Lunes 23 de diciembre – MANTENER LOS OJOS EN JESÚS – EPÍLOGO: CONOCER A JESÚS Y SU PALABRA

EPÍLOGO: CONOCER A JESÚS Y SU PALABRA “Ustedes escudriñan las Escrituras porque piensan que en ellas tienen la vida eterna.…

 Lunes 23 de diciembre – MANTENER LOS OJOS EN JESÚS – EPÍLOGO: CONOCER A JESÚS Y SU PALABRA

EPÍLOGO: CONOCER A JESÚS Y SU PALABRA

“Ustedes escudriñan las Escrituras porque piensan que en ellas tienen la vida eterna. ¡Ellas testifican de mí!” (Juan 5:39).

Lunes: 23 de diciembre

MANTENER LOS OJOS EN JESÚS

Lee Juan 21:20 al 22. ¿Qué pregunta llevó a Pedro por un camino equivocado? ¿Cómo enderezó Jesús el camino del discípulo?

 

Juan 21:20-22

20 Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? 21 Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de este? 22 Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.

Jesús acababa de restaurar a Pedro en el ministerio y le dijo: “Sígueme” (Juan 21:19). Probablemente se refirió en principio a una caminata con el Maestro por la playa. De hecho, Pedro giró su cabeza, vio que Juan también seguía a Jesús y le preguntó: “Señor, ¿y qué de este?” (Juan 21:21).

Al restaurar a Pedro en el ministerio, Jesús había predicho la forma en que moriría (Juan 21:18). Parece que Pedro también sentía curiosidad por la muerte de Juan. Jesús redirige la atención de Pedro hacia la cuestión de seguirlo sin preocuparse por lo que habría de ocurrir con su condiscípulo.

Lee Juan 21:23 al 25. ¿Cómo se malinterpretó la declaración de Jesús? ¿Cómo corrigió el apóstol Juan ese malentendido?

 

Juan 21:23-25

23 Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? 24 Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero. 25 Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén.

La gente malinterpretó lo que Jesús quiso decir con: “Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Tú sígueme” (Juan 21:22). Pensaron que eso significaba que Jesús volvería antes de que Juan muriera. A medida que pasaba el tiempo y Juan se acercaba cada vez más a la muerte sin que Cristo volviera, aquello podía convertirse en una crisis. Juan corrige esta idea equivocada indicando que las palabras de Jesús habían sido una expresión de deseo, no una profecía acerca de lo que ocurriría.

La idea de centrarnos en Jesús en lugar de hacerlo en otras personas es una poderosa introducción al resto de la lección de esta semana. Solo Jesús es nuestro Salvador. Inevitablemente, la gente te decepcionará y tal vez incluso te lastime.

Las verdades tratadas de martes a jueves retomarán el tema de la comprensión de la Palabra de Dios, con el objetivo de conocer y seguir a Jesús, quien es el único que debe ser nuestro Maestro y Guía, independientemente de la ayuda, el consejo y la orientación que otros puedan darnos.

¿Cuántas veces te han decepcionado algunas personas a las que tal vez admirabas? ¿Qué lecciones, por duras que hayan sido, aprendiste de esas experiencias?

Comentarios Elena G.W

Jesús anduvo a solas con Pedro un rato, porque había algo que deseaba comunicarle a él solo… A fin de que quedase fortalecido para la prueba final de su fe, el Salvador le reveló lo que le esperaba. Le dijo que después de vivir una vida útil, cuando la vejez le restase fuerzas, habría de seguir de veras a su Señor…

Jesús dio entonces a conocer a Pedro la manera en que habría de morir. Hasta predijo que serían extendidas sus manos sobre la cruz. Volvió a ordenar a su discípulo: «Sígueme». Pedro no quedó desalentado por la revelación. Estaba dispuesto a sufrir cualquier muerte por su Señor.

Hasta entonces Pedro había conocido a Cristo según la carne, como muchos le conocen ahora; pero ya no había de quedar así limitado. Ya no le conocía como le había conocido en su trato con él en forma humana. Le había amado como hombre, como maestro enviado del cielo; ahora le amaba como Dios. Había estado aprendiendo la lección de que para él Cristo era todo en todo. Ahora estaba preparado para participar de la misión de sacrificio de su Señor. Cuando por fin file llevado a la cruz, fue, a petición suya, crucificado con la cabeza hacia abajo. Pensó que era un honor demasiado grande sufrir de la misma manera en que su Maestro había sufrido (El Deseado de todas las gentes, pp. 753, 754).

Mientras Pedro andaba al lado de Jesús, vio que Juan los estaba siguiendo. Le dominó el deseo de conocer su futuro, y «dice a Jesús: Señor, ¿y este, qué? Dícele Jesús: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú». Pedro debiera haber considerado que su Señor quería revelarle todo lo que le convenía saber. Es deber de cada uno seguir a Cristo sin preocuparse por la tarea asignada a otros. Al decir acerca de Juan: «Si quiero que él quede hasta que yo venga», Jesús no aseguró que este discípulo habría de vivir hasta la segunda venida del Señor. Aseveró meramente su poder supremo, y que si él quisiera que fuese así, ello no habría de afectar en manera alguna la obra de Pedro. El futuro de Juan, tanto como el de Pedro, estaba en las manos de su Señor (El Deseado de todas las gentes, pp. 754, 755).

Descubriremos que tendremos que desprendernos de todas las manos excepto de la de Jesucristo. Los amigos demostrarán su perfidia y nos traicionarán… Pero podremos poner confiadamente nuestra mano en la de Cristo en medio de las tinieblas y el peligro.

Los hombres podrán resistir firmes en el conflicto únicamente al estar enraizados y fundados en Cristo. Deben recibir la verdad como es en Jesús. Y solo pueden satisfacerse las necesidades del alma cuando la verdad es presentada de esa manera. El predicar de Cristo crucificado, Cristo nuestra justicia, es lo que satisface el hambre del alma (Eventos de los últimos días, pp. 154, 155).

Elena G.W

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