Lunes 18 de diciembre – ANTE UN TRIBUNAL EXTRANJERO – ESTER Y MARDOQUEO

ESTER Y MARDOQUEO “Yo te haré luz para los gentiles, y llevarás mi salvación a los confines de la tierra”…

 Lunes 18 de diciembre – ANTE UN TRIBUNAL EXTRANJERO – ESTER Y MARDOQUEO

ESTER Y MARDOQUEO

“Yo te haré luz para los gentiles, y llevarás mi salvación a los confines de la tierra” (Isaías 49:6, NTV)

Lunes 18 de diciembre

ANTE UN TRIBUNAL EXTRANJERO

Finalmente, tras la caída de Babilonia y el ascenso de Medopersia, muchos de los judíos regresaron a sus tierras ancestrales. Pero no todos volvieron. Algunos se quedaron donde habían estado viviendo durante una o más generaciones.

Con estos antecedentes en mente, tenemos un fragmento del contexto de la historia de Ester. “En esos días Asuero reinaba desde su trono real que estaba en Susa, la capital” (Est. 1:2). Aquí es donde se desarrolla la narración bíblica, el Imperio Persa, bajo este rey.

En el capítulo 1, la reina Vasti cae en desgracia ante el rey, lo que lo lleva a buscar otra reina; una que sustituyera a la ahora desfavorecida Vasti. En este contexto, aparecen por primera vez Ester y su primo, Mardoqueo.

Lee Ester 2:1 al 9. ¿Qué nos enseñan estos versículos acerca de la situación de Mardoqueo y de Ester?

 

Ester 2:1-9

1 Pasadas estas cosas, sosegada ya la ira del rey Asuero, se acordó de Vasti y de lo que ella había hecho, y de la sentencia contra ella. Y dijeron los criados del rey, sus cortesanos: Busquen para el rey jóvenes vírgenes de buen parecer; y ponga el rey personas en todas las provincias de su reino, que lleven a todas las jóvenes vírgenes de buen parecer a Susa, residencia real, a la casa de las mujeres, al cuidado de Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres, y que les den sus atavíos; y la doncella que agrade a los ojos del rey, reine en lugar de Vasti. Esto agradó a los ojos del rey, y lo hizo así. Había en Susa residencia real un varón judío cuyo nombre era Mardoqueo hijo de Jair, hijo de Simei, hijo de Cis, del linaje de Benjamín; el cual había sido transportado de Jerusalén con los cautivos que fueron llevados con Jeconías rey de Judá, a quien hizo transportar Nabucodonosor rey de Babilonia. Y había criado a Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, porque era huérfana; y la joven era de hermosa figura y de buen parecer. Cuando su padre y su madre murieron, Mardoqueo la adoptó como hija suya. Sucedió, pues, que cuando se divulgó el mandamiento y decreto del rey, y habían reunido a muchas doncellas en Susa residencia real, a cargo de Hegai, Ester también fue llevada a la casa del rey, al cuidado de Hegai guarda de las mujeres. Y la doncella agradó a sus ojos, y halló gracia delante de él, por lo que hizo darle prontamente atavíos y alimentos, y le dio también siete doncellas especiales de la casa del rey; y la llevó con sus doncellas a lo mejor de la casa de las mujeres.

Parece que Mardoqueo, como funcionario de la realeza, estaba sentado a la puerta del palacio y residía en la ciudad de Susa con Ester, su hija adoptiva, o prima. Debido a su posición y al lugar en que vivían, estaban inmersos en la cultura persa. Esta debe ser, al menos en parte, la razón por la que eligieron a Ester para presentarla ante el rey: “Ester fue llevada a la casa del rey, al cuidado de Hegai, guarda de las mujeres” (Est. 2:8).

Lee Ester 2:10 y 20. ¿Qué estaba sucediendo aquí y por qué Mardoqueo le dio esa orden?

 

Ester 2:10 y 20

10 Ester no declaró cuál era su pueblo ni su parentela, porque Mardoqueo le había mandado que no lo declarase.

20 Y Ester, según le había mandado Mardoqueo, no había declarado su nación ni su pueblo; porque Ester hacía lo que decía Mardoqueo, como cuando él la educaba.

Aunque el texto no dice exactamente por qué, no es difícil adivinarlo. Como extranjeros en una cultura y una religión extrañas que, como veremos, podían ser hostiles, fueron prudentes al guardar silencio sobre su familia y su pueblo.

Piensa en qué circunstancias podrías ser prudente y no hablar abiertamente de tu fe. ¿O nunca deberíamos hacer eso? ¿Por qué?

Comentarios Elena G.W

Cuando llegó [lal orden del rey, Vasti no la obedeció porque sabía que se había bebido mucho vino, y que Asuero estaba bajo su influencia embriagadora. Por el bien de su esposo, así como por el de ella misma, decidió no retirarse de su puesto a la cabeza de las damas de la corte.

Hay poca duda de que el rey, una vez que hubo considerado el asunto, comprendió que Vasti merecía recibir honores y no el trato que se le había dado…

Mediante el episodio que llevó a Ester al trono medo-persa, Dios obraba para llevar adelante sus propósitos para su pueblo. Lo que se hizo bajo la influencia de mucho vino, resultó para el bien de Israel (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 3, pp. 1157, 1158).

Mediante la reina Ester, el Señor efectuó una poderosa liberación de su pueblo. Cuando parecía que no había poder humano que pudiera salvarlos, Ester y las mujeres asociadas con ella oraron, ayunaron y actuaron prestamente, y lograron la salvación de su pueblo…

Un estudio de la obra de las mujeres con relación a la causa de Dios en tiempos del Antiguo Testamento, nos enseñará lecciones que nos capacitarán para enfrentar las emergencias en nuestros días. Quizá no confrontemos una situación tan crítica ni seamos colocadas en un lugar tan prominente como le ocurrió al pueblo de Dios en los días de Ester. Sin embargo, muchas mujeres convertidas pueden realizar cosas importantes desde posiciones más humildes (Hijas de Dios, p. 45).

Los que se mantienen en una actitud de oración podrán hablar en sazón las personas que han sido conducidas a su círculo de influencia; porque Dios les dará sabiduría mediante la cual podrán servir al Señor Jesús. «Cuando la sabiduría entrare en tu corazón y la ciencia fuere grata a tu alma, la discreción te guardará; te preservará la inteligencia». Proverbios 2: 10, 11. Abriréis vuestros labios con juicio y vuestra lengua será la ley de benevolencia (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 76).

Caifás, alzando la diestra hacia el cielo, se dirigió a Jesús con un juramento solemne: «Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, Hijo de Dios».

Cristo no podía callar ante esta demanda. Había tiempo en que debía callar, y tiempo en que debía hablar. No habló hasta que se le interrogó directamente. Sabía que el contestar ahora aseguraría su muerte. Pero la demanda provenía de la más alta autoridad reconocida en la nación, y en el nombre del Altísimo. Cristo no podía menos que demostrar el debido respeto a la ley. Más que esto, su propia relación con el Padre había sido puesta en tela de juicio. Debía presentar claramente su carácter y su misión (El Deseado de todas las gentes, pp. 653, 654).

Elena G.W

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *