- octubre 21, 2024
Lunes 21 de octubre – EL CORDERO DE DIOS – TESTIGOS DE CRISTO COMO MESÍAS
TESTIGOS DE CRISTO COMO MESÍAS “Jesús respondió: ‘Te aseguro, el que no nace de nuevo no puede ver el reino…
TESTIGOS DE CRISTO COMO MESÍAS
“Jesús respondió: ‘Te aseguro, el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios’ ” (Juan 3:3).
Lunes: 21 de octubre
EL CORDERO DE DIOS
Los judíos buscaban un Mesías que los librara de Roma. El objetivo del Evangelio de Juan era cambiar su idea acerca del Mesías para que pudieran reconocer en Jesús el cumplimiento de las profecías relativas al Rey venidero. El Mesías no sería un gobernante terrenal. Vino para cumplir todas las promesas del Antiguo Testamento que se referían a él, entre las que se incluye su sacrificio voluntario en favor del mundo, y para restablecer la relación entre Dios y su pueblo.
Lee Juan 1:29 al 37. ¿Qué anuncio hace Juan el Bautista acerca de Jesús? ¿Qué imagen utiliza para describirlo y por qué es tan importante para comprender quién era Jesús y cuál sería su misión?
Juan 1:29-37
29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30 Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo. 31 Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua. 32 También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. 33 Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquel me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ese es el que bautiza con el Espíritu Santo. 34 Y yo le vi, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios. 35 El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. 36 Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. 37 Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús.
La declaración del Bautista acerca de Jesús como el Cordero de Dios apoya el propósito del Evangelio de Juan, que es proveer una comprensión renovada de la naturaleza y la obra del Mesías. Jesús era la realidad representada por el sistema sacrificial que se remonta a la promesa del Redentor expresada por primera vez en Génesis 3:15.
“Cuando, en ocasión del bautismo de Jesús, Juan lo señaló como el Cordero de Dios, una nueva luz resplandeció sobre la obra del Mesías. La mente del profeta fue dirigida a las palabras de Isaías: ‘Como cordero fue llevado al matadero’ (Isa. 53:7)” (Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes, p. 110).
Lee Marcos 10:45; Romanos 5:6; y 1 Pedro 2:24. ¿Cómo nos ayudan estos versículos a entender el papel de Jesús como “el Cordero de Dios”?
Marcos 10:45
45 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
Romanos 5:6
6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
1 Pedro 2:24
24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
Aunque Juan el Bautista necesitaba sin duda conocer más acerca del ministerio de Jesús, estaba seguro de que el Señor era el Mesías prometido, aquel que había venido en cumplimiento de la profecía.
Considera el título “Cordero de Dios” dado a Jesús. ¿Qué imágenes trae a tu mente, y cómo te ayuda su vinculación con el sistema sacrificial del Antiguo Testamento a apreciar el elevado costo de nuestra salvación?
Comentarios Elena G.W
Cuando, en ocasión del bautismo de Jesús, Juan le señaló como el Cordero de Dios, una nueva luz resplandeció sobre la obra del Mesías. La mente del profeta fue dirigida a las palabras de Isaías: «Como cordero fue llevado al matadero». Isaías 53:7. Durante las semanas que siguieron, Juan estudió con nuevo interés las profecías y la enseñanza de las ceremonias de los sacrificios. No distinguía claramente las dos fases de la obra de Cristo —como sacrificio doliente y como rey vencedor— pero veía que su venida tenía un significado más profundo que el que discernían los sacerdotes y el pueblo. Cuando vio a Jesús entre la muchedumbre, al volver él del desierto, esperó confiadamente que daría al pueblo alguna señal de su verdadero carácter… pero Jesús no pronunció una palabra ni dio señal alguna. No respondió al anunció que hiciera el Bautista acerca de él, sino que se mezcló con los discípulos de Juan sin dar evidencia externa de su obra especial, ni tomar medidas que lo pusiesen en evidencia (El Deseado de todas las gentes, p. 110).
Al día siguiente, Juan vio venir a Jesús. Con la luz de la gloria de Dios descansando sobre él, el profeta extendió las manos diciendo: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es del que dije: Tras mí viene un varón, el cual es antes de mí:… y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por eso vine yo bautizando con agua… Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y reposó sobre él. Y yo no le conocía; mas el que me envió a bautizar con agua, Aquél me dijo: Sobre quien vieres descender el Espíritu, y que reposa sobre él, este es el que bautiza con Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio que este es el Hijo de Dios». Juan 1:29-34 (El Deseado de todas las gentes, p. 110).
[Juan] sabía que era al Redentor del mundo a quien había bautizado. El Espíritu Santo descendió sobre él, y extendiendo la mano, señaló a Jesús y exclamó: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo».
Nadie de entre los oyentes, ni aun el que las pronunció, discernió el verdadero significado de estas palabras, «el Cordero de Dios». Sobre el monte Moria, Abraham había oído la pregunta de su hijo: «Padre mío… ¿Dónde está el cordero para el holocausto?» El padre contestó «Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío». Génesis 22:7, 8. Y en el carnero divinamente provisto en lugar de Isaac, Abraham vio un símbolo de Aquel que había de morir por los pecados de los hombres. El Espíritu Santo, mediante Isaías, repitiendo la ilustración, profetizó del Salvador: «Como cordero fue llevado al matadero», «Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros» (Isaías 53:7, 6) (El Deseado de todas las gentes, p. 87).