Martes 19 de noviembre – PROFECÍAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO ACERCA DE JESÚS: PARTE I – EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO “Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan. Las mismas…

 Martes 19 de noviembre – PROFECÍAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO ACERCA DE JESÚS: PARTE I – EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

EL CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECÍAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

“Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan. Las mismas obras que el Padre me encomendó realizar, esas mismas obras que hago testifican que el Padre me envió” (Juan 5:36).

Martes: 19 de noviembre

PROFECÍAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO ACERCA DE JESÚS: PARTE I

En una discusión con los líderes religiosos acerca de su identidad, Jesús se pronunció en favor de la autoridad de las Escrituras. A primera vista, parecería innecesario que lo hiciera, pues ellos creían en la Biblia. Sin embargo, lo hizo para mostrarles quién era, independientemente de cuán duros fueran sus corazones y de cuánto lucharan contra la convicción impulsada por la evidencia. Por su parte, Juan registra muchas citas directas y alusiones al Antiguo Testamento que señalan a Jesús como el cumplimiento de las promesas mesiánicas bíblicas.

¿Qué relación existe entre los siguientes pasajes del Nuevo Testamento y del Antiguo Testamento? Es decir, ¿cómo utiliza el Nuevo Testamento estos textos para dar testimonio en favor de Jesús?

 

Juan 1:23; Isaías 40:3

Juan 1:23

23 Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.

Isaías 40:3

Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.

 

Juan 2:16, 17; Salmo 69:9

Juan 2:16-17

16 y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado. 17 Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume.

Salmo 69:9

Porque me consumió el celo de tu casa; Y los denuestos de los que te vituperaban cayeron sobre mí.

 

Juan 7:38; Jeremías 2:13

Juan 7:38

38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Jeremías 2:13

13 Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.

 

Juan 19:36; Números 9:12

Juan 19:36

36 Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo.

Números 9:12

12 No dejarán del animal sacrificado para la mañana, ni quebrarán hueso de él; conforme a todos los ritos de la pascua la celebrarán.

No solo Juan, sino también Pedro, Pablo, Mateo, Marcos, Lucas y todos los escritores del Nuevo Testamento subrayan una y otra vez, bajo la inspiración del Espíritu Santo, cómo la vida, la muerte, la resurrección y la ascensión de Jesús de Nazaret al Trono de Dios son el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento.

Y, aunque Jesús estaba continuamente destacando ante los discípulos las Escrituras que predecían su ministerio, ¿cuándo entendieron ellos finalmente que las Escrituras lo señalaban a él? Fue recién después de que murió, resucitó y se les apareció. “Por eso, cuando Jesús resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto. Y creyeron en la Escritura y en la palabra de Jesús” (Juan 2:22; ver también Juan 20:9).

Comentarios Elena G.W

Dios se buscó un mensajero en Juan el Bautista para preparar el camino del Señor. Este debía dar al mundo un testimonio resuelto al reprobar y denunciar el pecado. Lucas, cuando anuncia su misión y su trabajo, dice: «E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto». Lucas 1:17…

La voz de Juan resonó como una trompeta. Su comisión era: «Anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado». Isaías 58:1. No había recibido educación en las escuelas humanas. Dios y la naturaleza habían sido sus maestros. En la tarea de preparar el camino para el advenimiento de Cristo se necesitaba a uno que fuera tan valiente como para hacer oír su voz al igual que los profetas de la antigüedad, y amonestar a la nación degenerada para que se arrepintiera (Mensajes selectos, t. 2, pp. 167, 168).

Había sido enviado por Dios un heraldo que proclamase la venida de Cristo para llamar la atención de la nación judía y del mundo a su misión, a fin de que los hombres pudiesen prepararse para recibirle. El admirable personaje a quien Juan había anunciado había estado entre ellos durante más de treinta años y no le habían conocido en realidad como el enviado de Dios. El remordimiento se apoderó de los discípulos porque habían dejado que la incredulidad prevaleciente impregnase sus opiniones y anublase su entendimiento. La Luz de este mundo sombrío había estado resplandeciendo entre su lobreguez, y no habían alcanzado a comprender de dónde provenían sus rayos. Se preguntaban por qué se habían conducido de modo que obligara a Cristo a reprenderlos. Con frecuencia repetían sus conversaciones y decían: ¿Por qué permitimos que las consideraciones terrenales y la oposición de sacerdotes y rabinos confundiesen nuestros sentidos, de manera que no comprendíamos que estaba entre nosotros uno mayor que Moisés, y que uno más sabio que Salomón nos instruía? (El Deseado de todas las gentes, pp. 468, 469).

Una luz resplandecía en derredor de la tumba, pero el cuerpo de Jesús no estaba allí. Mientras se demoraban en el lugar, vieron de repente que no estaban solas. Un joven vestido de ropas resplandecientes estaba sentado al lado de la tumba. Era el ángel que había apartado la piedra… Les dijo: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, mas ha resucitado: acordaos de lo que os habló, cuando aun estaba en Galilea, diciendo: Es menester que el Hijo del hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día»

¡Ha resucitado, ha resucitado! Las mujeres repiten las palabras vez tras vez. Ya no necesitan las especias para ungirle. El Salvador está vivo, y no muerto. Recuerdan ahora que cuando hablaba de su muerte, les dijo que resucitaría. ¡Qué día es este para el mundo! Prestamente, las mujeres se apartaron del sepulcro y «con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos» (El Deseado de todas las gentes, pp. 732, 733).

Elena G.W

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