Lunes 13 de enero – EL REGOCIJO DE DIOS – PARA AGRADAR A DIOS

PARA AGRADAR A DIOS “Jehová está en medio de ti; ¡él es poderoso y te salvará! Se gozará por ti…

 Lunes 13 de enero – EL REGOCIJO DE DIOS – PARA AGRADAR A DIOS

PARA AGRADAR A DIOS

“Jehová está en medio de ti; ¡él es poderoso y te salvará! Se gozará por ti con alegría, callará de amor, se regocijará por ti con cánticos” (Sof. 3: 17).

Lunes: 13 de enero

EL REGOCIJO DE DIOS

Aunque nos cueste imaginarlo, Dios considera que cada persona tiene un valor incalculable, y por eso se regocija por la salvación de una sola alma.

Lee Sofonías 3: 17. ¿Cómo arroja luz este versículo sobre la parábola del hijo pródigo?

 

Sofonías 3: 17

17 Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.

Sofonías 3: 17 muestra enfáticamente el deleite que Dios experimenta por la redención de su pueblo. En este versículo aparecen casi todas las palabras del idioma hebreo que expresan alegría y regocijo. Daría la impresión de que ninguno de esos términos fuera suficiente por sí solo para describir la magnitud del regocijo divino. Nota también dónde está Dios según este versículo: “en medio” de su pueblo. La reconciliación que surge de la relación de amor implica la presencia inmediata de Dios. Al igual que el padre que corrió al encuentro de su hijo, Dios está en medio de su pueblo.

En Isaías 62: 4 se utiliza una analogía matrimonial. Según ese texto, el pueblo de Dios sería llamado “Hefzi-bá”, que significa “mi delicia”; y la tierra recibiría el nombre de “Beula”, que significa “casada”. ¿Por qué? Porque, como dice el texto, “el Señor se deleita en ti y te reclamará como su esposa” (NTV). El pináculo mismo de la alegría de Dios está reservado para el día de la restauración, cuando él recibirá a su pueblo y se regocijará a causa de nosotros, así como el padre se regocijó por el regreso de su hijo pródigo.

Lee Efesios 5: 25 al 28. ¿Qué dice esto acerca del tipo de amor que también nosotros estamos llamados a demostrar?

 

Efesios 5: 25-28

25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. 28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.

Este pasaje exhorta a los esposos a amar a sus esposas “como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella”, y a amarlas “como a sus mismos cuerpos” (Efe. 5: 25, 28). Estos textos no solo ponen de relieve el tipo de amor desinteresado y abnegado que un marido debe prodigar a su esposa, sino que también muestran que Cristo mismo ama a su pueblo (la iglesia) como parte de sí mismo.

Comentarios Elena G.W

“Como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo». Isaías 62:5. “Él salvará; gozaráse sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cantar”. Sofonías 3:17. Y el cielo y la tierra se unirán en el canto de regocijo del Padre: “Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado” (Palabras de vida del gran Maestro, p.207).

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la relación matrimonial se emplea para representar la unión tierna y sagrada que existe entre Cristo y su pueblo. En el pensar de Cristo, la alegría de las festividades de bodas simbolizaba el regocijo de aquel día en que él llevará la Esposa a la casa del Padre, y los redimidos juntamente con el Redentor se sentarán a la cena de las bodas del Cordero. El dice: “De la manera que el novio se regocija sobre la novia, así tu Dios se regocijará sobre ti». “Ya no serás llamada Dejada… sino que serás llamada mi Deleite… porque Jehová se deleita en ti”. “Jehová… gozaráse sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cantar». Isaías 62:5, 4; Sofonías 3:17. Cuando la visión de las cosas celestiales fue concedida a Juan el apóstol, escribió: “Y oí como la voz de una grande compañía, y como el ruido de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: Aleluya: porque reinó el Señor nuestro Dios Todopoderoso. Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque son venidas las bodas del Cordero, y su esposa se ha aparejado». “Bienaventurados los que son llamados a la cena del Cordero». Apocalipsis 19:6,7, 9 (El Deseado de todas las gentes, p. 125).

Nuestro propósito debiera ser infundir toda la amabilidad posible en nuestra vida y hacer todos los favores posibles a los que nos rodean. Las palabras bondadosas nunca se pierden. Jesús las registra como si hubieran sido dirigidas a él mismo. Sembrad semillas de bondad, de amor y de ternura, y florecerán y darán fruto…

“También Cristo nos amó -escribe Pablo-, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante». Esta es la oblación de la dádiva de una vida en nuestro favor, para que podamos ser todo lo que él desea que seamos: sus representantes que expresen la fragancia de su carácter, sus pensamientos puros, sus atributos divinos como se manifestaron en su vida humana santificada, para que otros puedan contemplarlo en su forma humana; y que al comprender el maravilloso designio de Dios sean inducidos a desear ser como Cristo: puros, incontaminados, plenamente aceptables ante Dios, sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante (Comentarios de Elena G. de White, en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, p. 1118).

Elena G.W

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *