Martes 31 de diciembre – AMOR GRATUITO – DIOS AMA DE PURA GRACIA

DIOS AMA DE PURA GRACIA “Yo los sanaré de su rebelión, los amaré de pura gracia, porque mi ira se…

 Martes 31 de diciembre – AMOR GRATUITO – DIOS AMA DE PURA GRACIA

DIOS AMA DE PURA GRACIA

“Yo los sanaré de su rebelión, los amaré de pura gracia, porque mi ira se apartó de ellos” (Ose. 14: 4).

Martes: 31 de diciembre

AMOR GRATUITO

Dios no solo continuó otorgando su amor gratuitamente a Israel a pesar de las repetidas rebeliones, sino que también sigue amándonos a nosotros aunque somos pecadores. No merecemos el amor de Dios y nunca podríamos ganárnoslo. Dios no nos necesita. El Dios de la Biblia no necesita nada (Hech. 17: 25). El amor de Dios por ti, por mí y por todas las personas es enteramente fruto de su propia voluntad.

Compara Apocalipsis 4: 11 y Salmo 33: 6. ¿Qué nos enseñan estos versículos sobre la decisión libre y voluntaria de Dios de crear todo lo que existe?

 

Apocalipsis 4: 11

11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.

 

Salmo 33: 6

Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca.

Dios creó libremente este mundo. En consecuencia, es digno de toda gloria, honor y poder. Él no necesitaba crear ningún mundo. Aun antes de la creación de este o de cualquier otro, ya disfrutaba de la relación de amor que existía entre los integrantes de la Deidad.

Lee Juan 17: 24. ¿Qué nos dice este texto acerca del amor de Dios antes de que el mundo existiera?

 

Juan 17: 24

24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.

Dios no necesitaba criaturas que fueran objeto de su amor. Pero, de acuerdo con su carácter amoroso, decidió crear el mundo y entrar en una relación de amor con sus criaturas.

Dios no solo creó este mundo por iniciativa propia y como una expresión de su amor generoso, sino que también sigue amando a los seres humanos por iniciativa propia, incluso después de que estos cayeron en pecado en el Edén, e incluso después de que nosotros pecáramos personalmente.

Tras la caída en el Edén, Adán y Eva no tenían derecho a seguir viviendo y disfrutando del amor de Dios. Pero Dios, que “sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Heb. 1: 3), sostuvo su vida e hizo un camino para reconciliar a la humanidad consigo mismo en virtud de su gran amor, misericordia y gracia. Y esa reconciliación también nos incluye.

¿Qué nos dice acerca del amor y el carácter de Dios el hecho de que siga haciendo a este mundo objeto de su amor a pesar de su caída y maldad? ¿De qué manera esta verdad debería motivarnos a amarlo?

Comentarios Elena G.W

Las obras creadas por Dios testifican de su amor y poder. Él ha llamado al mundo a la existencia, con todo lo que contiene. Dios ama lo bello; y en el mundo que ha preparado para nosotros, no solo nos ha dado todo lo necesario para nuestra comodidad, sino que ha llenado los cielos y la tierra de belleza. Vemos su amor y cuidado en los ricos campos del otoño, y su sonrisa en la alegre luz del sol. Su mano ha hecho las rocas como castillos y las sublimes montañas. Los altos árboles crecen a su orden; él ha extendido la verde y aterciopelada alfombra de la tierra, y la ha tachonado de arbustos y flores…

La misma energía creadora que sacó el mundo a la existencia, sigue manifestándose en el sostenimiento del universo y en la continuación de las operaciones de la naturaleza. La mano de Dios guía los planetas en su marcha ordenada a través de los cielos. No se debe a un poder inherente que la tierra continúe su movimiento en derredor del sol año tras año, y produzca sus bendiciones. La palabra de Dios controla los elementos. Él cubre los cielos de nubes y prepara lluvia para la tierra. Hace fructíferos los valles, y “hace a los montes producir hierba”. Salmo 147:8 (Consejos para los maestros, pp. 177, 178).

Desde antes que fueran echados los cimientos de la tierra, el Padre y el Hijo se habían unido en un pacto para redimir al hombre en caso de que fuese vencido por Satanás. Habían unido sus manos en un solemne compromiso de que Cristo sería fiador de la especie humana. Cristo había cumplido este compromiso. Cuando sobre la cruz exclamó: “Consumado es”, se dirigió al Padre. El pacto había sido llevado plenamente a cabo. Ahora declara: Padre, consumado es. He hecho tu voluntad, oh Dios mío. He completado la obra de la redención. Si tu justicia está satisfecha, “aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo”. Juan 19:30; 17:24.

Se oye entonces la voz de Dios proclamando que la justicia está satisfecha. Satanás está vencido. Los hijos de Cristo, que trabajan y luchan en la tierra, son “aceptos en el Amado”. Efesios 1:6. Delante de los ángeles celestiales y los representantes de los mundos que no cayeron, son declarados justificados…

Los cantos de triunfo se mezclan con la música de las arpas angelicales, hasta que el cielo parece rebosar de gozo y alabanza. El amor ha vencido. Lo que estaba perdido se ha hallado (Exaltad a Jesús, p.97).

La muerte de Cristo demuestra el gran amor de Dios por el hombre. Es nuestra garantía de salvación. Quitarle al cristiano la cruz sería como borrar del cielo el sol. La cruz nos acerca a Dios, y nos reconcilia con él. Con la perdonadora compasión del amor de un padre, Jehová contempla los sufrimientos que su Hijo soportó con el fin de salvar de la muerte eterna a la familia humana, y nos acepta en el Amado…

Mediante la cruz podemos saber que el Padre celestial nos ama con un amor infinito (Los hechos de los apóstoles, pp. 170, 171).

Elena G.W

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