- noviembre 25, 2024
Lunes 25 de noviembre – PALABRAS DE VIDA ETERNA – LA FUENTE DE LA VIDA
LA FUENTE DE LA VIDA “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por…
LA FUENTE DE LA VIDA
“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).
Lunes: 25 de noviembre
PALABRAS DE VIDA ETERNA
Lee Juan 6:61 al 68. Cuando Jesús preguntó a los discípulos si querían dejarlo, ¿cuál fue el significado de la respuesta de Pedro?
Juan 6:61-68
61 Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? 62 ¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero? 63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. 64 Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. 65 Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. 66 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. 67 Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? 68 Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
Las palabras de Pedro acerca de la “vida eterna” están conectadas con un tema que recorre todo el Evangelio de Juan. Una concentración de fraseología sobre la vida eterna aparece en Juan 6, en el contexto de la alimentación de los cinco mil (Juan 6:27, 40, 47, 54, 68). Jesús dice que él es el Pan de vida (Juan 6:35), lo que significa que su vida, su muerte y su resurrección son la fuente de la vida eterna, de la Salvación.
La expresión “vida eterna” y sus equivalentes aparecen al menos 17 veces en el Evangelio de Juan. No se refiere allí a una existencia espiritual, a formar parte de un ser eterno o a algún otro concepto etéreo, sino al poder vivificante que produce salvación y da sentido a nuestra existencia actual, y a la vida sin fin cuando regrese nuestro Señor. Así como Jesús se hizo carne, la resurrección de la que él habla ocurre en el tiempo, en el espacio, en un cuerpo material. Es una resurrección de entre los muertos, una renovación de la vida que una vez tuvimos en el Edén.
¿Cómo recibimos la vida eterna? Juan 3:15, 16; 5:24; 6:40, 47; 8:31; 12:46; 20:31.
Juan 3:15-16
15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Juan 5:24
24 De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.
Juan 6:40, 47
40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna.
Juan 8:31
31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;
Juan 12:46
46 Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.
Juan 20:31
31 Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.
Solo por la fe creemos que Jesucristo vino a vivir y a morir por nosotros. Recibimos esta fe como un don o regalo, pero debemos elegir conscientemente entregarnos a Jesús, arrepentirnos y reclamar su sangre para recibir el perdón y la limpieza del pecado.
Cuando Jesús preguntó a Pedro si él también se iría, su respuesta fue: “Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:68). Esa declaración resume la esencia de la Salvación y cómo se la alcanza. No procede de la filosofía, de la historia ni de la ciencia; es decir, de las disciplinas humanas. Proviene de Jesús, quien, puesto que posee vida eterna, la ofrece gratuitamente a quienes la aceptan en respuesta al Espíritu Santo.
¿Cómo influye la promesa de la vida eterna en la manera en que vemos nuestra vida temporal aquí? ¿Cómo debería influir?
Comentarios Elena G.W
Cuando tantos de los seguidores de Cristo lo dejaron, y el Salvador les preguntó a los doce: «¿Queréis acaso iros también vosotros?» Simón Pedro contestó: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna». Juan 6:67, 68. El corazón de Cristo se llenaba de pesar cuando veía que alguien se apartaba de él, porque sabía que la fe en su nombre y su misión es la única esperanza del hombre. El alejamiento de sus seguidores era una humillación para él. ¡Oh, cuán poco saben los seres humanos del pesar que llenaba el corazón de amor infinito cuando tales cosas ocurrían!…
Bien podían decir los discípulos: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna». Piensen en lo que era Cristo: El Hijo del Altísimo, pero al mismo tiempo varón de dolores y experimentado en quebrantos. ¿Hemos recibido la bendición que produce el confiar en él con todo el corazón, y honrarlo manifestándole siempre amor y devoción? Cristo anhela cosechar frutos que calmen el ansia que experimenta su alma en nuestro favor. Desea que llevemos «mucho fruto».
Mantengamos abierto el corazón a su amor. «¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?» Marcos 8:36. ¡Oh, cuando podamos expresar con comprensión las palabras de Pedro: «Señor ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna», recibiremos maravillosas bendiciones! (Cada día con Dios, p. 187).
Y si amas a Jesús, tendrás los pies puestos en las huellas manchadas de sangre del Hombre del Calvario, y al final los que hayan obtenido la victoria entrarán por las puertas de la ciudad y tendrán derecho al árbol de la vida. Dios nos ha dado facultades de razonamiento, y quiere que las utilicemos. Nos ha dado una guía que nos indica el único camino correcto para alcanzar la vida eterna. Estudiad las Escrituras por vosotros mismos. Escuchad lo que os dice la voz del verdadero Pastor, y luego caminad por la senda de la humilde obediencia, y al fin se os concederá el don de la vida eterna. No podemos permitirnos perder la vida eterna. Quiera Dios que podamos reunirnos con este querido pueblo en torno al gran trono blanco, y cantar con ellos el cántico de la redención en el reino de la gloria (The Review and Herald, 10 de junio, 1890, párrafo 13).
«Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado». El conocimiento correcto de la verdad, de Dios y de Jesucristo, el Redentor del mundo, otorga vida eterna al recipiente, vida espiritual en esta existencia humana y vida eterna en el reino de Dios (Manuscript Releases, t. 6, p. 233).