- junio 11, 2024
Martes 11 de junio – IDENTIFIQUEMOS A LA BESTIA: PRIMERA PARTE – EL CONFLICTO INMINENTE
EL CONFLICTO INMINENTE “Santifícalos en la verdad. Tu palabra es verdad” (Juan 17:17). Martes: 11 de junio IDENTIFIQUEMOS A LA…
EL CONFLICTO INMINENTE
“Santifícalos en la verdad. Tu palabra es verdad” (Juan 17:17).
Martes: 11 de junio
IDENTIFIQUEMOS A LA BESTIA: PRIMERA PARTE
Apocalipsis 13:1 y 2. ¿De dónde surge esta bestia y quién le da autoridad?
Apocalipsis 13:1-2
1 Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo. 2 Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad.
El libro de Apocalipsis identifica al dragón principalmente como Satanás. Apocalipsis 12:3 al 5 dice que el dragón intentó destruir, “en cuanto naciera”, al “Hijo varón”, que más adelante fue “arrebatado para Dios y para su trono”. Fue el diablo, mediante la Roma pagana, quien intentó destruir a Cristo (ver Mat. 2:16-18). El archienemigo de Dios y del hombre obra mediante instituciones políticas y religiosas para lograr sus propósitos.
Sobre el poder de esta bestia, se nos dice: “el dragón le dio su poder, su trono y gran autoridad” (Apoc. 13:2). Esta profecía se cumplió con precisión cientos de años más tarde, cuando el emperador romano Constantino trasladó su capital de Roma a lo que llegó a llamarse Constantinopla, en la actual Turquía. Esto dejó un vacío de poder en el antiguo trono, o sede, de los césares, la ciudad imperial de Roma. Así, la Roma pagana le dio a la bestia su sede, o capital.
Isaac Backus declaró: “Al trasladar la sede del Imperio a Constantinopla, […] Constantino dio paso a que el obispo de Roma se exaltara a sí mismo por encima de todos los hombres de la Tierra, y por encima del Dios del Cielo” (The Infinite Importance of the Obedience of Faith, and of Separation from the World, p. 16; citado en LeRoy Edwin Froom, The Prophetic Faith of Our Fathers, t. 3, p. 213). Según Thomas Hobbes, “el papado no es otra cosa que el fantasma del difunto Imperio Romano que, coronado, se sienta sobre su tumba” (Leviathan [Nueva York: Oxford University Press, 1996], p. 386). Un análisis cuidadoso revela que la bestia que sube del mar, de Apocalipsis 13, es un poder religioso apóstata que surge de Roma y se convierte en un sistema mundial de adoración (Apoc. 13:3, 4). Esta bestia no es una persona; es una organización religiosa que ha sustituido la verdad de la Palabra de Dios por decretos humanos.
Lee Apocalipsis 13:1 y 6. ¿Qué palabra clave se utiliza para identificar el poder de la bestia?
Apocalipsis 13:1 y 6
1 Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo
6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo.
La Biblia define la blasfemia en Juan 10:33 y Lucas 5:21 con dos ejemplos: (1) un hombre que pretende ser Dios o dice ser Dios, y (2) un hombre que dice tener el poder de perdonar pecados. Estas acusaciones eran injustas porque Jesús es verdaderamente Dios y, por lo tanto, tiene el derecho de perdonar pecados. El papado romano tiene dos doctrinas distintivas que la Biblia llama blasfemia: afirma que sus sacerdotes tienen el poder de perdonar pecados y que el papa tiene las prerrogativas de Dios en la Tierra.
Comentarios Elena G.W
La ilación profética en la que se encuentran estos símbolos empieza en el capítulo 12 del Apocalipsis, con el dragón que trató de destruir a Cristo cuando nació. En dicho capítulo vemos que el dragón es Satanás (Apocalipsis 12:9); fue él quien indujo a Herodes a procurar la muerte del Salvador. Pero el agente principal de Satanás al guerrear contra Cristo y su pueblo durante los primeros siglos de la era cristiana, fue el Imperio Romano, en el cual prevalecía la religión pagana. Así que si bien el dragón representa primero a Satanás, en sentido derivado es un símbolo de la Roma pagana (El conflicto de los siglos, p. 434).
Mediante esa primera bestia se representa a la Iglesia Romana, una organización eclesiástica investida de poder civil, con autoridad para castigar a los disidentes. La imagen de la bestia representa otra organización religiosa investida de poderes similares. La formación de esa imagen es obra de la bestia cuyo pacífico surgimiento y disposición aparentemente bondadosa hacen de ella un notable símbolo de los Estados Unidos. Aquí se puede encontrar una imagen del papado. Cuando las iglesias de nuestro país, al unirse en puntos de fe que les son comunes, influyan sobre el estado para que imponga sus decretos y apoye sus instituciones, entonces los Estados Unidos, país protestante, habrán formado una imagen de la jerarquía romana. Entonces la verdadera iglesia será objeto de persecución, como lo fue el antiguo pueblo de Dios (La historia de la redención, pp. 400, 401).
La Palabra de Dios ha dado advertencias respecto a tan inminente peligro; descuide estos avisos y el mundo protestante sabrá cuáles son los verdaderos propósitos de Roma, pero ya será tarde para salir de la trampa. Roma está aumentando sigilosamente su poder. Sus doctrinas están ejerciendo su influencia en las cámaras legislativas, en las iglesias y en los corazones de los hombres. Ya está levantando sus soberbios e imponentes edificios en cuyos secretos recintos reanudará sus antiguas persecuciones. Está acumulando ocultamente sus fuerzas y sin despertar sospechas para alcanzar sus propios fines y para dar el golpe en su debido tiempo. Todo lo que Roma desea es asegurarse alguna ventaja, y esta ya le ha sido concedida. Pronto veremos y palparemos los propósitos del romanismo. Cualquiera que crea u obedezca a la Palabra de Dios incurrirá en oprobio y persecución (El conflicto de los siglos, p. 567).
Nadie se engañe. El papado que los protestantes están ahora tan dispuestos a honrar, es el mismo que gobernaba al mundo en tiempos de la Reforma, cuando se levantaron hombres de Dios con peligro de sus vidas para denunciar la iniquidad de él. El romanismo sostiene las mismas orgullosas pretensiones con que supo dominar sobre reyes y príncipes y arrogarse las prerrogativas de Dios. Su espíritu no es hoy menos cruel ni despótico que cuando destruía la libertad humana y mataba a los santos del Altísimo…
Forma parte de su política asumir el carácter que le permita realizar mejor sus fines; pero bajo la apariencia variable del camaleón oculta el mismo veneno de la serpiente (El conflicto de los siglos, p. 571).