Martes 12 de septiembre – EL CONFLICTO DE LOS SIGLOS EN LAS CARTAS DE PABLO – EL LLAMADO A ESTAR FIRMES

EL LLAMADO A ESTAR FIRMES “Por lo demás, hermanos míos, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su…

 Martes 12 de septiembre – EL CONFLICTO DE LOS SIGLOS EN LAS CARTAS DE PABLO – EL LLAMADO A ESTAR FIRMES

EL LLAMADO A ESTAR FIRMES

“Por lo demás, hermanos míos, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza. Vístanse de toda la armadura de Dios, para que puedan estar firmes contra las artimañas del diablo” (Efe. 6:10, 11).

Martes: 12 de septiembre

EL CONFLICTO DE LOS SIGLOS EN LAS CARTAS DE PABLO

Lee Romanos 13:11 al 14; 1 Tesalonicenses 5:6 al 8; y 2 Corintios 10:3 al 6. ¿Cómo se comparan estos versículos con Efesios 6:10 al 20? ¿Por qué crees que Pablo utiliza este tipo de imágenes?

 

Romanos 13:11-14

11 Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. 12 La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. 13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, 14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.

 

1 Tesalonicenses 5:6-8

Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.

 

2 Corintios 10:3-6

Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta.

 

Efesios 6:10-20

10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; 18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; 19 y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, 20 por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.

 En sus cartas, Pablo a menudo emplea vocabulario e imágenes de la milicia, e invita a los creyentes a imitar un comportamiento ejemplar como soldados. Si bien Efesios 6:10 al 20 representa su uso más prolongado y concentrado, el lenguaje militar exhibe una de sus principales formas de entender la historia del evangelio. Luego de conquistar a los “principados y potestades” en la Cruz (Col. 2:15), el Cristo exaltado ahora calcula los resultados de esa victoria desde su posición como Señor exaltado sobre los poderes (Fil. 2:911). Cristo recluta a sus seguidores como combatientes en la guerra cósmica y dirige a los ejércitos de luz hacia un gran día de victoria (1 Cor. 15:54–58; 2 Tes. 2:8; Rom. 16:20). Si recopilamos los usos que hace Pablo del simbolismo militar, vemos que él entiende el conflicto entre el bien y el mal como “una guerra cósmica de larga duración: las batallas van y vienen entre dos ejércitos que se enfrentan a lo largo de los siglos, hasta que uno gana la confrontación final” (Peter W. Macky, St. Paul’s Cosmic War Myth: A Military Version of the Gospel [Nueva York: Peter Lang Publishing, Inc., 1998], p. 1).

 La temática frecuente de Pablo de la guerra cósmica también forma parte de la trama de Efesios. En su llamado a las armas (Efe. 6:10-20), Pablo reúne elementos del conflicto cósmico que ya ha usado: la habilitación de los creyentes por parte de Dios con un inmenso “poder” (Efe. 1:18-20; 3:16, 20); la victoria y exaltación de Cristo sobre los poderes (Efe. 1:20-23); los creyentes como un ejército resucitado de entre los muertos, pero ahora empoderados por su identidad con el Cristo exaltado e idóneos para luchar contra su anterior amo tenebroso (Efe. 2:1–10); la función de la iglesia en revelar la ruina inminente de los poderes (Efe. 3:10); el uso del Salmo 68:18 para retratar a Cristo como el victorioso Guerrero divino (Efe. 4:7–11); y el llamado a los creyentes a “vestirse” con la ropa del evangelio (ver Efe. 4:20–24). Cuando se nos llama a ponernos “toda la armadura” de Dios, estamos bien preparados para comprender el papel central del conflicto cósmico, pero también debemos permanecer firmes en la seguridad que tenemos de participar en la victoria final de Cristo.

¿Cuáles son algunas de las formas en que personalmente has experimentado la realidad no solo de este conflicto cósmico, sino también de la victoria que podemos reclamar como propia en Jesús? ¿Por qué entendemos que su victoria en nuestro favor es fundamental para nuestra esperanza y experiencia?

Comentarios Elena G.W

El Señor obrará por medio de cada sincero y ferviente soldado de la cruz. Pero nadie puede ser un buen soldado si piensa que debe trabajar independientemente de sus colaboradores, y considera que su propio juicio es el mejor. Los obreros de Dios se deben amalgamar; cada cual debe suplir las faltas de los demás…

¿Estamos haciendo los preparativos necesarios para resistir las artimañas del enemigo? ¿Percibimos el sagrado carácter de la obra de Dios y la necesidad de velar por las almas como quienes tenemos que dar cuenta? Debemos estar vigilantes. «Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz». Romanos 13:11, 12 (Cada día con Dios, p. 123),

El pueblo de Dios debe estar preparado para resistir al astuto enemigo. Esta resistencia es lo que Satanás teme. El conoce mejor que nosotros el límite de su poder, y cuán fácilmente puede ser vencido si le resistimos y le hacemos frente. Por la fuerza divina, el santo más débil puede más que él y todos sus ángeles, y si se le probase podría mostrar su poder superior. Por lo tanto los pasos de Satanás son silenciosos, sus movimientos furtivos, y sus baterías enmascaradas…

El hombre… no tiene en sí mismo poder para poner resistencia eficaz al mal. Únicamente en la medida en que Cristo more en él por la fe viva, influyendo en sus deseos e impartiéndole fuerza de lo alto, puede el hombre atreverse a arrostrar a un enemigo tan terrible. Todo otro medio de defensa es completamente vano (The Faith I Live By, p. 3 1 8; parcialmente en La fe por la cual vivo, p. 320).

Satanás aparece frecuentemente como un ángel de luz, ataviado con el uniforme del cielo; asume un aire amistoso, manifestando gran santidad de carácter y alta consideración por sus víctimas, las almas que se propone engañar y destruir. Yacen peligros en la senda que él invita a las almas a recorrer, pero tiene éxito en encubrirlos y presenta solo las atracciones. El gran Capitán de nuestra salvación ha vencido en nuestro favor, para que a través de él podamos ser vencedores, si así lo queremos…

Pero a fin de ser salvado usted debe aceptar el yugo de Cristo y desechar el yugo que usted mismo ha modelado para su cuello. La victoria que Jesús ganó en el desierto es una garantía de la victoria que usted puede ganar mediante su nombre. Su única esperanza y salvación está en vencer como Cristo venció (Testimonios para la iglesia, t. 3, pp. 501, 502).

Elena G.W

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *