Lunes 30 de octubre – NUESTRAS EXCUSAS: CONCEPTOS FALSOS – EXCUSAS PARA ELUDIR LA MISIÓN

EXCUSAS PARA ELUDIR LA MISIÓN “Después oí la voz del Señor, que dijo: ‘¿A quién enviaré? ¿Quién irá de nuestra…

 Lunes 30 de octubre – NUESTRAS EXCUSAS: CONCEPTOS FALSOS – EXCUSAS PARA ELUDIR LA MISIÓN

EXCUSAS PARA ELUDIR LA MISIÓN

“Después oí la voz del Señor, que dijo: ‘¿A quién enviaré? ¿Quién irá de nuestra parte?’ Entonces respondí: ‘Aquí estoy, envíame a mí’ ” (Isa. 6:8).

Lunes: 30 de octubre

NUESTRAS EXCUSAS: CONCEPTOS FALSOS

Cuando llegó la tormenta, Jonás asumió su culpa (Jon. 1:1–12). Su actitud revela algo con respecto al tipo de cosmovisión y al concepto de Dios o “dioses” que muchos tenían en ese entonces. Si bien creían que había varios dioses que gobernaban en sus diversas tierras, el mar se consideraba el reino caótico de los demonios. En la cosmovisión de los marineros, se requería un sacrificio para apaciguar su ira. Aunque Jonás era hebreo, es muy posible que tuviera una cosmovisión influenciada por las creencias tradicionales de su época.

Lee Jonás 2:1 al 3, y 7 al 10. ¿Qué revelan estos versículos acerca de cómo Jonás comenzó a comprender la providencia de Dios?

 

Jonás 2:1-3 y 7-10

1 Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez, y dijo: Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó; Desde el seno del Seol clamé, Y mi voz oíste. Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, Y me rodeó la corriente; Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.

Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová, Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo. Los que siguen vanidades ilusorias, Su misericordia abandonan. Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; Pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová. 10 Y mandó Jehová al pez, y vomitó a Jonás en tierra.

Aunque Jonás huía del territorio donde el pueblo afirmaba que Jehová era su Dios, aprendió (por las malas) que incluso cuando viajara a culturas extranjeras Jehová continuaba siendo soberano. El viento y las olas pertenecían a Dios; los seres marinos, también. “Del Señor es la tierra y su plenitud” (Sal. 24:1). El corazón de Jonás se volvió hacia el Soberano de la tierra y el mar y, por lo tanto, confesó y fue salvo.

Nosotros también podemos tener conceptos errados acerca de Dios y de lo que él espera de nosotros. Un malentendido común es que Dios desea que nos enfoquemos en nuestra propia salvación y nos alejemos de la maldad del mundo que nos rodea. Aunque se nos instruye que nos mantengamos “sin mancha de este mundo” (Sant. 1:27), nuestro énfasis debe estar en cómo podemos llevar las bendiciones y la esperanza de Dios a los que las necesitan.

Otro malentendido que nos impide aceptar el llamado de Dios a la misión es creer que el éxito depende de nosotros mismos. Nosotros no podemos salvar a un alma, así como Jonás tampoco podía salvar a Nínive. Podemos asumir una mentalidad de “salvador” con respecto a la misión. Nuestro llamado no es a obrar la salvación sino a cooperar con Dios en su obra salvífica. Damos testimonio al alabar a Dios por las formas específicas en que nos está transformando, pero solo Dios puede atraer a las personas hacia él. Podemos plantar semillas de verdad, pero solo Dios puede convertir el corazón. A menudo, confundimos nuestro rol con el de Dios, lo que es suficiente para que alguien encuentre una excusa para no testificar. Sí, Dios usó a Jonás, pero solo Dios, no Jonás, transformó a Nínive.

Ganar almas es difícil, demasiado difícil para que los seres humanos lo hagan solos. ¿Cómo podemos aprender a permitir que Dios gane almas, pero por medio de nosotros y de nuestra vida y testimonio?

Comentarios Elena G.W

Si, cuando recibió el llamamiento, Jonás se hubiese detenido a considerarlo con calma, podría haber comprendido cuán insensato sería cualquier esfuerzo de su parte para escapar a la responsabilidad puesta sobre él. Pero no se le dejó continuar mucho tiempo en su huida insensata. «Mas Jehová hizo levantar un gran viento en la mar, e hízose una tan grande tempestad en la mar, que pensóse se rompería la nave. Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno llamaba a su dios: y echaron a la mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Jonás empero se había bajado a los lados del buque, y se había echado a dormir». Jonás 1:4, 5 (Profetas y reyes, p. 199).

Afirmen sus corazones en la certeza de que Dios conoce todas las pruebas y dificultades que encontrarán en la lucha contra el mal; pues Dios es deshonrado cuando alguien minimiza su poder hablando de incredulidad.

Este mundo es el gran campo de labor de Dios; él ha comprado con la sangre de su unigénito Hijo a todos los que moran en él, y tiene la intención de que su mensaje de misericordia se difunda en todas partes. Los que han recibido esta misión serán probados, pero siempre deberán recordar que Dios está cerca para fortalecerlos y sostenerlos. Él no nos pide que dependamos de ninguna caña cascada. No debemos esperar ayuda humana. Lejos esté de nosotros poner al hombre donde debe estar Dios… El Señor Jehová es «la fortaleza de los siglos» (Reflejemos a Jesús, p. 344).

Cuando Dios prepara el camino para la realización de cierta obra, y da seguridad de éxito, el instrumento escogido debe hacer cuanto está en su poder para obtener el resultado prometido. Se le dará éxito en proporción al entusiasmo y la perseverancia con que haga la obra. Dios puede realizar milagros para su pueblo tan solo si este desempeña su parte con energía incansable. Llama a su obra hombres de devoción y de valor moral, que sientan un amor ardiente por las almas y un celo inquebrantable. Los tales no hallarán ninguna tarea demasiado ardua, ninguna perspectiva demasiado desesperada; y seguirán trabajando indómitos hasta que la derrota aparente se trueque en gloriosa victoria.

Ni siquiera las murallas de las cárceles ni la hoguera del mártir los desviarán de su propósito de trabajar juntamente con Dios para la edificación de su reino (Profetas y reyes, p. 196).

Los que tuvieron más éxito en la obra de ganar almas fueron hombres y mujeres que no se enorgullecían de su Capacidad, sino que con humildad y fe trataban de ayudar a los que los rodeaban Jesús hizo esta misma obra. El se acercaba a aquellos a quienes deseaba alcanzar. ¡Cuán a menudo, con unos pocos reunidos en derredor suyo, daba sus lecciones, y uno tras otro se detenían los transeúntes para escuchar, hasta que una gran muchedumbre oía con asombro y reverencia las palabras del Maestro enviado del cielo! (Obreros evangélicos, p. 203).

Elena G.W

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