Lunes 2 de septiembre – NI UNA PIEDRA SOBRE OTRA – LOS ÚLTIMOS DÍAS

LOS ÚLTIMOS DÍAS “Entonces verán al Hijo del hombre que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. Entonces…

 Lunes 2 de septiembre – NI UNA PIEDRA SOBRE OTRA – LOS ÚLTIMOS DÍAS

LOS ÚLTIMOS DÍAS

“Entonces verán al Hijo del hombre que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. Entonces él enviará a sus ángeles y juntará a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo” (Mar. 13: 26, 27).

Lunes 2 de septiembre

NI UNA PIEDRA SOBRE OTRA

Lee Marcos 13:1 al 13. ¿Qué dijeron los discípulos en respuesta a la declaración de Jesús acerca del Templo y cuál es la relevancia de su contestación?

 

Marcos 13:1-13

1 Saliendo Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios. Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada. Y se sentó en el monte de los Olivos, frente al templo. Y Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse? Jesús, respondiéndoles, comenzó a decir: Mirad que nadie os engañe; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y engañarán a muchos. Mas cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis, porque es necesario que suceda así; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son estos. Pero mirad por vosotros mismos; porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas os azotarán; y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí, para testimonio a ellos. 10 Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones. 11 Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. 12 Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán. 13 Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, este será salvo.

Como hemos notado, el complejo del Templo era una estructura asombrosamente bella. El historiador judío Flavio Josefo destaca que el Pórtico Real, del lado sur del complejo, tenía 162 pilares de un diámetro tal que hacían falta tres hombres con los brazos extendidos y tomándose de las manos para abarcar uno de ellos (Antigüedades, 15.11.5). Jesús dice que todo será destruido. Una profecía tal, concerniente a esta asombrosa estructura, habrá sin duda sonado al oyente como el fin del mundo.

“Al ser atraída la atención de Cristo a la magnificencia del Templo, ¡cuáles debieron de haber sido los pensamientos que guardó para sí el Rechazado! El espectáculo que se le ofrecía era bello en verdad, pero dijo con tristeza: ‘Lo veo todo. Los edificios son de veras admirables. Ustedes me muestran esas murallas como aparentemente indestructibles; pero escuchen mis palabras: Llegará el día en que no será dejada aquí piedra sobre piedra que no sea destruida’ ” (DTG 581).

Los discípulos quieren saber entonces cuándo se cumplirá la predicción que Jesús ha hecho. Por lo tanto, en Marcos 13:4, un pequeño grupo integrado por Pedro, Santiago, Juan y Andrés le pregunta acerca del momento exacto. Quieren saber cuándo sucederán todas estas cosas y cuál será la señal que indique que están a punto de ocurrir.

Lo que resulta llamativo en Marcos 13:5 al 13 es que Jesús dedica la mayor parte del tiempo, no a describir la caída de Jerusalén, sino a advertir a sus discípulos acerca de lo que pueden esperar mientras cumplen su ministerio de establecer la iglesia cristiana temprana. No habría de ser sencillo.

En verdad, serán perseguidos, encarcelados y, algunos de ellos, ejecutados. Pero, a lo largo de todo ello, Jesús indica que aún no sería el tiempo. No deben dejarse engañar por los eventos tumultuosos. Además, el Espíritu Santo les dará las palabras para hablar en el momento oportuno, aun cuando la familia y los amigos los abandonen.

Lo que podemos aprender de estas palabras introductorias en la profecía de Jesús es que el pueblo de Dios no debe temer el tumulto y la prueba. Debe ser vigilante, pues el Espíritu de Dios lo conducirá a través de la tribulación.

¿Cuál ha sido tu propia experiencia con las pruebas que sobrevienen como consecuencia de seguir a Jesús? Si no has tenido ninguna, podrías tal vez necesitar preguntarte si estás en verdad siguiéndolo?

Comentarios Elena G.W

Los discípulos se habían llenado de asombro y hasta de temor al oír las predicciones de Cristo respecto de la destrucción del templo, y deseaban entender de un modo más completo el significado de sus palabras. Durante más de cuarenta años se habían prodigado riquezas, trabajo y arte arquitectónico para enaltecer los esplendores y la grandeza de aquel templo. Herodes el Grande y hasta el mismo emperador del mundo contribuyeron con los tesoros de los judíos y con las riquezas romanas a engrandecer la magnificencia del hermoso edificio. Con este objeto habíanse importado de Roma enormes bloques de preciado mármol, de tamaño casi fabuloso, a los cuales los discípulos llamaron la atención del Maestro, diciéndole: «Mira qué piedras, y qué edificios». Marcos 13:1.

Pero Jesús contestó con estas solemnes y sorprendentes palabras: «De cierto os digo, que no será dejada aquí piedra sobre piedra, que no sea destruida». Mateo 24:2 (El conflicto de los siglos, p. 24).

Al reunirse [los discípulos] en derredor del Señor en el Monte de los Olivos, le preguntaron: «¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?» Mateo 24:3.

Lo porvenir les era misericordiosamente velado a los discípulos. De haber visto con toda claridad esos dos terribles acontecimientos futuros: los sufrimientos del Redentor y su muerte, y la destrucción del templo y de la ciudad, los discípulos hubieran sido abrumados por el miedo y el dolor. Cristo les dio un bosquejo de los sucesos culminantes que habrían de desarrollarse antes de la consumación de los tiempos. Sus palabras no fueron entendidas plenamente entonces, pero su significado iba a aclararse a medida que su pueblo necesitase la instrucción contenida en esas palabras. La profecía del Señor entrañaba un doble significado: al par que anunciaba la ruina de Jerusalén presagiaba también los horrores del gran día final (El conflicto de los siglos, p. 25).

[Jesús dijo:] «Entonces os entregarán para ser afligidos, y os matarán; y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Y muchos entonces serán escandalizados; y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán». Todo esto lo sufrieron los cristianos. Hubo padres y madres que traicionaron a sus hijos e hijos que traicionaron a sus padres. Amigos hubo que entregaron a sus amigos al Sanedrín. Los perseguidores cumplieron su propósito matando a Esteban, Santiago y otros cristianos.

Mediante sus siervos, Dios dio al pueblo judío una última oportunidad de arrepentirse. Se manifestó por medio de sus testigos cuando se los arrestó, juzgó y encarceló. Sin embargo, sus jueces pronunciaron sobre ellos la sentencia de muerte. Eran hombres de quienes el mundo no era digno, y matándolos, los judíos crucificaban de nuevo al Hijo de Dios. Así sucederá nuevamente. Las autoridades harán leyes para restringir la libertad religiosa. Asumirán el derecho que pertenece a Dios solo. Pensarán que pueden forzar la conciencia que únicamente Dios debe regir. Aun ahora están comenzando; y continuarán esta obra hasta alcanzar el límite que no pueden pasar. Dios se interpondrá en favor de su pueblo leal, que observa sus mandamientos (El Deseado de todas las gentes, p. 583).

Elena G.W

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