Laura, de dos años, vio que su abuelo le ofreció un trozo de chocolate. Se lo metió rápidamente en la boca y siguió jugando sin decir “gracias”.
Su mamá le susurró al oído:
—¿Qué más tienes que decirle al abuelo?
Laura se puso de pie y añadió:
—Abuelo, dame más, por favor.
El abuelo vio que Laura había dicho “por favor”, así que la recompensó:
—Aquí tienes, por decir “por favor”. Ahora es momento de decir “gracias”.
—¡Gracias, abuelo! —dijo Laura abrazándole la pierna.
Minutos más tarde, jugando con sus muñecas, Laura le indicó a una:
—No olvides decir “gracias” cuando te doy chocolate.73
A veces enseñamos amabilidad a nuestros hijos porque las normas de cortesía nos parecen importantes, y lo son; pero la amabilidad es más que cortesía: es una radiografía de nuestro interior, es un rasgo de carácter que deja entrever lo más profundo del alma.
Lamentablemente, vivimos en una época en que la amabilidad brilla por su ausencia, y rescatarla me parece necesario. ¿O acaso olvidamos que es fruto del Espíritu? “Lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio” (Gál. 5:22, 23).
Cuánta gente se descorazona por la falta de amabilidad de un cristiano. Y es comprensible, porque señala a una incoherencia: dice seguir a Cristo, pero niega la eficacia de esa fe por causa de un carácter no espiritual. Somos cartas abiertas, y la gente espera leer en nosotras un mensaje coherente.
Si decimos creer en Dios, daremos fruto, el cual incluye ser amable por las razones correctas (no como superficial etiqueta de cortesía, sino como profunda convicción de que es importante). La Biblia nos invita: “Como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia” (Col. 3:12, NVI). Así son los escogidos.
“Todas las virtudes de Gálatas 5:22 y 23 deben estar presentes en la vida del cristiano; no se puede decir que da el fruto del Espíritu si falta una. […] Los que reflejan en su vida estas características son los únicos que están verdaderamente libres, […] completamente en paz con Dios y con el hombre” (Comentario bíblico adventista, t. 6, pp. 980-981).
“Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca” (Filipenses 4:5, NVI).
73 Karen Holford, 52 ideas creativas para criar niños felices (Doral, Florida: IADPA, 2019), p. 238.