Lunes 7 de octubre – “REALMENTE, ESTE ES EL PROFETA” – SIGNOS DE DIVINIDAD

SIGNOS DE DIVINIDAD “Jesús respondió: ‘Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá.…

 Lunes 7 de octubre – “REALMENTE, ESTE ES EL PROFETA” – SIGNOS DE DIVINIDAD

SIGNOS DE DIVINIDAD

“Jesús respondió: ‘Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?’ ” (Juan 11:25, 26).

Lunes: 7 de octubre

“REALMENTE, ESTE ES EL PROFETA”

Lee Juan 6:14, 15 y 26 al 36. ¿Cómo respondió la gente a su milagro y cómo lo utilizó Jesús para enseñarles quién era?

 

Juan 6:14-15 y 26-36

14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. 15 Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.

26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a este señaló Dios el Padre. 28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. 30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. 35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.

Los judíos esperaban un mesías terrenal que los librara de la opresión del Imperio Romano. Dos de las cosas más difíciles en una guerra son alimentar a las tropas y cuidar de los heridos, además de disponer de los caídos en acción. Los milagros de Jesús hicieron que se lo viera como quien podía resolver eso.

Pero Jesús no había venido para eso, y ese no era el propósito de su milagro. En lugar de ello, el relato de la alimentación de los cinco mil dio la oportunidad de ilustrar que Jesús es el Pan de vida, que Dios mismo descendió del Cielo. Dijo: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre” (Juan 6:35).

Esta es la primera de las siete afirmaciones “Yo soy” del Evangelio de Juan, en las que la declaración “Yo soy” está relacionada con algún predicado: “el pan de vida” (Juan 6:35); “la luz del mundo” (Juan 8:12); “la puerta” (Juan 10:7, 9); “el buen pastor” (Juan 10:11, 14); “la resurrección y la vida” (Juan 11:25); “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6); “la vid verdadera” (Juan 15:1, 5). Cada una de ellas apunta a una verdad importante acerca de Jesús. Las afirmaciones “Yo soy” se remontan a Éxodo 3, donde Dios se presenta a Moisés como el gran YO SOY (comparar con Juan 8:58). Jesús es ese gran YO SOY. Pero la gente no captó nada de eso.

“Con corazón desconforme, preguntaban: ¿Por qué, si Jesús podía hacer obras tan admirables como las que habían presenciado, no podía dar a todos los suyos salud, fuerza y riquezas, librarlos de sus opresores, y exaltarlos al poder y la honra? El hecho de que aseverara ser el Enviado de Dios y, sin embargo, se negara a ser el Rey de Israel era un misterio que no podían sondear. Su negativa fue malinterpretada. Muchos concluyeron que no se atrevía a presentar sus derechos porque él mismo dudaba del carácter divino de su misión. Así abrieron su corazón a la incredulidad, y la semilla que Satanás había sembrado llevó fruto según su especie: incomprensión y deserción” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 349).

Buscaban el beneficio material, no la verdad que perdura eternamente. Esta es una trampa que todos enfrentamos potencialmente si no somos cuidadosos.

¿Cómo podemos evitar quedar atrapados en las cosas materiales a expensas de lo espiritual?

Comentarios Elena G.W

Sentada sobre la llanura cubierta de hierba, en el crepúsculo primaveral, la gente comió los alimentos que Cristo había provisto… El milagro de los panes atraía a cada miembro de la vasta muchedumbre. . . Ningún poder humano podía crear, de cinco panes de cebada y dos pececillos, bastantes comestibles para alimentar a miles de personas hambrientas. Y se decían unos a otros: «Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo». Juan 6:14… Podía satisfacer todo deseo. Podía quebrantar el poder de los odiados romanos… Podía conquistar las naciones y dar a Israel el dominio que deseaba desde hacía mucho tiempo.

En su entusiasmo, la gente estaba lista para coronarle rey en seguida. Se veía que él no hacía ningún esfuerzo para llamar la atención a sí mismo… Temían que nunca haría valer su derecho al trono de David. Consultando entre sí, convinieron en tomarle por fuerza y proclamarle rey de Israel.

Jesús vio lo que se estaba tramando y comprendió, como no podían hacerlo ellos, cuál sería el resultado de un movimiento tal…

Jesús ordenó entonces a la multitud que se dispersase; y su actitud era tan decidida que nadie se atrevió a desobedecerle… El porte regio de Jesús y sus pocas y tranquilas palabras de orden apagaron el tumulto y frustraron sus designios. Reconocieron en él un poder superior a toda autoridad terrenal, y sin una pregunta se sometieron (La maravillosa gracia de Dios, p. 46).

Jesús dijo de las Escrituras del Antiguo Testamento —y ¡cuánto más cierto es esto acerca del Nuevo!—: «Ellas son las que dan testimonio de mí». Juan 5:39… Si deseáis conocer al Salvador, estudiad las Santas Escrituras. Llenad vuestro corazón de las palabras de Dios. Son el agua viva que apaga vuestra sed. Son el pan vivo que descendió del cielo… Nuestros cuerpos viven de lo que comemos y bebemos; y lo que sucede en la vida natural sucede en la espiritual: lo que meditamos es lo que da tono y vigor a nuestra naturaleza espiritual.

La vida espiritual debe ser sostenida mediante la comunicación con Cristo a través de su Palabra. La mente debe espaciarse en ella, el corazón debe llenarse de ella. La Palabra de Dios establecida en el corazón, considerada sagrada, y obedecida mediante el poder de la gracia de Cristo, puede hacer que el hombre sea recto y puede mantenerlo recto (La maravillosa gracia de Dios, p. 228).

Jesús no satisfizo su curiosidad. Dijo tristemente: «Me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os hartasteis». No le buscaban por algún motivo digno; sino que como habían sido alimentados con los panes, esperaban recibir todavía otros beneficios temporales vinculándose con él. El Salvador les instó: «Trabajad no por la comida que perece, mas por la comida que a vida eterna permanece». No busquéis solamente el beneficio material. No tenga por objeto vuestro principal esfuerzo proveer para la vida actual, pero buscad el alimento espiritual, a saber, esa sabiduría que durará para vida eterna. Sólo el Hijo de Dios puede darla; «porque a este señaló el Padre, que es Dios» (El Deseado de todas las gentes, p. 348).

Elena G.W

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