Martes 4 de febrero – EL CARÁCTER INMUTABLE DE DIOS – EL AMOR DE DIOS POR LA JUSTICIA

EL AMOR DE DIOS POR LA JUSTICIA “Mas alábese en esto el que haya de alabarse: en entenderme y conocerme,…

 Martes 4 de febrero – EL CARÁCTER INMUTABLE DE DIOS – EL AMOR DE DIOS POR LA JUSTICIA

EL AMOR DE DIOS POR LA JUSTICIA

“Mas alábese en esto el que haya de alabarse: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra, porque estas cosas me agradan, dice Jehová” (Jer. 9: 24).

Martes: 4 de febrero

EL CARÁCTER INMUTABLE DE DIOS

Lee Malaquías 3: 6 y Santiago 1: 17. ¿Qué enseñan estos pasajes acerca del carácter de Dios?

 

Malaquías 3: 6

Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.

 

Santiago 1: 17

17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.

En Malaquías 3: 6, Dios declara: “Yo, Jehová, no cambio”. Aunque algunos interpretan esta parte del versículo en el sentido de que Dios no cambia de ninguna manera, el resto del texto y su contexto inmediato muestran que la inmutabilidad divina a la que se refiere el profeta es la inmutabilidad moral. El resto del versículo indica que Dios puede cambiar relacionalmente, pues Dios dice: “Por eso ustedes no han sido consumidos” (RVC). Y en el versículo siguiente, Dios exhorta a su pueblo: “Si se vuelven a mí, yo me volveré a ustedes” (Mal. 3: 7, RVC).

Así, pues, Dios mantiene relaciones de reciprocidad con su Creación, pero su carácter se mantiene constante a través de todas ellas. Esto también es afirmado en Santiago 1: 17, que proclama que todos los dones buenos y perfectos proceden de Dios, en quien no hay variación. Dios no es la fuente del mal.

Aquí y en otros lugares, la Escritura enseña sistemáticamente que el carácter de Dios es moralmente inmutable. Sin embargo, Dios puede entrar y entra en una relación real con sus criaturas, a las que responde siempre con amor y justicia.

Lee 2 Timoteo 2: 13; Tito 1: 2; y Hebreos 6: 17 y 18. ¿Qué enseñan estos textos acerca de Dios?

 

2 Timoteo 2: 13

13 Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo.

 

Tito 1: 2

en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos,

 

Hebreos 6: 17-18

17 Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; 18 para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.

Dios no se contradice, nunca miente y sus promesas son inquebrantables. El Dios de la Biblia es el mismo que se entregó voluntariamente por nosotros en la persona de Cristo en la Cruz; un Dios en quien se puede confiar sin reservas y depositar nuestra esperanza para el futuro, pues, como dice Hebreos 13: 8: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos”.

¿Cómo puedes aprender a confiar en la bondad de Dios aun en los momentos cuando las cosas no vayan bien en tu vida? ¿Cómo te ayuda la imagen de Dios en la Cruz a confiar en su bondad?

Comentarios Elena G.W

Satanás declaró que la misericordia destruía la justicia, que la muerte de Cristo. abrogaba la ley del Padre. Si hubiese sido posible que la ley fuera cambiada o abrogada, Cristo no habría necesitado morir. Pero abrogar la ley sería inmortalizar la transgresión y colocar al mundo bajo el dominio de Satanás. Porque la ley era inmutable, porque el hombre podía ser salvo únicamente por la obediencia a sus preceptos, fue levantado Jesús en la cruz. Sin embargo, Satanás representó como destructor de la ley aquel mismo medio por el cual Cristo la estableció. Alrededor de esto girará el último conflicto de la gran lucha entre Cristo y Satanás (El Deseado de todas las gentes, p. 711).

Dios ha existido siempre. Es el gran «Yo Soy». El salmista declara: «Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, y desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios». Salmo 90:2. Él es el alto y sublime que habita en la eternidad. El mismo afirma: «Yo Jehová, no me mudo». Con él no hay cambio ni sombra de variación. El es «el mismo ayer, y hoy, y por los siglos». Es infinito y omnipresente. Ningún lenguaje humano puede describir su grandeza y majestad.

Por encima de las confusiones de la tierra Dios está en su trono; todas las cosas están abiertas a su divina mirada; y desde su grande y serena eternidad ordena lo que a su providencia le parece mejor.

Dios no se propone rendir cuenta de sus caminos y de sus hechos. Para su propia gloria, oculta sus propósitos ahora; pero muy pronto serán revelados en su verdadera importancia. Pero no ha ocultado su gran amor, que es el fundamento de todo su trato con sus criaturas (La fe por la cual vivo, p. 44).

El Señor desea que mencionemos su bondad y hablemos de su poder. Se le honra mediante la expresión de alabanza y agradecimiento. El dice: «El que sacrifica alabanza me honrará». Salmo 50:23. Cuando los hijos de Israel viajaban por el desierto, alababan a Dios con himnos sagrados. Los mandamientos y las promesas de Dios fueron provistos de música y a lo largo de todo el sendero fueron cantados por los peregrinos. Y en Canaán, al participar de las fiestas sagradas, las maravillosas obras de Dios habían de ser repasadas, y se había de ofrecer el agradecimiento debido a su nombre. Dios deseaba que toda la vida de su pueblo fuera una vida de alabanza. En esa forma los caminos de Dios habían de ser conocidos «en la tierra», y su salud «en todas las gentes». Salmo 67:2.

Así debería ser también hoy. Los habitantes del mundo adoran dioses falsos. Han de ser apartados de su falso culto, no porque oigan acusaciones contra sus ídolos, sino porque se les presente algo mejor. Han de ser pregonadas las bondades de Dios. «Sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios». Isaías 43:12 (Palabras de vida del gran Maestro, p. 240).

Elena G.W

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