Lunes 8 de mayo – ADOREN AL CREADOR

ADOREN AL CREADOR “ ‘Señor y Dios, digno eres de recibir gloria, honra y poder; porque tú creaste todas las…

 Lunes 8 de mayo – ADOREN AL CREADOR

ADOREN AL CREADOR

“ ‘Señor y Dios, digno eres de recibir gloria, honra y poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad fueron creadas y existen’ ” (Apoc. 4:11).

Lunes: 8 mayo

ADORA AL CREADOR

Lee Apocalipsis 14:7. ¿Cómo concluye el mensaje del primer ángel? ¿Qué apelación final hace este mensaje referente a la hora del Juicio? (Ver también Isa. 40:26; Juan 1:1-3; Rom. 1:20).

 

Apocalipsis 14:7

diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.

 

Isaías 40:26

26 Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio.

 

Juan 1:1-3

1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

 

Romanos 1:20

20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.

Apocalipsis 14:7 termina con una claro llamado a adorar al Creador; este llamado es especialmente importante ahora, cuando la mayoría del mundo científico, y hasta del mundo cristiano, acepta la Evolución, una enseñanza que golpea directamente al corazón de todas los presupuestos bíblicos y cristianos. Si la Evolución fuera verdad, nuestra fe, inevitablemente, sería una mentira. Así de profundos son los problemas.

Por ende, la apelación final del Apocalipsis está anclada en el primer libro de la Biblia, el Génesis. Nunca entenderemos completamente los problemas en esta batalla cósmica sobre la adoración a menos que entendamos la importancia de la Creación. “En el principio Dios creó los Cielos y la Tierra” (Gén. 1:1). Este versículo es el fundamento de toda la Escritura. En el principio, Dios creó. La palabra hebrea para “crear”, en este pasaje, es bará, un verbo que se utiliza única y exclusivamente referido a Dios como sujeto.

Para tener una pequeña idea de cuán ilimitado es el poder de Dios, consideremos solo un objeto de su creación: el Sol. El Sol produce más energía en un segundo que la que la humanidad ha producido usando petróleo, gas, carbón o fuego desde el principio del tiempo.

El Sol tiene un diámetro de aproximadamente 1.400.000 kilómetros y podría contener más de un millón de planetas del tamaño de la Tierra. Pero el Sol es solo una de al menos 100 mil millones de estrellas en nuestra galaxia, la Vía Láctea. Una estrella llamada Estrella Pistola emite hasta 10 millones de veces la energía generada por nuestro Sol. Un millón de estrellas del tamaño de nuestro Sol pueden caber fácilmente dentro de la esfera de la Estrella Pistola. ¿Cómo empezar siquiera a entender la Creación?

La Creación revela a un Dios de un poder impresionante e ilimitado. Su poder creador no solo trajo a la existencia los Cielos y la Tierra, sino además ha obrado en favor de su pueblo a través de los siglos. Él es el Dios que originó este mundo, que está siempre presente en este mundo y que nunca abandonará a su pueblo en este mundo.

¿En qué medida el tamaño abrumador de la Creación solo amplifica la realidad del amor de Dios, ya que muestra que, a pesar de lo pequeños que somos en contraste con la Creación, aun así Cristo murió por nosotros?

Comentarios Elena G.W

El primer ángel exhorta a los hombres a que teman al Señor y le den honra y a que le adoren como Creador del cielo y de la tierra. Para poder hacerlo, deben obedecer su ley. El sabio dice: «Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es la suma del deber humano»  Eclesiastés 12:13 (VM). Sin obediencia a sus mandamientos, ninguna adoración puede agradar a Dios. «Este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos». «El que aparte sus oídos para no escuchar la ley, verá que su oración misma es cosa abominable». 1 Juan 5:3…

En el capítulo 14 del Apocalipsis se exhorta a los hombres a que adoren al Creador, y la profecía expone a la vista una clase de personas que como resultado del triple mensaje, guardan los mandamientos de Dios, Uno de estos mandamientos señala directamente a Dios como Creador (El conflicto de los siglos, pp. 432, 433).

La naturaleza atestigua que un Ser infinito en poder, grande en bondad, misericordia y amor, creó la tierra y la llenó de vida y de alegría. Aunque ajadas, todas las cosas manifiestan la obra de la mano del gran Artista y Maestro. Por doquiera que nos volvamos, podemos oír la voz de Dios, y ver pruebas evidentes de su bondad…

El que puso las perlas en el océano y la amatista y el crisólito entre las rocas, ama lo bello. El sol que sale en el horizonte es representante de Aquel que es vida y luz de todo lo que hizo. Todo el brillo y la belleza que adornan la tierra e iluminan los cielos, hablan de Dios…

Todas las cosas hablan de su tierno cuidado paternal y de su deseo de hacer felices a sus hijos (El ministerio de curación, pp. 3 19, 320).

«La importancia del sábado, como institución conmemorativa de la creación, consiste en que recuerda siempre la verdadera razón por la cual se debe adorar a Dios», porque él es el Creador, y nosotros somos sus criaturas. «Por consiguiente, el sábado forma parte del fundamento mismo del culto divino, pues enseña esta gran verdad del modo más contundente, como no lo hace ninguna otra institución. El verdadero motivo del culto divino, no tan solo del que se tributa en el séptimo día, sino de toda adoración, reside en la distinción existente entre el Creador y sus criaturas. Este hecho capital no perderá nunca su importancia ni debe caer nunca en el olvido» (J. N. Andrews, History of the Sabbath, cap. 27). Por eso, es decir, para que esta verdad no se borrara nunca de la mente de los hombres, instituyó Dios el sábado en el Edén y mientras el ser él nuestro Creador siga siendo motivo para que le adoremos, el sábado seguirá siendo señal conmemorativa de ello. Si el sábado se hubiese observado universalmente, los pensamientos e inclinaciones de los hombres se habrían dirigido hacia el Creador como objeto de reverencia y adoración, y nunca habría habido un idólatra, un ateo, o un incrédulo. La observancia del sábado es señal de lealtad al verdadero Dios, «que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de agua». Resulta pues que el mensaje que manda a los hombres adorar a Dios y guardar sus mandamientos, los ha de invitar especialmente a observar el cuarto mandamiento (El conflicto de los siglos, p. 433).

Elena G.W

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