Lunes 26 de agosto – UN ÁRBOL MALDITO Y UN TEMPLO PURIFICADO – CONTROVERSIAS EN JERUSALÉN

CONTROVERSIAS EN JERUSALÉN “Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que su Padre que está en…

 Lunes 26 de agosto – UN ÁRBOL MALDITO Y UN TEMPLO PURIFICADO – CONTROVERSIAS EN JERUSALÉN

CONTROVERSIAS EN JERUSALÉN

“Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que su Padre que está en los cielos perdone también sus ofensas” (Mar. 11: 25).

Lunes: 26 de agosto

UN ÁRBOL MALDITO Y UN TEMPLO PURIFICADO

Lee Marcos 11:12 al 26. ¿Cuál es el significado de los eventos descritos aquí?

 

Marcos 11:12-26

12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. 13 Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. 14 Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos. 15 Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; 16 y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno. 17 Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 18 Y lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo matarle; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina. 19 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad. 20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. 21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. 22 Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. 23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. 24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. 25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. 26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.

En la mañana, mientras venía de Betania, a unos tres kilómetros de Jerusalén, Jesús sintió hambre. Al ver una higuera frondosa, se dirigió a ella para encontrar tal vez algún fruto temprano. Esta acción no habría sido considerada un hurto, puesto que, según la legislación del Antiguo Testamento, uno podía comer del campo o el huerto de un vecino para satisfacer su apetito (Lev. 19:9, 10; 23:22; Deut. 23:25). Pero no encontró fruto, y dijo al árbol: “Nunca más coma nadie fruto de ti” (Mar. 11:14). Aquello era una acción atípica y extraña de parte de Jesús, pero lo que acontece inmediatamente es más impactante aún.

Lo que sucede luego tuvo lugar, probablemente, en el atrio de los gentiles, donde tenía lugar la venta de animales para los sacrificios (una novedad implementada poco antes por Caifás). Jesús expulsa a los vendedores para restaurar el culto reverente. Su acción es una afrenta directa contra los que estaban a cargo del sistema del Templo.

Jesús vincula dos pasajes del Antiguo Testamento en su dura reprimenda contra el profano tráfico. Insiste en que el Templo debe ser una casa de oración para todos los pueblos (Isa. 56:7), incluyendo enfáticamente a los gentiles. Luego dice que los líderes han convertido el Templo en una cueva de ladrones (Jer. 7:11). Más tarde, al final de esta asombrosa jornada, Jesús abandona la ciudad junto con sus discípulos (Mar. 11:19).

A la mañana siguiente, al ir nuevamente a la ciudad (ver Mar. 11:20-26), los discípulos se asombran al ver la higuera marchita de raíz. Jesús imparte una lección acerca de la oración y el perdón como parte de su explicación acerca de lo ocurrido. ¿Qué significa todo esto?

Estos dos relatos constituyen la cuarta historia sándwich del Evangelio de Marcos (ver la lección 3). En las historias de ese tipo, se emplea la ironía que se dramatiza mediante personajes paralelos que realizan acciones opuestas o mediante personajes opuestos que realizan acciones paralelas. En esta historia, la higuera y el Templo están en paralelo. Jesús maldice la higuera, pero purifica el Templo, dos acciones opuestas. Pero la ironía consiste en que los dirigentes religiosos se complotarán ahora para matar a Jesús, y esa acción significará el fin de los servicios del Templo, los cuales hallaron su cumplimiento en Jesús.

¿Qué cosas de tu vida necesitan ser limpiadas por Jesús? ¿Cómo ocurre esto?

Comentarios Elena G.W

Al final de su misión, [Cristo] vino de nuevo al templo y lo halló tan profanado como antes… Los mismos dignatarios del templo se ocupaban en comprar y vender y en cambiar dinero. Estaban tan completamente dominados por su afán de lucrar, que a la vista de Dios no eran mejores que los ladrones…

De nuevo la mirada penetrante de Jesús recorrió los profanados atrios del templo. Todos los ojos se fijaron en él. Los sacerdotes y gobernantes, los fariseos y gentiles, miraron con asombro y temor reverente al que estaba delante de ellos con la majestad del Rey del Cielo… Cristo habló con un poder que influyó en el pueblo como una poderosa tempestad: «Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada, mas vosotros cueva de ladrones la habéis hecho»…

No había nadie que osara discutir su autoridad. Los sacerdotes y traficantes huyeron de su presencia arreando su ganado (El Deseado de todas las gentes, pp. 540-542).

Es natural en la higuera que aparezcan los frutos antes que se abran las hojas. Por lo tanto, este árbol cubierto de hojas prometía frutos bien desarrollados. Pero su apariencia era engañosa. Al revisar sus ramas, desde la más baja hasta la más alta, Jesús no «halló sino hojas». No era sino engañoso follaje, nada más.

Cristo pronunció una maldición agostadora… A la mañana siguiente, mientras el Salvador y sus discípulos volvían otra vez a la ciudad, las ramas agostadas y las hojas marchitas llamaron su atención. «Maestro —dijo Pedro— he aquí la higuera que maldijiste, se ha secado».

El acto de Cristo, al maldecir la higuera, había asombrado a los discípulos. Les pareció muy diferente de su proceder y sus obras. Con frecuencia le habían oído declarar que no había venido para condenar al mundo, sino para que el mundo pudiese ser salvo por él. Recordaban sus palabras: «El Hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas». Lucas 9:56. Había realizado sus obras maravillosas para restaurar, nunca para destruir. Los discípulos le habían conocido solamente como el Restaurador, el Sanador. Este acto era único. ¿Cuál era su propósito? se preguntaban (El Deseado de todas las gentes, pp. 534-535).

La razón por la cual nuestro pueblo ha perdido facultades es que profesa la verdad pero no la práctica. Tiene poca fe y confianza en Dios… Si la mente estuviera puesta en Dios y la verdad ejerciera una influencia santificadora sobre el corazón, el yo se escondería en Cristo… [Muchos tenéis] la teoría de la verdad, pero no sentís su poder en el alma. La higuera estéril extendía sus pretenciosas ramas ante el cielo; pero cuando el Redentor buscó el fruto, he aquí no había nada más que hojas. A menos que se opere una profunda obra en vosotros, como individuos y como iglesia, la maldición de Dios caerá ciertamente sobre vosotros como cayó sobre el árbol sin fruto (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 607).

Elena G.W

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