Lunes 19 de agosto – JESÚS Y LOS NIÑOS – INSTRUYENDO A LOS DISCÍPULOS: PARTE 2

INSTRUYENDO A LOS DISCÍPULOS: PARTE 2 “Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, sino para servir y…

 Lunes 19 de agosto – JESÚS Y LOS NIÑOS – INSTRUYENDO A LOS DISCÍPULOS: PARTE 2

INSTRUYENDO A LOS DISCÍPULOS: PARTE 2

“Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mar. 10:45).

Lunes: 19 de agosto

JESÚS Y LOS NIÑOS

Lee Marcos 10:13 al 16. ¿Qué hizo Jesús por quienes traían sus hijos a él?

 

Marcos 10:13-16

13 Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. 14 Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. 15 De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. 16 Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.

Si bien los hijos eran muy deseados en la antigüedad (particularmente los varones, en una cultura dominada por el elemento masculino), el nacimiento y la niñez no eran sencillos. Sin el cuidado médico moderno, los riesgos para las madres al dar a luz, para los recién nacidos, para los infantes y para los niños eran elevados. Muchas culturas tenían remedios naturales y usaban amuletos para proteger a estos vulnerables individuos contra fuerzas malévolas.

Aunque los niños eran deseados, tenían a la vez un estatus social bajo, ya que estaban sorprendentemente al nivel de los esclavos (Gál. 4:1, 2). En el mundo grecorromano, los niños deformes o no deseados eran abandonados o incluso arrojados a algún río. Los niños varones eran más valorados que las niñas, las que a veces eran abandonadas para que murieran a la intemperie. A veces estos niños eran “rescatados” solo para ser criados y luego vendidos como esclavos.

Los discípulos parecen no haber entendido la enseñanza de Jesús en Marcos 9 acerca de la necesidad de recibir el Reino de Dios como un niño (Mar. 9:33-37). Ahora reprendían a quienes traían niños a Jesús para que los bendijera, tal vez porque pensaban que no tenía tiempo para algo tan poco importante, según ellos.

Se equivocaban. Jesús estaba indignado. A lo largo del Evangelio de Marcos, Jesús tiene algunas reacciones sorprendentes hacia la gente, y es ilustrativo el hecho de que una de las más severas fue dirigida a quienes mantenían a los niños apartados de él.

Él insiste firmemente en que los discípulos no deben interponerse en el camino de los niños. ¿Por qué? Porque el Reino de Dios pertenece a estos, y porque uno debe recibirlo con la actitud de un niño, probablemente en referencia a la confianza simple e implícita en Dios.

“Cuídense de dar una imagen errónea de Jesús con vuestro carácter falto de cristianismo. No mantengan a los pequeñuelos alejados de él por vuestra frialdad y aspereza. No sean causa de que los niños sientan que el Cielo no sería un lugar placentero si ustedes estuvieran allí. No hablen de religión como de algo que los niños no pueden entender, ni actúen como si no esperaran que ellos acepten a Cristo en su niñez. No les den la falsa impresión de que la religión de Cristo es triste y lóbrega, y de que al acudir al Salvador tienen que renunciar a todo lo que llena la vida de gozo” (Elena de White, El ministerio de curación, p. 28).

¿Cómo puedes revelar mejor el carácter de Jesús a los niños que están a tu alrededor?

Comentarios Elena G.W

En el tiempo de Cristo, las madres le llevaban sus hijos para que les impusiese las manos y los bendijese. Así manifestaban ellas su fe en Jesús y el intenso anhelo de su corazón por el bienestar presente y futuro de los pequeñuelos confiados a su cuidado…

Mientras las madres recorrían el camino polvoriento y se acercaban al Salvador, él veía sus lágrimas y como sus labios temblorosos elevaban una oración silenciosa en favor de los niños. Oyó las palabras de reprensión que pronunciaban los discípulos y prestamente anuló la orden de ellos. Su gran corazón rebosante de amor estaba abierto para recibir a los Aliños. A uno tras otro tomó en sus brazos y los bendijo, mientras que un pequeñuelo, reclinado contra su pecho, dormía profundamente. Jesús dirigió a las madres palabras de aliento referentes a su obra y ¡cuánto alivió así sus ánimos! ¡Con cuánto gozo se espaciaban ellas en la bondad y misericordia de Jesús al recordar aquella memorable ocasión! Las misericordiosas palabras de él habían quitado la carga que las oprimía y les habían infundido nueva esperanza y valor. Se había desvanecido todo su cansancio (El hogar cristiano, pp. 248, 249).

Cristo, la Majestad del cielo, dijo: «Dejad los niños venir, y no se lo estorbéis; porque de los tales es el reino de Dios». Jesús no envía los niños a los rabinos; no los manda a los fariseos; porque sabe que esos hombres les enseñarían a rechazar a su mejor Amigo. Obraron bien las madres que llevaron a sus hijos a Jesús… Conduzcan a Cristo a sus hijos las madres de hoy. Tomen a los niñitos en sus brazos los ministros del evangelio y bendíganlos en el nombre de Jesús. Dirijan palabras del más tierno amor a los pequeñuelos; porque Jesús alzó en sus brazos los corderos del rebaño y los bendijo.

Acudan las madres a Jesús con sus perplejidades. Hallarán gracia suficiente para ayudarles en la dirección de sus hijos. Las puertas están abiertas para toda madre que quiera poner sus cargas a los pies del Salvador… Sigue invitando a las madres a conducir a sus pequeñuelos para que sean bendecidos por él.

Aun el lactante en los brazos de su madre, puede morar bajo la sombra del Todopoderoso por la fe de su madre que ora. Juan el Bautista estuvo lleno del Espíritu Santo desde su nacimiento. Si queremos vivir en comunión con Dios, nosotros también podemos esperar que el espíritu divino amoldará a nuestros pequeñuelos, aun desde los primeros momentos (El hogar cristiano, pp. 249, 250).

Al acercarse estos pequeñuelos a Cristo y al recibir su consejo y bendición, la imagen de él y sus palabras misericordiosas se grababan en sus mentes plásticas, para no borrarse ya más. Debemos aprender una lección de este acto de Cristo, a saber que el corazón de los jóvenes es muy susceptible a las enseñanzas del cristianismo, pues es fácil influir en él en favor de la piedad y de la virtud, y es fuerte para conservar las impresiones recibidas (El hogar cristiano, p. 250).

Elena G.W

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