Martes 2 de abril – EL PLANETA TIERRA SE VE AFECTADO – LA GUERRA DETRÁS DE TODAS LAS GUERRAS

LA GUERRA DETRÁS DE TODAS LAS GUERRAS “Hubo una gran batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles combatieron contra…

 Martes 2 de abril – EL PLANETA TIERRA SE VE AFECTADO – LA GUERRA DETRÁS DE TODAS LAS GUERRAS

LA GUERRA DETRÁS DE TODAS LAS GUERRAS

“Hubo una gran batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón, y el dragón y sus ángeles combatieron; pero estos no prevalecieron, ni se halló más lugar para ellos en el cielo” (Apoc. 12:7, 8).

Martes: 2 de abril

EL PLANETA TIERRA SE VE AFECTADO

Cuando Dios creó la Tierra, la creó perfecta. La Biblia dice que “contempló todo lo que había hecho, y vio que era bueno en gran manera” (Gén. 1:31). No había mancha de pecado ni de maldad en ninguna parte. Pero les dio a Adán y a Eva la misma libertad de elección que le había dado a Lucifer. Él no quería robots en la Tierra, así como tampoco quería robots en el Cielo.

De hecho, se esforzó por dejar en claro esta libertad. Plantó un árbol en el Jardín del Edén y lo llamó el árbol del conocimiento del bien y del mal. Se empeñó en hablarles de él, porque quería asegurarse de que supieran que podían elegir.

Satanás observó desde el árbol cuando Eva se distrajo por allí, y le dijo: “No morirán; sino que Dios sabe que el día que ustedes coman de él se les abrirán los ojos, y serán como Dios, conocedores del bien y del mal” (Gén. 3:4, 5). Si ustedes comen de este árbol, entrarán en una nueva esfera de existencia. Tendrán emoción. Tendrán una sensación que nunca antes habían sentido. Eva, Dios te está ocultando algo. Toma, toma del fruto prohibido y cómetelo.

Cuando Eva y luego Adán tomaron esa decisión, abrieron una puerta que Dios quería mantener cerrada para siempre. Era la puerta del pecado; la puerta del sufrimiento, la angustia, la enfermedad y la muerte.

Lee Génesis 3:1 al 3 junto con Romanos 3:23 y 5:12. ¿Qué tienen en común estos pasajes? Describe las consecuencias finales del pecado que asolan a toda la raza humana.

 

Génesis 3:1-3

1 Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.

 

Romanos 3:23

23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,

 

Romanos 5:12

12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

En esencia, el pecado es rebelión contra Dios. Conduce a la separación de Dios. Puesto que Dios es la fuente de la vida, la separación de Dios conduce a la muerte. También conduce a la preocupación, la ansiedad, la enfermedad y las dolencias. En última instancia, el sufrimiento en nuestro mundo es el resultado de vivir en un planeta devastado por el pecado. Esto no significa que cada vez que sufrimos o enfermamos hayamos pecado. Pero sí significa que cada uno de nosotros se ve afectado por vivir en un planeta asolado por el pecado.

Lee Génesis 3:15; Levítico 5:5 y 6; y Juan 1:29. ¿Qué promesa dio Dios a Adán y a Eva en el Jardín después de que pecaron, que les daría esperanza en medio de su culpa y desesperación? ¿Qué costumbre estableció Dios en el Edén, que les señalaría la solución al problema del pecado a lo largo de los siglos?

Comentarios Elena G.W

Aunque creados inocentes y santos, nuestros primeros padres no fueron puestos fuera de la posibilidad de obrar mal. Dios podía haberlos creado de modo que no pudieran faltar a sus requerimientos, pero en ese caso su carácter no se habría desarrollado; su servicio no hubiera sido voluntario, sino forzado. Les dio, por lo tanto, la facultad de escoger, de someterse o no a la obediencia. Y antes que ellos recibieran en su plenitud las bendiciones que él deseaba impartirles, debían ser probados su amor y su lealtad.

En el huerto del Edén se hallaba “el árbol de la ciencia del bien y del mal… Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás». Génesis 2:9-17. Dios quería que Adán y Eva no conocieran el mal. El conocimiento del mal del pecado y sus resultados, del trabajo cansador, de la preocupación ansiosa, del descorazonamiento y la pena, del dolor y la muerte-, les fue evitado por amor (La educación, p. 23).

Con los pecados del mundo puestos sobre él, [el Redentor] pasaría por el mismo camino donde Adán falló. Soportaría una prueba infinitamente mas severa que la que Adán no pudo soportar. Vencería par cuenta del hombre, y derrotaría al tentador, para que, mediante su obediencia, su pureza de carácter y su firme integridad, su justicia pudiera ser imputada al hombre, y así, mediante su nombre, el hombre pudiera vencer al enemigo por su propia cuenta…

En el plan de redención debe haber derramamiento de sangre, porque la muerte debe venir como consecuencia del pecado del hombre. Los animales para las ofrendas de sacrificio debían prefigurar a Crista En la víctima inmolada, el hombre debía ver el cumplimiento temporal de la palabra de Dios: «Ciertamente morirás». Y el derramamiento de la sangre de la víctima significaría también una expiación. No había virtud en la sangre de los animales; pero el derramamiento de la sangre de las victimas debía apuntar hacia un Redentor que un día vendría al mundo y moriría por los pecados de los hombres. Así, Cristo vindicar plenamente la ley de su Padre (Confrontation, pp. 18, 22).

Satanás aparare frecuentemente como un ángel de luz, ataviando con el uniforme del cielo; asume un aire amistoso, manifestando gran santidad de carácter y alta consideración por sus víctimas, las almas que se propone engañar y destruir. Yacen peligros en la senda que él invita a las almas a recorrer, pero tiene éxito en encubrirlos y presenta solo las atracciones. El gran Capitán de nuestra salvación ha vencido en nuestro favor, para que a través de él podamos ser vencedores, si así lo queremos. Pero Cristo no salva a nadie en contra de su decisión; no obliga a nadie a obedecer. Hizo el sacrificio infinito para que podamos vencer en su nombre y para que su justicia nos sea imputada (Testimonios para la iglesia, t. 3, pp. 501, 502).

Elena G.W

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