En Hebreos 4:15, Pablo afirma que Jesús “fue tentado en todo según nuestra semejanza” (RVR95). Y yo me pregunto: ¿Cómo es posible que Jesús haya sido tentado en todo? Jesús vivió hace dos mil años, ¿en qué podrían parecerse las tentaciones de entonces a las que experimento yo en el siglo XXI?
Jesús no era mujer, ¿cómo pudo ser tentado en lo que supone una tentación para nosotras? Nunca se casó, ¿cómo pudo ser tentado en lo que tienta a los hombres casados? Tampoco tuvo hijos, ¿cómo podría haber experimentado las tentaciones que experimenta una madre o un padre?
¿Cómo podrían dirigirse a una sola persona todas las tentaciones de la humanidad? Creo que es evidente que Pablo no se refiere a que Jesús fuera tentado con todos y cada uno de los pecados individuales que se puede experimentar en el espectro de lo que supone ser humano, sino a que fue tentado en lo que, en última instancia, es la base de toda tentación que experimentamos en nuestra naturaleza caída: el uso de nuestra libertad.
¿En qué consiste en realidad la tentación? Me gusta la manera en que responde esta pregunta el Dr. Roberto Badenas: “La tentación es la lucha con un deseo peligroso que nos desafía a ejercer nuestra libertad al margen de la voluntad divina”.71
Por eso mismo, porque nos sitúa en un camino paralelo al camino de la voluntad de Dios para la vida de sus hijos, la tentación es tan peligrosa.
Algunas de las tentaciones de Jesús, particularmente las que experimentó antes de su crucifixión, fueron sin duda diferentes a las que experimentamos nosotras hoy, pero básicas en todo lo que a nosotras nos tienta; porque se trata, en el fondo, de desear servirse a una misma antes que servir a Dios.
Hebreos 4:15 continúa diciendo que Jesús fue tentado en todo “pero sin pecado”. Para lograr esa victoria sobre los deseos peligrosos que lo situarían al margen de la voluntad del Padre, Jesús se asió de la mano del mismo Padre.
Nosotras, para no sucumbir a las tentaciones que experimentamos, podemos (y debemos) asirnos de Jesús quien, por cuanto “padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados” (Heb. 2:18, RVR95).
Nada te ayudará más a vencer la tentación que tomar la decisión de acudir a Jesús, quien te promete: “Yo estoy contigo todos los días” (Mat. 28:20).
“Yo estoy contigo todos los días, hasta el fin del mundo” (Mat. 28:20).
71 Roberto Badenas, Encuentros decisivos (Doral, Florida: IADPA, 2021), p. 22.