Martes 31 de octubre – NUESTRAS EXCUSAS: LA INCONVENIENCIA – EXCUSAS PARA ELUDIR LA MISIÓN

EXCUSAS PARA ELUDIR LA MISIÓN “Después oí la voz del Señor, que dijo: ‘¿A quién enviaré? ¿Quién irá de nuestra…

 Martes 31 de octubre – NUESTRAS EXCUSAS: LA INCONVENIENCIA – EXCUSAS PARA ELUDIR LA MISIÓN

EXCUSAS PARA ELUDIR LA MISIÓN

“Después oí la voz del Señor, que dijo: ‘¿A quién enviaré? ¿Quién irá de nuestra parte?’ Entonces respondí: ‘Aquí estoy, envíame a mí’ ” (Isa. 6:8).

Martes: 31 de octubre

NUESTRAS EXCUSAS: LA INCONVENIENCIA

La experiencia de Jonás en el vientre del gran pez (ver Jon. 2) fue una dramática muestra del amor y la misericordia de Dios, y la oración de Jonás revela que no llegó a captar el mensaje de amor de Dios. Pero el hecho de que hubiera tenido un encuentro increíble con Dios no significaba que sus antiguos hábitos de pensamiento o sus actitudes fuesen fáciles de cambiar, aunque fue a Nínive de todos modos.

Lee Jonás 3. ¿Cómo respondió la gente a la predicación de Jonás? ¿Qué lecciones de testificación se evidencian aquí?

 

Jonás 3

1 Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré. Y se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive ciudad grande en extremo, de tres días de camino. Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos. ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos? 10 Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.

Jonás dejó de lado sus sentimientos personales hacia los ninivitas, predicó lo que Dios le comunicó, y los resultados fueron asombrosos. Los ninivitas se arrepintieron. Sí, Jonás tuvo que pasar por muchas cosas, hacer lo que no quería hacer, pero cuando lo hizo, Dios fue glorificado.

Por ende, la misión de Dios se lleva adelante sobre los hombros de quienes están dispuestos a sacrificarse, aunque sea a regañadientes. Nuestros valores deben ceder el paso a la prioridad de Dios por los perdidos. Como Jonás, a veces albergamos prejuicios que nos impiden acercarnos a una persona o grupo.

Tener que enfrentarnos a nuestros prejuicios requiere humildad. La misión también requiere tiempo y energía emocional. Invertir en la vida de los demás y preocuparnos verdaderamente por ellos puede ser agotador. En una época en la que estamos estresados con nuestra vida y los problemas personales, ofrecer apoyo emocional puede parecer demasiado agotador.

Y, por último, participar de la misión a menudo exige que cambiemos nuestra forma de considerar el dinero y utilizarlo. Ya sea para ayudar a la gente, comprar publicaciones y materiales de evangelización, o pagar servicios para dedicar más tiempo a la obra misionera, hay gastos relacionados con la misión. La obra misionera, en cualquiera de sus formas, exige sacrificios.

Lo bueno es que, a pesar de las deficiencias de Jonás, Dios obró poderosamente para que los ninivitas se arrepintieran. Lamentablemente, Jonás no compartió la bendición del gozo celestial.

¿Qué sacrificio te pide Dios que hagas, o que estés dispuesto a hacer, para compartir su amor con otra persona? ¿Hasta qué punto confías en que él cumplirá su promesa de enriquecer tu vida mediante el sacrificio?

Comentarios Elena G.W

Toda alma que sea finalmente salvada, debe someter sus propios planes y avanzar por donde Jesús indica. El entendimiento debe ser sometido a Cristo para que lo limpie, lo refine y lo purifique. Eso siempre debe ocurrir cuando recibimos correctamente las enseñanzas de Cristo. ¡Oh, cuánto más íntimamente necesitamos conocerlo! Necesitamos conocer sus propósitos y cumplir su voluntad mientras decimos de todo corazón: «Señor, ¿qué quieres que yo haga?».

Debemos recordar siempre el hecho de que el tiempo es corto. La iniquidad abunda por todas partes. Los justos son como luces en el mundo. Por medio de ellos la gloria de Dios debe manifestarse a este (Cada día con Dios, p. 320).

Si estáis en comunión con Cristo, estimaréis a cada ser humano como él lo estima. Sentiréis hacia otros el mismo amor profundo que Cristo ha sentido por nosotros. Entonces podréis ganar y no ahuyentar, atraer y no repeler a aquellos por quienes él murió. Nadie podría haber sido llevado de vuelta a Dios si Cristo no hubiese hecho un esfuerzo personal por él; y mediante esa obra personal podemos rescatar las almas. Cuando veáis a los que van a la muerte, no descansaréis en completa indiferencia y tranquilidad. Cuanto mayor sea su pecado y más profunda su miseria, más fervientes y tiernos serán vuestros esfuerzos por curarlos. Comprenderéis la necesidad de los que sufren, los que han pecado contra Dios y están oprimidos por una carga de culpabilidad. Vuestro corazón sentirá simpatía por ellos, y les extenderéis una mano ayudadora. Los llevaréis a Cristo en los brazos de vuestra fe y amor. Velaréis sobre ellos y los animaréis, y vuestra simpatía y confianza hará que les sea difícil perder su constancia.

Todos los ángeles del cielo están dispuestos a cooperar en esta obra. Todos los recursos del cielo están a disposición de los que tratan de salvar a los perdidos. Los ángeles os ayudarán a llegar hasta los más descuidados y endurecidos. Y cuando uno se vuelve a Dios, se alegra todo el cielo; los serafines y los querubines tañen sus arpas de oro, y cantan alabanzas a Dios y al Cordero por su misericordia y bondad amante hacia los hijos de los hombres (Palabras de vida del gran Maestro, p. 155).

Cristo vino al mundo para sufrir y morir, a fin de que, por la fe en él y apropiándonos sus méritos, llegásemos a colaborar con Dios. El designio del Salvador era que una vez que él hubiese subido al cielo, para allí interceder en favor de los seres humanos, sus discípulos continuasen la obra emprendida por él. ¿No se preocuparán los hombres por dar el mensaje a los que moran en tinieblas? Hay quienes están listos para ir hasta los extremos de la tierra, a llevar a los hombres la luz de la verdad; pero Dios quiere que toda alma que conozca la verdad se esfuerce por infundir a otros el amor a la verdad. ¿Cómo podremos ser estimados dignos de entrar en la ciudad de Dios si no estamos dispuestos a realizar verdaderos sacrificios para salvar a las almas que están por perecer? (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 84).

Elena G.W

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