- enero 6, 2025
Lunes 6 de enero – AMOR PACTUAL – AMOR PACTUAL
AMOR PACTUAL “Respondió Jesús y le dijo: ‘El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y…
AMOR PACTUAL
“Respondió Jesús y le dijo: ‘El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada con él’” (Juan 14: 23).
Lunes: 6 de enero
AMOR PACTUAL
La Biblia describe a menudo la especial relación de amor de Dios con nosotros utilizando metáforas familiares o de parentesco, en particular metáforas del amor entre marido y mujer o de una madre buena por su hijo. Estas metáforas se utilizan sobre todo para describir la relación especial entre Dios y el pueblo con el que estableció su pacto. Se trata de una relación de amor pactual, que implica no solo el amor de Dios por su pueblo, sino también la expectativa de que el pueblo acepte ese amor, y ame a Dios y a los demás.
Lee Deuteronomio 7: 6 al 9. ¿Qué nos enseñan estos versículos sobre la relación entre los pactos que hace Dios y su constante amor?
Deuteronomio 7: 6-9
6 Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. 7 No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; 8 sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto. 9 Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones;
Deuteronomio 7: 9 describe el tipo especial de amor que Dios prodiga al pueblo con el que entró en una relación de pacto, una relación que depende en parte de si permanecen fieles o no. El amor de Dios no es condicional, pero la relación de pacto con su pueblo sí lo es.
La palabra traducida como “misericordia” en Deuteronomio 7: 9 (hesed) por sí misma refleja cómo el amor divino está ligado al pacto y mucho más. El término hesed se utiliza a menudo para describir la grandeza de la misericordia, la bondad y el amor de Dios. Entre otras cosas, hesed se refiere a la bondad amorosa o amor leal por otra persona dentro de una relación de amor recíproco. También implica el inicio de una relación de este tipo con la expectativa de que la otra parte muestre esa misma bondad y amor a cambio.
El hesed de Dios muestra que su bondad es extremadamente fiable, constante y duradera. Sin embargo, al mismo tiempo, la recepción de los beneficios del hesed es condicional, ya que depende de la disposición de su pueblo a obedecer y sostener su parte de la relación (ver 2 Sam. 22: 26, 1 Rey. 8: 23; 2 Crón. 6: 14; Sal. 25: 10; 32: 10).
El amor inquebrantable de Dios es la base de todas las relaciones amorosas, es un amor que nosotros nunca podríamos igualar. Dios no solo nos concedió por iniciativa propia la existencia, sino que también en Cristo se entregó voluntariamente por nosotros: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15: 13). Sin duda, la mayor expresión del amor de Dios se reveló cuando el Señor “se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz” (Fil. 2: 8).
¿De qué manera puedes mantener constantemente presente en tus pensamientos la realidad del amor de Dios? ¿Por qué es importante hacerlo?
Comentarios Elena G.W
En la Palabra de Dios se da la prueba de un cristiano genuino. Dice Jesús: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. Juan 14:15. “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él… El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió”. Juan 14:21, 23, 24.
Aquí están las condiciones sobre las cuales cada alma será elegida para la vida eterna. Su obediencia a los mandamientos de Dios demostrará su derecho a la herencia con los santos en luz. Dios ha elegido una cierta excelencia de carácter, y cada uno que, por medio de la gracia de Cristo, alcance la norma de sus requerimientos, tendrá una entrada abundante a reino de la gloria. Todos los que alcancen esta norma de carácter tendrán que emplear los medios que Dios ha provisto para este fin.
Si quiere heredar el reposo que queda para los hijos de Dios, debe llegar a ser un colaborador con Dios. Usted está elegido para llevar el yugo de Cristo, para llevar su carga, para alzar su cruz. Debe ser diligente para “hacer firme vuestra vocación y elección”. 2 Pedro 1:10.
Investigue las Escrituras y verá que no se elige ni un hijo o una hija de Adán para ser salvo en desobediencia a la ley de Dios. El mundo invalida la ley de Dios, pero los cristianos son llamados a la santificación por medio de la obediencia a la verdad. Si quieren tener la corona, son elegidos para llevar la cruz (Fundamentals of Christian Education, p. 125; y en Ser semejante a Jesús, pp. 43, 126).
Mientras Juan contemplaba la altura, la profundidad y la amplitud del amor del Padre hacia nuestra raza feneciente, se llenó de admiración y reverencia. No pudo encontrar las palabras adecuadas para expresar ese amor, sino que pide al mundo que lo contemple: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios». 1 Juan 3:1. ¡qué valor se le concede al hombre! Por la transgresión los hijos de los hombres quedaron sujetos a Satanás. Pero por el infinito sacrificio de Cristo y la fe en su nombre, los hijos de Adán son hechos hijos de Dios. Al asumir la naturaleza humana, Cristo elevó la humanidad. A los hombres caídos se les concede otra oportunidad y se les permite, mediante la unión con Cristo, que se eduquen, se mejoren y se eleven para, de ese modo, ser dignos de ser llamados “hijos de Dios”.
Tal amor no tiene parangón. Jesús exige que todos los que fueron comprados con el precio de su vida hagan el mejor uso de los talentos que les dio. Deben aumentar su conocimiento de la voluntad divina y mejorar constantemente su intelecto y su moral hasta alcanzar una perfección de carácter un poco inferior a la de los ángeles (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 556).