Lunes 27 de mayo – LA INMUTABILIDAD DE LA LEY DE DIOS – EL FUNDAMENTO DEL GOBIERNO DE DIOS

EL FUNDAMENTO DEL GOBIERNO DE DIOS “Entonces el dragón se airó contra la mujer, y fue a combatir al resto…

 Lunes 27 de mayo – LA INMUTABILIDAD DE LA LEY DE DIOS – EL FUNDAMENTO DEL GOBIERNO DE DIOS

EL FUNDAMENTO DEL GOBIERNO DE DIOS

“Entonces el dragón se airó contra la mujer, y fue a combatir al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús” (Apoc. 12:17).

Lunes: 27 de mayo

LA INMUTABILIDAD DE LA LEY DE DIOS

Lee Mateo 5:17 y 18; Salmo 111:7 y 8; Eclesiastés 12:13 y 14; 1 Juan 5:3; y Proverbios 28:9. ¿Qué enseñan estos pasajes bíblicos sobre la relación del cristiano con la Ley?

 

Mateo 5:17-18

17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.

 

Salmo 111:7-8

Las obras de sus manos son verdad y juicio; Fieles son todos sus mandamientos, Afirmados eternamente y para siempre, Hechos en verdad y en rectitud.

 

Eclesiastés 12:13-14

13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. 14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.

 

1 Juan 5:3

Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.

 

Proverbios 28:9

El que aparta su oído para no oír la ley, Su oración también es abominable.

Los adventistas del séptimo día siguen los pasos de los reformadores protestantes que defendieron la santidad de la Ley de Dios. Observa esta poderosa afirmación de John Wesley: “La ley ritual, o ceremonial, entregada por Moisés a los hijos de Israel, que contenía todos los mandatos y las ordenanzas relacionados con los antiguos sacrificios y el servicio del Templo, nuestro Señor verdaderamente vino a destruirla, disolverla y abolirla por completo. […] Pero la Ley Moral, contenida en los Diez Mandamientos e impuesta por los profetas, no la eliminó. No fue el designio de su venida revocar ninguna parte de ella. Esta es una ley que nunca puede ser quebrantada, que ‘permanece firme como fiel testigo en los Cielos’. […] Cada parte de esta Ley debe permanecer vigente, sobre toda la humanidad, y en todas las épocas; ya que no depende ni del tiempo ni del lugar, ni de ninguna otra circunstancia susceptible de cambio, sino de la naturaleza de Dios y de la naturaleza del hombre, y de su relación inmutable entre sí” (Upon Our Lord’s Sermon on the Mount, Discourse V, John Wesley’s Sermons: An Anthology [Nashville, TN: Abington Press, 1991], pp. 208, 209).

Compara Éxodo 34:5 al 7 con Romanos 7:11 y 12; Salmos 19:7 al 11; 89:14; y 119:142 y 172. ¿Qué nos dicen estos versículos sobre la relación entre la Ley de Dios y el carácter de Dios?

 

Éxodo 34:5-7

Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.

 

Romanos 7:11-12

11 porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. 12 De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.

 

Salmos 19:7-11

La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. 10 Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal. 11 Tu siervo es además amonestado con ellos; En guardarlos hay grande galardón.

 

Salmos 89:14

14 Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; Misericordia y verdad van delante de tu rostro.

 

Salmos 119:142 y 172

142 Tu justicia es justicia eterna, Y tu ley la verdad.

172 Hablará mi lengua tus dichos, Porque todos tus mandamientos son justicia.

Puesto que la Ley de Dios es un trasunto de su carácter, el fundamento de su Trono y la base moral de la humanidad, Satanás la odia. “Nadie podía dejar de ver que si el Santuario terrenal era una figura o copia del celestial, la ley depositada en el arca en la Tierra era una transcripción exacta de la ley guardada en el Arca del Cielo; y que aceptar la verdad relativa al Santuario celestial involucraba reconocer las exigencias de la Ley de Dios y la obligación de guardar el sábado del cuarto Mandamiento. En esto estribaba el secreto de la oposición violenta y resuelta que se le hizo a la exposición armoniosa de las Escrituras que revelaba el ministerio de Cristo en el Santuario celestial” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 488).

¿Cuáles son las razones que la gente presenta a menudo para alegar que ya no estamos obligados a guardar los Diez Mandamientos? ¿Qué crees que hay realmente detrás de ello?

Comentarios Elena G.W

Cuando los hombres violaban la ley de Dios y desafiaban su voluntad, Satanás se regocijaba. Declaraba que ello demostraba que la ley de Dios no podía ser obedecida; el hombre no podía ser perdonado. Por cuanto él mismo, después de su rebelión, había sido desterrado del cielo, Satanás sostenía que la familia humana debía quedar privada para siempre del favor de Dios. Insistía en que Dios no podía ser justo y, al mismo tiempo, mostrar misericordia al pecador.

Pero, aunque pecador, el hombre estaba en una situación diferente de la de Satanás. Lucifer había pecado en el cielo en la luz de la gloria de Dios. A él como a ningún otro ser creado había sido dada una revelación del amor de Dios. Comprendiendo el carácter de Dios y conociendo su bondad, Satanás decidió seguir su propia voluntad egoísta e independiente. Su elección fue final. No había ya nada que Dios pudiese hacer para salvarle. Pero el hombre fue engañado; su mente fue entenebrecida por el sofisma de Satanás. No conocía la altura y la profundidad del amor de Dios. Para él había esperanza en el conocimiento del amor de Dios. Contemplando su carácter, podía ser atraído de vuelta a Dios.

Mediante Jesús, la misericordia de Dios fue manifestada a los hombres; pero la misericordia no pone a un lado la justicia. La ley revela los atributos del carácter de Dios, y no podía cambiarse una jota o una tilde de ella para ponerla al nivel del hombre en su condición caída. Dios no cambió su ley, pero se sacrificó, en Cristo, por la redención del hombre (El Deseado de todas las gentes, p. 710).

Cuando se siente el Juez, se abran los libros y cada hombre sea juzgado de acuerdo con las cosas escritas en los libros, entonces las tablas de piedra, ocultas por Dios hasta aquel día, serán presentadas delante del mundo como la norma de justicia. Entonces hombres y mujeres verán que el prerrequisito de su salvación es obediencia a la perfecta ley de Dios. Nadie hallará excusa para el pecado. Mediante los justos principios de aquella ley, los hombres recibirán su sentencia de vida o muerte (Mensajes selectos, t. 1, p. 264).

La ley de Dios que se encuentra en el Santuario celestial es el gran original del que los preceptos grabados en las tablas de piedra y consignados por Moisés en el Pentateuco eran copia exacta. Los que llegaron a comprender este punto importante fueron inducidos a reconocer el carácter sagrado e invariable de la ley divina. Comprendieron mejor que nunca la fuerza de las palabras del Salvador: «Hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni una tilde pasará de la ley». Mateo 5:18. Como la ley de Dios es una revelación de su voluntad, un trasunto de su carácter, debe permanecer para siempre «como testigo fiel en el cielo». Ni un mandamiento ha sido anulado; ni un punto ni una tilde han sido cambiados. Dice el salmista: «¡Hasta la eternidad, oh Jehová, tu palabra permanece en el cielo!» «Seguros son todos sus preceptos; establecidos para siempre jamás». Salmos 119:89; 111:7, 8 (El conflicto de los siglos, p. 430).

Elena G.W

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