Lunes 24 de febrero – EL ORIGEN DEL CONFLICTO EN LA TIERRA – EL CONFLICTO CÓSMICO

EL CONFLICTO CÓSMICO “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te…

 Lunes 24 de febrero – EL ORIGEN DEL CONFLICTO EN LA TIERRA – EL CONFLICTO CÓSMICO

EL CONFLICTO CÓSMICO

“Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el talón” (Gén. 3: 15).

Lunes: 24 de febrero

EL ORIGEN DEL CONFLICTO EN LA TIERRA

Existe otro interrogante que es paralelo al de la parábola (por qué hay cizaña en el campo si el dueño plantó solo semillas buenas): Si Dios creó el mundo completamente bueno, ¿cómo surgió aquí el mal?

Lee Génesis 1: 31. ¿Qué revelan las palabras de Dios acerca de la Creación cuando Dios la terminó, y por qué es importante la respuesta a esta pregunta?

 

Génesis 1: 31

31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.

Según Génesis 1: 31, el mundo era “bueno en gran manera” cuando Dios lo creó. En Génesis 1 no hay ningún indicio de maldad en la creación de este planeta por parte de Dios. ¿Cómo, entonces, llegó el mal a la experiencia humana?

Lee Génesis 3: 1 al 7. ¿Qué nos dice esto acerca de cómo llegó el mal a la Tierra? ¿Qué luz arroja eso sobre la naturaleza del Conflicto Cósmico? (Ver también Apoc. 12: 7-9).

 

Génesis 3: 1-7

1 Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.

 

Apocalipsis 12: 7-9

Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.

 En este relato vemos mentiras dichas por la serpiente (la “serpiente antigua” de Apoc. 12: 7 al 9, identificada aquí como el Diablo mismo) acerca del carácter de Dios. La serpiente primero utiliza una pregunta para poner en duda el mandato de Dios, casi invirtiendo en esa pregunta el orden de lo que Dios había ordenado. Luego desafía directamente lo que Dios había dicho, asegurando a Eva: “No moriréis” (Gén. 3: 4).

Alguien, la serpiente o Dios, mintió a Eva, quien ahora debe decidir a quién creerá.

Aquí y en otras partes de la Escritura, la naturaleza de este conflicto tiene que ver principalmente con qué y a quién creer, lo que en sí mismo está integralmente relacionado con el amor. Ello se debe a que nuestro concepto acerca de alguien (qué clase de persona es y si se puede confiar en ella) influye profundamente en nuestra decisión de amar y confiar en ella y, en ese caso, de escucharla y aceptar lo que nos diga.

Lee Génesis 3: 15. La declaración hecha por Dios a la serpiente de que el Descendiente de la mujer, refiriéndose al Mesías, aplastaría la cabeza de la serpiente es identificada a menudo como el primer Evangelio (o Protoevangelio) de las Escrituras. ¿Cómo refuerza esto la realidad del Conflicto y, al mismo tiempo, nos da esperanza en medio de él?

Comentarios Elena G.W

Antes de la aparición del pecado había paz y gozo en todo el universo. Todo guardaba perfecta armonía con la voluntad del Creador. El amor a Dios estaba por encima de todo, y el amor de unos a otros era imparcial. Cristo el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno con el Padre Eterno: uno en naturaleza, en carácter y en designios; era el único ser en todo el universo que podía entrar en todos los consejos y designios de Dios. Fue por intermedio de Cristo por quien el Padre efectuó la creación de todos los seres celestiales. «Por él fueron creadas todas las cosas, en los cielos… ora sean tronos, o dominios, o principados, o poderes» (Colosenses 1:16, VM); y todo el cielo rendía homenaje tanto a Cristo como al Padre (El conflicto de los siglos, p. 484).

Para muchos el origen del pecado y el por qué de su existencia es causa de gran perplejidad. Ven la obra del mal con sus terribles resultados de dolor y desolación, y se preguntan cómo puede existir todo eso bajo la soberanía de Aquel cuya sabiduría, poder y amor son infinitos. Es esto un misterio que no pueden explicarse. Y su incertidumbre y sus dudas los dejan ciegos ante las verdades plenamente reveladas en la Palabra de Dios y esenciales para la salvación. Hay quienes. En sus investigaciones acerca de la existencia del pecado, tratan de inquirir lo que Dios nunca reveló; de aquí que no encuentren solución a sus dificultades; y los que son dominados por una disposición a la duda y a la cavilación lo aducen como disculpa para rechazar las palabras de la Santa Escritura (El conflicto de los siglos, p. 483).

El instante en que el hombre acogió bien las tentaciones de Satanás e hizo las mismas cosas que Dios le había dicho que no hiciera, Cristo, el Hijo de Dios, se colocó entre los vivos y los muertos, diciendo: «Caiga el castigo sobre mí. Estaré en el lugar de hombre. El tendrá otra oportunidad».

¡Qué amor! ¡Qué admirable condescendencia! ¡El Rey de gloria dispuesto a humillarse descendiendo hasta el nivel de la humanidad caída! Colocaría sus pies en las pisadas de Adán. Tomaría la naturaleza caída del hombre y entraría en combate para contender con el poderoso enemigo que triunfó sobre Adán. Vencería a Satanás, y al hacerlo abriría el camino para la redención de todos los que creyeran en él, salvándolos de la ignominia del fracaso y la caída de Adán (Comentarios de Elena G. de White, en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1099).

Jesús vino al mundo para ilustrar el carácter de Dios en su propia vida, y barrió todas las falsas interpretaciones que Satanás había elaborado, y reveló la gloria de Dios. Solamente al vivir entre los hombres podía revelar la misericordia, la compasión y el amor de su Padre celestial; porque solo mediante actos de bondad podía manifestar la gracia de Dios. La incredulidad de los hombres estaba profundamente arraigada, y no obstante, no podían resistir el testimonio de su ejemplo divino, y de sus hechos llenos de amor y verdad (Hijos e hijas de Dios, p. 141).

Elena G.W

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