hacen sentir vergüenza, porque nos exponen ante los demás, haciendo visibles nuestras limitaciones e incapacidades.
Solo pensar que podamos ser expuestas públicamente en nuestras imperfecciones nos genera miedo. Miedo y vergüenza son emociones que, cuanto más lejos, mejor. Es bueno ser cuidadosa e intentar hacer las cosas bien, pero no si de ello derivas tu sentido de valía personal. Dios “sabe bien que somos polvo” (Salmos 103:14), conviene que nosotras lo sepamos para que nos juzguemos de manera más benevolente.
Ora, reflexiona, entrega tus cargas a Dios. Está demostrado que esto da equilibrio emocional a la par que salud. Un grupo de médicos estadounidenses fueron a conventos de clausura donde prácticamente no había cáncer, párkinson, alzhéimer, hipertensión ni diabetes. Pensaron que se debía a la alimentación de las monjas, pero resultó que no era buena; tampoco lo eran las condiciones del clima; y bienestar económico, no tenían. Pero su vida se centraba en la meditación y la oración, y esto las protegía de la enfermedad.
Aprende a detectar a las personas tóxicas para que no te desestabilicen con una frase o una mirada. Cuando sabes quiénes son, puedes trabajar en mejorar tu relación con ellas, analizar qué generan en ti, y cambiar. ¿Cómo? Ajustando tus expectativas. Porque “hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada, pero la lengua de los sabios es medicina” (Proverbios 12:18, RVR95).
Conócete a ti misma, trabaja tu capacidad de entender tus emociones y de ponerte en el lugar del otro. Analizar, por ejemplo, en qué son diferentes tu esposo y tú, te ayudará a frustrarte menos con ciertas cosas y a aceptarlo como es.
No tengas miedo a equivocarte. “La derrota enseña lo que el éxito oculta”, afirma el psiquiatra Enrique Rojas. La gente que ha fracasado y salido adelante entiende mejor qué es la vida. Aprender a levantarse tras las caídas es clave para nuestro equilibrio emocional.
“Echa sobre Jehová tu carga y él te sostendrá; no dejará para siempre caído al justo” (Salmos 55:22, RVR95).