Lunes 8 de julio – UN INOLVIDABLE SERVICIO DE ADORACIÓN – UN DÍA EN EL MINISTERIO DE JESÚS

UN DÍA EN EL MINISTERIO DE JESÚS “Y les dijo: ‘Vengan en pos de mí y los haré pescadores de…

 Lunes 8 de julio – UN INOLVIDABLE SERVICIO DE ADORACIÓN – UN DÍA EN EL MINISTERIO DE JESÚS

UN DÍA EN EL MINISTERIO DE JESÚS

“Y les dijo: ‘Vengan en pos de mí y los haré pescadores de hombres’ ” (Mar. 1:17).

Lunes: 8 de julio

UN INOLVIDABLE SERVICIO DE ADORACIÓN

Lee Marcos 1:21 al 28. ¿Qué experiencia inolvidable tuvo lugar en la sinagoga de Capernaum y qué verdades espirituales podemos recoger de este relato?

 

Marcos 1:21-28

21 Y entraron en Capernaum; y los días de reposo, entrando en la sinagoga, enseñaba. 22 Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 23 Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, 24 diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. 25 Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él! 26 Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él. 27 Y todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen? 28 Y muy pronto se difundió su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.

La mayoría de los cristianos atesora momentos inolvidables de su senda cristiana: la decisión de seguir a Jesús, el día de su bautismo, un poderoso sermón durante el cual experimentaron profundamente la presencia de Dios. Algunos de estos momentos pueden no solo ser inolvidables, sino también transformadores.

Esa pudo haber sido la experiencia de algunos en Capernaum aquel sábado descrito en Marcos 1. “Y admiraban su enseñanza, porque les enseñaba con plena autoridad y no como los escribas” (Mar. 1:22). Mientras Jesús enseñaba, un endemoniado, impactado sin duda por la enseñanza de Jesús, exclamó: “¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: ¡El Santo de Dios!” (Mar. 1:24). Jesús expulsó entonces al demonio.

Piensa en las implicaciones de esas palabras del demonio.

Para empezar, el demonio identifica a Jesús como “el Santo de Dios”. Reconoce así que Jesús es el santo emisario de Dios en contraste con las impuras e impías huestes de Satanás. Uno espera encontrar personas y cosas santas en un ambiente de adoración, no impureza e impiedad. Por lo tanto, hay en esta historia un marcado contraste entre las fuerzas del bien y las del mal. Podemos ver aquí la realidad del Gran Conflicto. La gente puede no saber aún quién es Jesús, pero el demonio ciertamente lo sabe y también lo reconoce públicamente.

En segundo lugar, la orden de salir del hombre es comprensible, pero ¿por qué la orden “¡Cállate!” (vers. 25)? A partir de aquí, aparece un notable tema en Marcos: el llamado de Jesús a guardar silencio acerca de quién es él. Los eruditos llaman a esto “el secreto mesiánico”.

El llamado de Jesús al silencio tiene sentido al considerar las connotaciones políticas propias de las expectativas mesiánicas de su tiempo. Era riesgoso ser un mesías. No obstante, junto con los llamados al silencio se encuentran las inconfundibles revelaciones de quién es Jesús. Lo que resultará claro con el tiempo es que la identidad de Jesús no puede ser ocultada, y la verdad acerca de quién es él se convierte en el centro del mensaje del evangelio. Las personas no solo necesitan saber quién es Jesús, sino también tomar una decisión sobre cómo responderán a su venida y lo que significa para ellas.

Al tratar de dar testimonio a otros, ¿cuándo podría ser prudente no presentar todo lo que creemos acerca de “la Verdad Presente”?

Comentarios Elena G.W

[El endemoniado] comprendía parcialmente que se hallaba en presencia de quien podía libertarlo; pero cuando intentó ponerse al alcance de aquella mano poderosa, otra voluntad le retuvo; y las palabras de otro fueron pronunciadas por su medio.

Terrible era el conflicto entre sus deseos de libertad y el poder de Satanás. Parecía que el pobre atormentado habría de perder la vida en aquel combate con el enemigo que había destruído su virilidad. Pero el Salvador habló con autoridad y libertó al cautivo. El que había sido poseído del demonio, estaba ahora delante de la gente admirada, en pleno goce de la libertad y del dominio propio…

[C]ada hombre está libre para elegir el poder que quiera ver dominar sobre él. Nadie ha caído tan bajo, nadie es tan vil que no pueda hallar liberación en Cristo. El endemoniado, en vez de oraciones, solo podía pronunciar las palabras de Satanás; sin embargo, la muda súplica de su corazón fue oída. Ningún clamor de un alma en necesidad, aunque no llegue a expresarse en palabras, quedará sin ser oído. Los que consienten en hacer pacto con el Dios del cielo no serán abandonados al poder de Satanás ni a las flaquezas de su propia naturaleza (El ministerio de curación, pp. 61, 62).

El mismo mal espíritu que tentó a Cristo en el desierto y que poseía al endemoniado de Capernaúm dominaba a los judíos incrédulos. Pero con ellos asumía un aire de piedad, tratando de engañarlos en cuanto a sus motivos para rechazar al Salvador. Su condición era más desesperada que la del endemoniado; porque no sentían necesidad de Cristo, y por lo tanto estaban sometidos al poder de Satanás…

[L]os dirigentes y maestros de Israel no podían resistir la obra de Satanás. Estaban descuidando el único medio por el cual podrían haber resistido a los malos espíritus. Fue por la Palabra de Dios como Cristo venció al maligno. Los dirigentes de Israel profesaban exponer la Palabra de Dios, pero la habían estudiado solo para sostener sus tradiciones e imponer sus observancias humanas. Por su interpretación, le hacían expresar sentidos que Dios no le había dado. Sus explicaciones místicas hacían confuso lo que él había hecho claro. Discutían insignificantes detalles técnicos, y negaban prácticamente las verdades más esenciales. Así se propalaba la incredulidad. La Palabra de Dios era despojada de su poder, y los malos espíritus realizaban su voluntad (El Deseado de todas las gentes, pp. 222, 223).

El verdadero conocimiento proviene de Dios, y vuelve a él. Sus hijos han de recibir para poder dar a su vez. Los que por la gracia de Dios han recibido beneficios intelectuales y espirituales, deben llevar a otros consigo a medida que avanzan hacia una excelencia superior. Y esta obra, hecha en beneficio de los demás, tendrá la cooperación de agentes invisibles. A medida que continuemos fielmente el trabajo, tendremos altas aspiraciones de justicia, santidad, y un conocimiento perfecto de Dios (Consejos para los maestros, p. 19).

Elena G.W

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