Mayo 27 – Para Que Cristo Nos Encuentre – Virtuosa

Solo una cosa es necesaria. Jesús Jesús se hospedó en la casa de María y Marta. María, sentada a sus…

 Mayo 27 – Para Que Cristo Nos Encuentre – Virtuosa

Solo una cosa es necesaria.

Jesús se hospedó en la casa de María y Marta. María, sentada a sus pies, absorbía cada palabra: aprendía. Marta, atareada con muchos quehaceres, permanecía lejos del Maestro. Sintiendo que era objeto de injusticia por parte de su hermana, Marta preguntó a Jesús: “¿No te preocupa nada que mi hermana me deje sola con todo el trabajo?”. Jesús le respondió: “Solo una cosa es necesaria” (Luc. 10:38-42). Podemos deducir por el contexto que la única cosa necesaria a la que se refería Jesús es el conocimiento íntimo de Dios.

Hoy no contamos entre nosotras con Jesús revelado en carne, pero sí con un libro que revela a Jesús a través de palabras: la Biblia. Ahora bien, podemos leerlo de tal manera como aquella en la que Marta se relacionaba con Jesús: lo conocía, pero ese conocimiento no la había llevado a cambiar su orden de prioridades en la vida. O podemos leerla para recibir sabiduría de lo alto que transforme nuestro carácter, alineando nuestros principios, intenciones, motivaciones y conductas con los valores del reino que Jesús vino a mostrarnos.

Cuando entré a la universidad, mi madre me hizo un comentario que nunca olvidé: “Hay personas que pasan por la universidad, pero la universidad no pasa por ellas”. Entendí lo que me estaba diciendo: obtener conocimientos por el mero hecho de obtenerlos no es la razón por la que quiero que vayas a la universidad; lo que quiero es que ese conocimiento impacte tu educación como persona; que la cultura que adquieras se refleje en una persona culta desde todos los puntos de vista. Esto se aplica más aún a la Biblia: el conocimiento que Dios quiere que tengamos de su Palabra es uno que nos transforme por completo, a la imagen de Jesús.

Dios quiere que nuestra lectura de la Biblia sea hecha de tal forma, con tal intención y tan en sintonía con el Espíritu Santo que nos transforme en mujeres que hacen lo que hacen por convicción. Se trata, no de pasar por las Escrituras, sino de que las Escrituras pasen mí. Porque ellas son las que transforman mi manera de pensar.

Solo una cosa es necesaria: que mi mente se renueve por la contemplación diaria y con plena atención de la mente de Cristo. No es para impresionar, no es para salvarme por obras, no es para saber mucho por el hecho de saber mucho… es para reflejar a Cristo. Y es en la Biblia donde encontramos a Cristo. Eso es si la leemos para que Cristo nos encuentre.

“Ustedes estudian las Escrituras con mucho cuidado, […] sin embargo, aunque las Escrituras dan testimonio de mí, ustedes no quieren venir a mí” (Juan 5:39, 40).

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