- noviembre 7, 2023
Martes 7 de noviembre – LA ESPERA Y LA MISIÓN – MOTIVACIÓN Y PREPARACIÓN PARA LA MISIÓN
MOTIVACIÓN Y PREPARACIÓN PARA LA MISIÓN “Estas son las palabras que les hablé cuando estaba aún con ustedes; que era…
MOTIVACIÓN Y PREPARACIÓN PARA LA MISIÓN
“Estas son las palabras que les hablé cuando estaba aún con ustedes; que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos” (Luc. 24:44).
Martes: 7 de noviembre
LA ESPERA Y LA MISIÓN
Lucas 24 culmina con la ascensión de Jesús al Cielo (Luc. 24:50-53). Pero la historia no termina allí. El autor, Lucas, siguió escribiendo en el libro de los Hechos. Justo antes de ascender al Cielo, Jesús dio a los discípulos una misión, una promesa, e instrucciones inmediatas de esperar en Jerusalén “poder de lo alto” (Luc. 24:49; ver también Hech. 1:4-8).
Jesús dio instrucciones a los discípulos para que esperaran en Jerusalén hasta que se cumpliera su palabra de enviar la Promesa del Padre (el Espíritu Santo), que les daría poder para ser testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y más allá.
Lee Hechos 1:12 al 26. ¿Qué hacían los discípulos, que ahora eran unos ciento veinte hombres y mujeres, mientras esperaban?
Hechos 1:12-26
12 Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. 13 Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. 14 Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. 15 En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: 16 Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, 17 y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. 18 Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. 19 Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre. 20 Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, Y no haya quien more en ella; y: Tome otro su oficio. 21 Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22 comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección. 23 Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías. 24 Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido, 25 para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar. 26 Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías; y fue contado con los once apóstoles.
Jesús había dado una misión clara a los discípulos: debían ser testigos suyos ante el mundo. Así que, mientras esperaban, se prepararon para su misión de dos maneras. En primer lugar, Lucas dice que oraban y suplicaban unánimes. No había duda en su mente sobre cuál era la misión que Jesús les había encomendado, y cada uno de ellos había aceptado esa misión. Esto los inspiró a unirse en oración. Lucas no da a conocer los motivos de oración, pero lo más seguro es que oraran pidiendo sabiduría, fuerza y valor para cumplir juntos la misión. ¡Qué ejemplo para nosotros!
Lo segundo que hicieron mientras esperaban fue prepararse logísticamente para su misión. Judas había entregado a Jesús para que lo ejecutaran y luego se había quitado la vida. Esto había dejado una vacante entre los Doce. Así que, mientras esperaban, los discípulos buscaron la guía de Dios y eligieron a un reemplazante. Por cierto, los discípulos se organizaron y planificaron el comienzo de su misión. Pedro desempeñó un papel de liderazgo en esta toma de decisiones. Nadie cuestionó su proceder; todos vieron en esta iniciativa la sabiduría de Dios. Todos comprendían y confiaban en que Dios estaba actuando, obrando y moviéndose en medio de ellos. El tiempo de espera no fue ocioso, sino que estuvo lleno de propósito y de actividades impulsadas por la misión.
Mientras esperamos el derramamiento del Espíritu Santo para que nos ayude a completar la gran misión de Dios, debemos unirnos para animarnos mutuamente (Heb. 10:24, 25) y orar por el Espíritu Santo de Dios. Además, debemos alinearnos, personalmente y como iglesia, con la prioridad de Dios: la salvación de los perdidos.
¿Cómo puedes aprender a esperar en el Señor y no perder la fe mientras tanto? Mientras tanto, mientras esperas, ¿cómo puedes aprovechar mejor el tiempo, como hicieron los discípulos?
Comentarios Elena G.W
Los anhelosos discípulos [de Cristo] escuchaban gozosamente las enseñanzas del Maestro, alimentándose, llenos de alegría, con cada palabra que fluía de sus santos labios. Sabían ahora con certeza que era el Salvador del mundo. Sus palabras penetraban hondamente en sus corazones, y lamentaban que tuviesen que separarse pronto de su Maestro celestial y no pudiesen ya oír las consoladoras y compasivas palabras de sus labios. Pero de nuevo se inflamaron sus corazones de amor y excelso júbilo, cuando Jesús les dijo que iba a aparejarles lugar y volver otra vez para llevárselos consigo, de modo que siempre estuviesen con él. También les prometió enviarles el Consolador, el Espíritu Santo, para guiarlos en toda verdad. «Y alzando sus manos, los bendijo» (Primeros escritos, p. 189).
Nosotros… debemos destinar momentos especiales para meditar, orar y recibir refrigerio espiritual. No reconocemos debidamente el valor del poder y la eficacia de la oración. La oración y la fe harán lo que ningún poder en la tierra podrá hacer…
Las tentaciones a que estamos expuestos cada día hacen de la oración una necesidad. Todo camino está sembrado de peligros. Los que procuran rescatar a otros del vicio y de la ruina están especialmente expuestos a la tentación. En continuo contacto con el mal, necesitan apoyarse fuertemente en Dios, si no quieren corromperse…
Al permitir que nuestra comunión con Dios se interrumpa, perdemos nuestra defensa. Ni aun todos vuestros buenos propósitos e intenciones os capacitarán para resistir al mal. Tenéis que ser hombres y mujeres de oración. Vuestras peticiones no deben ser lánguidas, ocasionales, ni caprichosas, sino ardientes, perseverantes y constantes. No siempre es necesario arrodillarse para orar. Cultivad la costumbre de conversar con el Salvador cuando estéis solos, cuando andéis o estéis ocupados en vuestro trabajo cotidiano. Elévese el corazón de continuo en silenciosa petición de ayuda, de luz, de fuerza, de conocimiento. Sea cada respiración una oración (El ministerio de curación, pp. 407, 408).
Aquellos que pertenecen a la familia de la fe nunca debieran dejar de reunirse, porque este es el medio que Dios ha designado para conducir a sus hijos a la unidad, a fin de que con amor y compañerismo cristiano se ayuden y fortalezcan y animen unos a otros…
Como hermanos en nuestro Señor, somos llamados por una santa vocación a una vida santa y feliz. Habiendo entrado por la senda estrecha de la obediencia, refresquemos nuestras mentes mediante la comunión de unos con otros y con Dios. Mientras vemos aproximarse el día de Dios, reunámonos a menudo para estudiar su Palabra y exhortarnos unos a otros a ser fieles hasta el fin. Estas reuniones son el medio designado por Dios por el cual tenemos la oportunidad de hablarnos unos a otros y de obtener toda la ayuda posible para prepararnos en forma debida, a fin de recibir en las asambleas celestiales el cumplimiento de la promesa de nuestra heredad (Nuestra elevada vocación, p. 168).