Martes 11 de julio – EL PODER DEL JESÚS EXALTADO
EL PODER DEL JESÚS EXALTADO Mediante el Espíritu Santo, los creyentes pueden conocer “la incomparable grandeza de su poder hacia…
EL PODER DEL JESÚS EXALTADO
Mediante el Espíritu Santo, los creyentes pueden conocer “la incomparable grandeza de su poder hacia los que creemos, según la acción de su potencia. Ese poder Dios lo ejerció en Cristo cuando lo resucitó de los muertos, y lo sentó a su diestra en los cielos” (Efe. 1:19, 20).
Martes: 11 de julio
PARTICIPAR DEL PODER DE LA RESURRECCIÓN
En los versículos restantes de la reseña, Efesios 1:20 al 23, Pablo amplía la tercera temática de conocimiento que espera que el Espíritu Santo infunda en los creyentes: la inmensidad del poder de Dios, que él ejerce en favor de ellos. Comienza señalando dos eventos de la historia de la salvación como las principales ilustraciones del poder de Dios: (1) la resurrección de Jesús de entre los muertos; (2) la exaltación de Jesús al Trono cósmico (Efe. 1:20).
¿Cómo se expresa el poder de Dios mediante la resurrección de Jesús? Efesios 1:20; 1 Corintios 15:20–22; Filipenses 3:8–11; Hebreos 13:20, 21; 1 Pedro 1:3.
Efesios 1:20
20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,
1 Corintios 15:20–22
20 Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. 21 Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. 22 Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
Filipenses 3:8–11
8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, 9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; 10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, 11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.
Hebreos 13:20-21
20 Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, 21 os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
1 Pedro 1:3
3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,
La resurrección de Jesús es una creencia innegociable de la fe cristiana (1 Cor. 15:14, 17). Debido a que Cristo resucitó, los creyentes fieles esperan la gran resurrección futura a la vida eterna en la venida de Cristo (1 Cor. 15:20–23). Debido a que Cristo resucitó, nosotros podemos acudir a él hoy para obtener todas las bendiciones del evangelio, incluyendo la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida.
La imagen de que Dios “lo sentó [a Cristo] a su diestra” (Efe. 1:20) proviene del Salmo 110:1, el pasaje citado con mayor frecuencia en el Nuevo Testamento (todos los pasajes anteriormente citados parecen estar inspirados en él). La exaltación de Cristo tiene un alto perfil en Efesios. Los creyentes están “sent[ados] en el cielo con Cristo Jesús” (Efe. 2:6). Además, Pablo se refiere a la ascensión de Cristo como un preludio: Cristo llenará todas las cosas y le dará dones a la iglesia (ver Efe. 4:8–11).
En Efesios 4:8 al 11, Pablo nos advierte acerca de adoptar una imagen meramente estática de Cristo en el Trono del Padre, y en cambio nos presenta “la dinámica imagen neotestamentaria del Cristo exaltado que sale mediante su Espíritu por todo el mundo, venciendo y para vencer” (F. F. Bruce, The Epistles to the Colossians, to Philemon, and to the Ephesians [Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1984], p. 133). Entonces Pablo presenta la exaltación/coronación de Cristo no simplemente como una ilustración del poder divino ofrecido a los creyentes, sino como la fuente de ese poder.
¿Cuáles son las formas en que necesitamos del poder de Cristo en nuestra vida, y cómo podemos aprovechar mejor ese poder? ¿Qué prácticas podrían impedir que accedamos a ese poder?
Comentarios Elena G.W
[El] Salvador salió de la tumba por la vida que había en él. Quedó probada la verdad de sus palabras: «Yo pongo mi vida, para volverla a tomar… Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar». Entonces se cumplió la profecía que había hecho a los sacerdotes y príncipes: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». Juan 10:17, 18; 2:19.
Sobre la tumba abierta de José, Cristo había proclamado triunfante: «Yo soy la resurrección y la vida». Únicamente la Divinidad podía pronunciar estas palabras. Todos los seres creados viven por la voluntad y el poder de Dios. Son receptores dependientes de la vida de Dios. Desde el más sublime serafín hasta el ser animado más humilde, todos son renovados por la Fuente de la vida. Únicamente el que es uno con Dios podía decir: Tengo poder para poner mi vida, y tengo poder para tomarla de nuevo. En su divinidad, Cristo poseía el poder de quebrar las ligaduras de la Muerte (El Deseado de todas las gentes, p. 729).
Acude a Cristo para recibir alivio. Aférrate de él. Persevera lo suficiente como para someter tu voluntad a la de Dios. Muchos están demasiado apurados para orar. Con pasos apresurados avanzan a la sombra de la amante presencia de Cristo, para detenerse tal vez unos pocos momentos en el sagrado recinto, pero sin esperar su consejo. No toman tiempo para sentarse, no toman tiempo para demorar con el Maestro divino. Con todas sus cargas, vuelven a su trabajo.
Concentra tus pensamientos en el Salvador. Apártate del bullicio del mundo y siéntate a la sombra de Cristo. Tienes que hacerlo para recibir las ricas bendiciones que espera concederte. Dedica tus pensamientos a cosas elevadas y santas. Entonces, en medio de la actividad del trabajo y el conflicto diario, se renovará tu fortaleza espiritual (This Day With God, p. 154; parcialmente en Cada día con Dios, p. 152).
No hay hombre viviente que tenga facultad o capacidad alguna que no haya recibido de Dios, y la fuente de la cual vino está abierta para el más débil ser humano. Si se acerca a Dios, la inagotable fuente de fortaleza, se dará cuenta de que el Señor cumple su promesa… «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis»…
El Espíritu Santo espera para dar ayuda a toda alma creyente, y Jesús declara: «He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». Sean fuertes los que creen en Jesús, hombres de oración y plenos de confianza en el poder de Cristo para salvar. «Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás» (Testimonios para los ministros, pp. 379, 380).