Martes 27 de agosto – ¿QUIÉN DIJO QUE PODÍAS HACER ESO? – CONTROVERSIAS EN JERUSALÉN

CONTROVERSIAS EN JERUSALÉN “Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que su Padre que está en…

 Martes 27 de agosto – ¿QUIÉN DIJO QUE PODÍAS HACER ESO? – CONTROVERSIAS EN JERUSALÉN

CONTROVERSIAS EN JERUSALÉN

“Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que su Padre que está en los cielos perdone también sus ofensas” (Mar. 11: 25).

Martes: 27 de agosto

¿QUIÉN DIJO QUE PODÍAS HACER ESO?

Lee Marcos 11:27 al 33. ¿Qué desafío plantearon los líderes religiosos a Jesús y cómo respondió él?

 

Marcos 11:27-33

27 Volvieron entonces a Jerusalén; y andando él por el templo, vinieron a él los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, 28 y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio autoridad para hacer estas cosas? 29 Jesús, respondiendo, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas. 30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Respondedme. 31 Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 32 ¿Y si decimos, de los hombres…? Pero temían al pueblo, pues todos tenían a Juan como un verdadero profeta. 33 Así que, respondiendo, dijeron a Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.

Un día después de que Jesús limpió el Templo, los líderes religiosos lo confrontan en sus atrios y le preguntan con qué autoridad había actuado el día anterior. No pretenden escuchar la verdad, sino entramparlo. Si dice que su autoridad proviene de Dios, ellos negarán que un simple carpintero de pueblo tenga tal autoridad. Si él dice que su autoridad es humana, lo despreciarán como a un tonto.

Pero Jesús percibe la trampa y les dice que contestará su pregunta si ellos responden primero una suya. Lo que les pregunta es si el bautismo de Juan el Bautista provenía de Dios o de los hombres. Ellos se dan cuenta al instante de que son ellos quienes han sido entrampados. Si admiten que ese bautismo provenía de Dios, Jesús les dirá: “¿Por qué no le creyeron?” Si dicen que fue una iniciativa humana, temen la reacción de la gente. Así que, mienten y responden que no saben. Esto da a Jesús la oportunidad de rehusarse a contestar la pregunta de ellos.

Lee Marcos 12:1 al 12. ¿Cómo continuó Jesús su negativa a responder, y con qué efecto?

 

Marcos 12:1-12

1 Entonces comenzó Jesús a decirles por parábolas: Un hombre plantó una viña, la cercó de vallado, cavó un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos. Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que recibiese de estos del fruto de la viña. Mas ellos, tomándole, le golpearon, y le enviaron con las manos vacías. Volvió a enviarles otro siervo; pero apedreándole, le hirieron en la cabeza, y también le enviaron afrentado. Volvió a enviar otro, y a este mataron; y a otros muchos, golpeando a unos y matando a otros. Por último, teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra. Y tomándole, le mataron, y le echaron fuera de la viña. ¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá a los labradores, y dará su viña a otros. 10 ¿Ni aun esta escritura habéis leído: La piedra que desecharon los edificadores Ha venido a ser cabeza del ángulo; 11 El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos? 12 Y procuraban prenderle, porque entendían que decía contra ellos aquella parábola; pero temían a la multitud, y dejándole, se fueron.

Jesús presenta una parábola acerca de una viña, un propietario y arrendatarios a quienes el dueño alquila el campo. La historia que Jesús narra tiene grandes similitudes con la parábola de la viña en Isaías 5, donde Dios presenta una acusación contra el Israel infiel. Cualquiera habría reconocido el paralelo, especialmente los líderes religiosos.

La historia se desarrolla de una manera muy inusual, dado que los arrendatarios se niegan a entregar el fruto de la viña al propietario. En lugar de ello, maltratan y matan a los siervos que él envía. Finalmente, el dueño envía a su amado hijo, a quien espera que ellos respeten. Pero no ocurre eso. Razonan, en cambio –y extrañamente– que, si matan al hijo, la viña les pertenecerá. Su descabellado razonamiento es sorprendente, y la sentencia que se les impondrá está justificada.

Lo que Jesús estaba haciendo en esta historia era dirigir a los líderes religiosos una solemne advertencia acerca del desenlace de su conducta. Vista desde esta perspectiva, su parábola es un amoroso preaviso. Aún no es muy tarde para que cambien y eviten un juicio seguro. Algunos de ellos se arrepentirán, cambiarán y aceptarán a Jesús. Otros, no.

Comentarios Elena G.W

Los sacerdotes vieron que estaban en un dilema del cual ningún sofisma los podía sacar… Si los sacerdotes creían el testimonio de Juan, ¿cómo podían negar que Cristo fuese el Mesías? Si declaraban su verdadera creencia, que el ministerio de Juan era de los hombres, iban a provocar una tormenta de indignación, porque el pueblo creía que Juan era profeta.

La multitud esperaba la decisión con intenso interés. Sabían que los sacerdotes habían profesado aceptar el ministerio de Juan, y esperaban que reconocieran sin reservas que era enviado de Dios. Pero después de consultarse secretamente, los sacerdotes decidieron no comprometerse. Simulando ignorancia, dijeron hipócritamente: «No sabemos». «Ni yo os digo con qué autoridad hago esto», dijo Jesús (El Deseado de todas las gentes, p. 544).

Desconcertados y chasqueados, [los escribas, sacerdotes y gobernantes] permanecieron cabizbajos, sin atreverse a dirigir más preguntas a Jesús. Por su cobardía e indecisión habían perdido en gran medida el respeto del pueblo, que observaba y se divertía al ver derrotados a esos hombres orgullosos y henchidos de justicia propia…

Muchos de los que habían aguardado ansiosamente el resultado de las preguntas de Jesús, serían finalmente sus discípulos, atraídos a él por sus palabras de aquel día lleno de acontecimientos. Nunca se desvanecería de sus mentes la escena ocurrida en el atrio del templo. El contraste entre Jesús y el sumo sacerdote mientras hablaron juntos era notable. El orgulloso dignatario del templo estaba vestido con ricas y costosas vestimentas… Ante este augusto personaje estaba la Majestad del cielo, sin adornos ni ostentación. En sus vestiduras había manchas del viaje; su rostro estaba pálido y expresaba una paciente tristeza; pero se notaban allí una dignidad y benevolencia que contrastaban extrañamente con el orgullo, la confianza propia y el semblante airado del sumo sacerdote. Muchos de los que oyeron las palabras y vieron los hechos de Jesús en el templo, le tuvieron desde entonces por profeta de Dios (El Deseado de todas las gentes, pp. 544, 545).

[En la parábola,] el señor de la viña había hecho todo lo necesario para su prosperidad. «¿Qué más se había de hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella?» Isaías 5:4… Pero como los labradores habían matado a los siervos que el señor les envió en busca de fruto, así los judíos habían dado muerte a los profetas a quienes Dios les enviara para llamarlos al arrepentimiento… [Ahora] en el amado hijo a quien el señor de la viña envió finalmente a sus desobedientes siervos, a quien ellos habían prendido y matado, los sacerdotes y gobernantes vieron un cuadro claro de Jesús y su suerte inminente. Ya estaban ellos maquinando la muerte de Aquel a quien el Padre les había enviado como último llamamiento. En la retribución infligida a los ingratos labradores, estaba pintada la sentencia de los que matarían a Cristo (El Deseado de todas las gentes, pp. 547, 548).

Elena G.W

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