Lunes 22 de julio – LA INTERPRETACIÓN DE JESÚS – PARÁBOLAS
PARÁBOLAS “Dijo también: ‘Miren lo que oyen. Con la medida con que miden los medirán otros, y aun les será…
PARÁBOLAS
“Dijo también: ‘Miren lo que oyen. Con la medida con que miden los medirán otros, y aun les será añadido. Al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado’ ” (Mar. 4:24, 25).
Lunes: 22 de julio
LA INTERPRETACIÓN DE JESÚS
Jesús había terminado con la parábola, sin dar inmediatamente ninguna explicación. De acuerdo con el texto (Mar. 4:1), la presentó ante una gran multitud. Solo después, ante un grupo menor (Mar. 4:10), explicó su significado.
Lee Marcos 4:13 al 20. ¿Cómo interpreta Jesús la parábola del sembrador?
Marcos 4:13-20
13 Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? 14 El sembrador es el que siembra la palabra. 15 Y estos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones. 16 Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; 17 pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan. 18 Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, 19 pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa. 20 Y estos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.
Jesús interpreta la parábola identificando los elementos externos a la historia, que representan varios de los detalles del relato. La interpretación indica que la historia es una alegoría amplia con referencias al mundo real, no que cada detalle sea necesariamente una referencia a algo específico.
Jesús identifica a la semilla con “la palabra”. Esta se referiría a la palabra de Dios, particularmente a la predicada por Jesús. Santiago 1:21 declara: “Por lo cual, desechando toda inmundicia y maldad, reciban con mansedumbre la palabra implantada, la cual los puede salvar”.
Los diferentes suelos son distintos tipos de oyentes. De acuerdo con la interpretación de Jesús, todos escuchan la Palabra; es decir, la semilla ha sido sembrada en todos los tipos de suelo. Pero la recepción es diferente. El suelo del sendero es duro y las aves arrebatan la semilla que cae en él. Jesús vincula esto con el arrebatamiento de la verdad por parte de Satanás. El suelo pedregoso es poco profundo. Jesús relaciona esto con las personas cuyo compromiso es superficial; ellos no han tenido en cuenta el costo del discipulado. El suelo lleno de maleza ahoga la semilla sembrada. Jesús explica que esto se refiere a los afanes de la vida y a las riquezas, que asfixian la Palabra. Pero el buen suelo representa a quienes escuchan la Palabra y la reciben; como resultado, ella crece y produce una cosecha abundante.
Las explicaciones más extensas son las referidas al suelo pedregoso y al lleno de malezas. En su descripción de los oyentes representados por el primero de esos suelos, Jesús señala elementos contrastantes: los así representados reciben la Palabra con gozo pero son discípulos temporales. Cuando llega la persecución, se desmoronan. Otros no caen a causa de los malos tiempos, sino de los buenos; su enfoque está en las cosas del mundo, no en el Reino de Dios. Sus afanes y preocupaciones giran en torno a lo que el mundo ofrece.
Considera tu propia vida. ¿Se están introduciendo silenciosamente en tu experiencia algunas de las características del suelo del camino, del pedregoso o del lleno de malezas? Esto es algo que podría ocurrir más sutilmente de lo que imaginas. ¿Qué decisión puedes tomar para cambiar, si fuera necesario?
Comentarios Elena G.W
Aquello a lo cual se refiere principalmente la parábola del sembrador es el efecto producido en el crecimiento de la semilla por el suelo en el cual se echa. Mediante esta parábola Cristo decía prácticamente a sus oyentes: No es seguro para vosotros deteneros y criticar mis obras o albergar desengaño, porque ellas no satisfacen vuestras ideas. El asunto de mayor importancia para vosotros es: ¿cómo trataréis mi mensaje? De vuestra aceptación o rechazamiento de él, depende vuestro destino eterno (Palabras de vida del gran Maestro, p. 25).
A través de la parábola del sembrador, Cristo presenta el hecho de que los diferentes resultados dependen del terreno. En todos los casos, el sembrador y la semilla son los mismos. Así él enseña que si la palabra de Dios deja de cumplir su obra en nuestro corazón y en nuestra vida, la razón estriba en nosotros mismos. Pero el resultado no se halla fuera de nuestro dominio. En verdad, nosotros no podemos cambiarnos a nosotros mismos; pero tenemos la facultad de elegir y de determinar qué llegaremos a ser. Los oyentes representados por la vera del camino, el terreno pedregoso y el de espinas, no necesitan permanecer en esa condición. El Espíritu de Dios está siempre tratando de romper el hechizo de la infatuación que mantiene a los hombres absortos en las cosas mundanas, y de despertar el deseo de poseer el tesoro imperecedero. Es resistiendo al Espíritu como los hombres llegan a desatender y descuidar la palabra de Dios. Ellos mismos son responsables de la dureza de corazón que impide que la buena simiente eche raíces, y de los malos crecimientos que detienen su desarrollo.
Debe cultivarse el jardín del corazón. Debe abrirse el terreno por medio de un profundo arrepentimiento del pecado. Deben desarraigarse las satánicas plantas venenosas. Una vez que el terreno ha estado cubierto por las espinas, solo se lo puede utilizar después de un trabajo diligente. Así también, solo se pueden vencer las malas tendencias del corazón humano por medio de esfuerzos fervientes en el nombre de Jesús y con su poder… Dios desea hacer en favor nuestro esta obra, y nos pide que cooperemos con él (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 36, 37).
No debemos permitir que las cosas de este mundo absorban de tal manera la atención que la mente y el cuerpo queden completamente monopolizados. Así se priva a quienes nos rodean de las palabras amables y de las obras que los ayudarían en la ascensión del camino. El canal de la luz está obstruido por los intereses mundanos. La gracia que Cristo anhela impartir, no puede derramarla. Muchos llegan a tener cada vez menos fuerza para impartir a otros, porque no reciben poder de la Fuente de todo poder. Dios los invita a separarse de las cosas que corroen la mente y contaminan la experiencia religiosa.
Todos están apremiados por preocupaciones urgentes, cargas y deberes. Pero, cuanto mayor sea la presión que se ejerce sobre vosotros, cuanto más pesadas sean las cargas que debéis llevar, tanto mayor es vuestra necesidad de ayuda divina. Jesús será vuestro ayudador. Necesitáis constantemente la luz de la vida para aliviar vuestro camino, y entonces sus rayos divinos se reflejarán sobre otros (Nuestra elevada vocación, p. 282).