Martes 6 de agosto – MIGAJAS PARA LOS PERROS – DE ADENTRO HACIA AFUERA

MILAGROS ALREDEDOR DEL LAGO “Nada exterior al hombre puede entrar en él y contaminarlo. Más bien lo que sale del…

 Martes 6 de agosto – MIGAJAS PARA LOS PERROS – DE ADENTRO HACIA AFUERA

MILAGROS ALREDEDOR DEL LAGO

“Nada exterior al hombre puede entrar en él y contaminarlo. Más bien lo que sale del hombre es lo que lo contamina” (Mar. 7:15).

Martes: 6 de agosto

MIGAJAS PARA LOS PERROS

Lee Marcos 7:24 al 30. ¿Qué importantes lecciones contiene esta historia?

A continuación del desafiante pasaje que estudiamos ayer, el relato registrado en este texto plantea también preguntas problemáticas. ¿Por qué responde Jesús tan rudamente a esta mujer? ¿Por qué la caracteriza, mediante repetidas expresiones, como un perro? Él no lo explica abiertamente, pero hay dos características de su respuesta que sugieren lo que está enseñando. En Marcos 7:27, él dice que los hijos deben ser alimentados “primero”. Si hay un “primero”, sería lógico que hubiera un “segundo”. La otra característica es que Jesús usa una forma diminutiva de la palabra perro, no en el sentido de cachorro, sino más bien, a la luz del contexto, de mascotas a las que se les permite estar en la casa, en contraste con los perros de la calle. En su respuesta a Jesús, la mujer demuestra que captó los dos marcadores discursivos usados por él, lo que ayuda a entender la reacción de ella. Su respuesta es bastante directa y contundente. Ella contesta: “Sí, Señor. Pero aun los perrillos debajo de la mesa comen de las migajas de los hijos” (Mar. 7:28). ¿Cómo se le ocurrió esa respuesta? Ciertamente, el amor hacia su hija la impulsó a avanzar. Pero él también la animó. Dijo “primero”, dando por sentado que había un “segundo”. Además, él sugirió que ella era comparable a una mascota perteneciente a la familia, como los perros que estaban bajo la mesa de sus dueños. Así como el perro doméstico estaba en la casa bajo la mesa, ella estaba a los pies de Jesús rogando por su hija. En vista de eso, ella reclamó el derecho de un perro de familia a la comida que caía al suelo. La respuesta de la mujer revela su fe. Llamar “migaja” al poderoso milagro de sanar a su hija a la distancia indicaba que ella consideraba especialmente grande el poder de Jesús (si semejante milagro era una migaja, uno se pregunta qué habría sido un pan entero). Esta respuesta también muestra que ella entendía que concederle este milagro era algo sencillo para él. Jesús fue conmovido, y accedió a su pedido. “Por medio de su trato con ella, ha demostrado que aquella que Israel había considerado como paria ya no es extranjera sino una hija en la familia de Dios. Y, como hija, es su privilegio participar de los dones del Padre” (DTG 367, 368).

¿Por qué el prejuicio contra otras razas y nacionalidades es tan contrario a la enseñanza de Jesús? ¿Cómo podemos ser limpiados de este mal?

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