Martes 26 de noviembre – EL HECHO DE CREER Y EL NUEVO NACIMIENTO – LA FUENTE DE LA VIDA

LA FUENTE DE LA VIDA “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por…

 Martes 26 de noviembre – EL HECHO DE CREER Y EL NUEVO NACIMIENTO – LA FUENTE DE LA VIDA

LA FUENTE DE LA VIDA

“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).

Martes 26 de noviembre

EL HECHO DE CREER Y EL NUEVO NACIMIENTO

Lee Juan 1:12 y 13. ¿Qué pasos se describen aquí para llegar a ser cristiano?

 

Juan 1:12-13

12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Juan escribió su Evangelio para que creyéramos en Jesús y para que, creyendo, tuviéramos vida eterna en su nombre (Juan 20:31). En Juan 1:12 y 13, este proceso se describe en dos pasos. Primero, lo recibimos, es decir, creemos en él. En segundo lugar, él nos da autoridad o poder para convertirnos en hijos de Dios, lo que en el versículo 13 se describe como el hecho de ser engendrados por Dios. Por lo tanto, hay un aspecto humano y uno divino en la conversión del cristiano. Debemos creer, recibirlo y estar dispuestos a recibir la luz, pero él es quien regenera el corazón.

De hecho, la fe misma es un don de Dios que resulta de oír su Palabra (Rom. 10:17). “Para tener una fe verdadera y permanente en Cristo, debemos conocerlo tal como está representado en la Palabra” (Elena G. de White, Fundamentals of Christian Education, p. 433). “El Espíritu que opera en la mente humana y la ilumina crea fe en Dios” (Comentarios de Elena G. de White, Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 915).

Quienes creen y aceptan al Hijo como el Mesías reciben la vida eterna. Juan también hace hincapié en aceptar o creer la Palabra que Jesús pronunció (Juan 5:24, 38, 47). La función del Espíritu Santo es producir convicción (Juan 16:7, 8; comparar con Rom. 8:16).

Lee Romanos 8:16. ¿Qué principio se expresa aquí acerca de la salvación en Jesús?

 

Romanos 8:16

16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

La fe, la fe bíblica, basada en la obra del Espíritu Santo en nuestros corazones, es el fundamento de nuestra fe. “La fe es […] la gran bendición: el ojo que ve, el oído que oye” (Elena G. de White, En los lugares celestiales, p. 106). El enfoque humanista de la fe afirma que debemos encontrar un fundamento para la fe, y luego creer. Por el contrario, el enfoque bíblico afirma que la fe es el fundamento, un don de Dios (Efe. 2:8; 1 Cor. 1:17-24; 2:1-6). Empezamos con el fundamento, que es la fe, y a partir de allí crecemos en comprensión y gracia.

Si alguien te preguntara en qué se basa tu fe, ¿qué responderías?

Comentarios Elena G.W

La vieja naturaleza, nacida de sangre y de la voluntad de la carne, no puede heredar el reino de Dios. Debe renunciarse a los viejos caminos, las tendencias hereditarias, los antiguos hábitos, pues la gracia no se hereda. El nuevo nacimiento consiste en tener nuevos motivos, nuevos gustos, nuevas tendencias. Los que han sido engendrados por el Espíritu Santo para vivir una vida nueva, han llegado a ser participantes de la naturaleza divina, y en todos sus hábitos y prácticas demostrarán su relación con Cristo. Cuando los hombres que pretenden ser cristianos retienen todos sus defectos naturales de carácter y de genio, ¿en qué se diferencia su actitud de la de los mundanos? No aprecian la verdad como santificadora y refinadora. No han nacido de nuevo (Maranata: el Señor viene, p. 244).

[H]oy hay en el mundo religioso multitudes que creen estar trabajando para el establecimiento del reino de Cristo como dominio temporal y terrenal. Desean hacer de nuestro Señor el Rey de los reinos de este mundo, el gobernante de sus tribunales y campamentos, de sus asambleas legislativas, sus palacios y plazas. Esperan que reine por medio de promulgaciones legales, impuestas por autoridad humana. Como Cristo no está aquí en persona, ellos mismos quieren obrar en su lugar ejecutando las leyes de su reino. El establecimiento de un reino tal es lo que los judíos deseaban en los días de Cristo. Habrían recibido a Jesús si él hubiese estado dispuesto a establecer un dominio temporal, a imponer lo que consideraban como leyes de Dios, y hacerlos los expositores de su voluntad y los agentes de su autoridad. Pero él dijo: «Mi reino no es de este mundo». Juan 18:36 (El Deseado de todas las gentes, p. 470).

La Palabra de Dios no se considera digna de confianza en esta época. La Palabra de Cristo, que corta directamente a través de los deseos e indulgencias humanos, y condena los hábitos y prácticas populares esa Palabra que fue hecha carne y habitó entre nosotros—se ignora y se desprecia. Las enseñanzas y el ejemplo de Cristo no son aceptados como el criterio de la vida de los que profesan seguir al Señor. Muchos que invocan el nombre de Cristo caminan a la luz de las chispas de su propio fuego, en lugar de seguir tras las pisadas de su profeso Maestro. No representan el mismo carácter que Cristo representaba mediante su amor puro y sincero hacia Dios, y su amor para el hombre caído. No aceptan a Dios al pie de la letra, ni identifican sus intereses con Jesucristo. No forman el hábito de tener comunión con Jesús, de tomarlo como su guía y consejero, y por lo tanto no aprenden el oficio de vivir una vida cristiana bien definida…

El resultado de la operación interna del Espíritu de Dios se revela en la conducta exterior. La vida del cristiano está escondida con Cristo en Dios, y el Señor reconoce a los que son suyos al declarar: «Vosotros sois mis testigos». Ellos testifican de que el poder divino actúa sobre sus corazones y modela su conducta (Exaltad a Jesús, p. 118).

Elena G.W

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *