Martes 15 de agosto – PALABRAS LLENAS DE GRACIA QUE UNIFICAN – VIDAS MOLDEADAS POR CRISTO Y PALABRAS INSPIRADAS POR EL ESPÍRITU

VIDAS MOLDEADAS POR CRISTO Y PALABRAS INSPIRADAS POR EL ESPÍRITU “Acerca de la pasada manera de vivir, despójense del hombre…

 Martes 15 de agosto – PALABRAS LLENAS DE GRACIA QUE UNIFICAN – VIDAS MOLDEADAS POR CRISTO Y PALABRAS INSPIRADAS POR EL ESPÍRITU

VIDAS MOLDEADAS POR CRISTO Y PALABRAS INSPIRADAS POR EL ESPÍRITU

“Acerca de la pasada manera de vivir, despójense del hombre viejo, viciado por sus deseos engañosos. Renueven la actitud de su mente, y vístanse del nuevo hombre, creado para ser semejante a Dios en justicia y en santidad de la verdad” (Efe. 4:22-24).

Martes: 15 de agosto

PALABRAS LLENAS DE GRACIA QUE UNIFICAN

¿Qué consejos de Pablo con respecto al uso de la palabra entre los creyentes son los más importantes para ti en este momento? ¿Por qué? (Efe. 4:25–29).

 

Efesios 4:25–29

25 Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. 26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27 ni deis lugar al diablo. 28 El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. 29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.

Repetidamente, Pablo utiliza una estructura interesante en Efesios 4:25 al 32, que se ilustra en Efesios 4:25: un mandato negativo (“desechen la mentira”); a continuación un mandato positivo (“hablen la verdad cada uno con su prójimo”); y luego una justificación (“porque somos miembros los unos de los otros”, lo que parece indicar “porque somos miembros de un cuerpo y, por lo tanto, estamos relacionados entre nosotros como partes de ese único cuerpo”). La exhortación de Pablo, “hablen la verdad”, no es una invitación a confrontar a otros miembros de la iglesia recitándoles los hechos con torpeza. Pablo alude a Zacarías 8:16, que exhorta a hablar la verdad como forma de fomentar la paz.

Dado que en Efesios 4:31 Pablo destierra la ira y las expresiones de enojo, sus palabras en Efesios 4:26 no permiten ejercer la ira dentro de la congregación, sino más bien, Pablo admite la posibilidad de la ira, al tiempo que limita su expresión con el sentido: “Si te enfadas, no permitas que esto produzca pecado como fruto”.

Pablo parece interrumpir la temática de su discurso con un mandato negativo sobre los ladrones: “El que robaba, no robe más” (Efe. 4:28). Positivamente, que el ladrón “trabaje y haga algo útil con sus propias manos” (Efe. 4:28; ver también 1 Cor. 4:12; 1 Tes. 4:11), que se fundamenta en lo siguiente: “para tener con qué ayudar al necesitado” (Efe. 4:28). Quizá Pablo incluya aquí esta palabra acerca de los ladrones debido a la conexión entre el robo y el discurso engañoso, como lo ilustra la historia de Ananías y Safira en Hechos 5:1 al 11. ¡La fe de Pablo en el poder transformador de Cristo es tan fuerte que imagina a los ladrones convirtiéndose en benefactores!

Luego, Pablo ordena: “Ninguna palabra mala salga de su boca” (Efe. 4:29), que describe la palabra destructiva que irrefrenablemente se abre paso hasta los labios para hacer su obra dañina. De manera positiva, Pablo imagina que cualquier expresión negativa no solo se detiene, sino además se reemplaza por una declaración que muestra tres criterios: (1) “es buena para edificar a otros”; (2) “oportun[a]” (BLP); y (3) da “gracia a los oyentes” (Efe. 4:29). ¡Ojalá todas nuestras palabras pudieran ser así!

Comentarios Elena G.W

Jesús es nuestro ejemplo, no solo en su pureza sin mancha, sino también en su paciencia, amabilidad y disposición servicial. Su vida es una ilustración de la cortesía verdadera. El tenía siempre una mirada bondadosa y una palabra de consuelo para los menesterosos y los oprimidos… Al ver a hombres cansados obligados a llevar pesadas cargas, compartía éstas con ellos mientras les repetía las lecciones que había aprendido de la naturaleza acerca del amor y bondad de Dios. Trataba de inspirar esperanza a los más toscos y a los menos promisorios, presentándoles la seguridad de que podrían llegar a poseer un carácter que los revelaría como hijos de Dios (Obreros evangélicos, pp. 127, 128).

La religión de Jesús ablanda cuanto haya de duro y brusco en el genio, y suaviza lo tosco y violento de los modales. Hace amables las palabras y atrayente el porte. Aprendamos de Cristo a combinar un alto sentido de la pureza e integridad con una disposición alegre. Un cristiano bondadoso y cortés es el argumento más poderoso que se pueda presentar en favor del cristianismo.

Las palabras bondadosas son como el rocío y suaves lluvias para el alma. La Escritura dice de Cristo que la gracia fue derramada en sus labios, para que supiese «hablar en sazón palabra al cansado». Isaías 50:4. Y el Señor nos recomienda: «Sea vuestra palabra siempre con gracia», «para que dé gracia a los oyentes». Colosenses 4:6; Efesios 4:29 (Obreros evangélicos, p. 128).

El apóstol, viendo la tendencia al abuso del don del habla, da instrucciones en cuanto a su uso. «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca», dice, «sino la que sea buena para la necesaria edificación». La palabra «corrompida» califica aquí toda palabra que haría una impresión desfavorable a los principios santos y a la religión sin mácula, toda expresión que eclipsaría la visión de Cristo y borraría de la mente la verdadera simpatía y amor. Incluye las sugerencias impuras, que, a menos que sean resistidas al instante, llevarán a grave pecado…

En toda su enseñanza Cristo presentó principios puros y no adulterados. No pecó, ni fue hallado engaño en su boca. Constantemente fluían ennoblecedoras y santas verdades de sus labios. Habló como ningún hombre habló, con un sentimiento que tocaba el corazón…

Cultivad una mentalidad de oración y educad la lengua para hablar palabras justas, que sean de bendición y no de desaliento. Hablad de la bondad, la misericordia y el amor de Dios. Desechad todas las palabras incrédulas y todo lo que es barato y común. Que vuestras palabras sean palabras sanas, que no puedan ser condenadas, y la paz de Dios seguramente vendrá al alma (In Heavenly Places, p. 175; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 177).

Elena G.W

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