- enero 1, 2025
Miércoles 1 de enero – MUCHOS SON LLAMADOS, PERO POCOS ESCOGIDOS – DIOS AMA DE PURA GRACIA
DIOS AMA DE PURA GRACIA “Yo los sanaré de su rebelión, los amaré de pura gracia, porque mi ira se…
DIOS AMA DE PURA GRACIA
“Yo los sanaré de su rebelión, los amaré de pura gracia, porque mi ira se apartó de ellos” (Ose. 14: 4).
Miércoles: 1 de enero
MUCHOS SON LLAMADOS, PERO POCOS ESCOGIDOS
Dios no solo ama a las personas por iniciativa propia, sino que también las invita a corresponder a su amor. El hecho de que Dios nos concede la capacidad de elegir libremente aceptar o rechazar su amor resulta evidente, entre otros lugares de la Biblia, en la parábola de Cristo del banquete de bodas.
Lee Mateo 22: 1 al 14. ¿Qué significa esta parábola?
Mateo 22: 1-14
1 Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: 2 El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; 3 y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas estos no quisieron venir. 4 Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas. 5 Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; 6 y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. 7 Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. 8 Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos. 9 Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis. 10 Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados. 11 Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. 12 Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. 13 Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. 14 Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.
En la parábola de Cristo acerca del banquete de bodas, un rey organiza la boda de su hijo y envía a sus siervos a “llamar a los invitados a la boda”, pero ellos “no quisieron asistir” (Mat. 22: 2, 3). El rey envió a sus siervos para invitarlos nuevamente, pero ellos hicieron caso omiso de su invitación y, peor aún, echaron mano de sus siervos y los mataron (Mat. 22: 4-6).
Más tarde, después de tratar con quienes habían asesinado a algunos de sus mensajeros, el rey dijo a sus siervos: “La boda a la verdad está preparada, pero los que fueron invitados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos y llamad a la boda a cuantos halléis” (Mat. 22: 8, 9). Después de otro episodio en el que un hombre sin traje de bodas es expulsado, lo que significa la necesidad de recibir un traje de bodas del rey para asistir al banquete nupcial, Jesús cierra la parábola con la enigmática pero muy significativa frase: “Muchos son llamados, pero pocos escogidos” (Mat. 22: 14).
¿Qué significa esto? Los “escogidos” son quienes aceptan la invitación del Señor a la boda. El término griego traducido como “llamar” e “invitar”, a lo largo de la parábola, es kaleō, y lo que determina quién es finalmente “escogido” (eklektos, derivado de kaleō) es si ha aceptado la invitación.
De hecho, Dios llama (es decir, invita) a todos al banquete de bodas. Sin embargo, cualquiera de nosotros puede rechazar el amor de Dios. La libertad es esencial para el amor. Dios nunca impondrá su amor a nadie. Es triste decirlo, pero podemos rechazar tener una relación de amor con Dios.
Los “escogidos” son quienes aceptan la invitación. Para aquellos que aman a Dios, él ha preparado cosas inimaginablemente maravillosas. Una vez más, todo se reduce a la cuestión del amor y de la libertad inherente al amor.
¿Qué hay en tu vida que revele que has aceptado la invitación a la boda y que estás apropiadamente vestido para participar de ella?
Comentarios Elena G.W
Cada hombre está libre para elegir el poder que quiera ver dominar sobre él. Nadie ha caído tan bajo, nadie es tan vil que no pueda hallar liberación en Cristo. El endemoniado, en lugar de oraciones, no podía sino pronunciar las palabras de Satanás; sin embargo, la muda súplica de su corazón fue oída. Ningún clamor de un alma en necesidad, aunque no llegue a expresarse en palabras, quedará sin ser oído. Los que consienten en hacer pacto con el Dios del cielo, no serán abandonados al poder de Satanás o a las flaquezas de su propia naturaleza. Son invitados por el Salvador: “Echen mano… de mi fortaleza; y hagan paz conmigo. ¡Sí, que hagan paz conmigo!» Isaías 27:5 (El Deseado de todas las gentes, p. 224).
El Señor Dios ha provisto un banquete para toda la raza humana. Se representa en la parábola como una gran cena donde se provee una fiesta para cada alma. Todos los relacionados con esta cena pueden disfrutar del festín, que es el evangelio. Esta fiesta está abierta a todos los que la reciban. Todos son invitados e instados a ir…
Quienes son partícipes de la fiesta de bodas, la fiesta del evangelio, por medio de este hecho expresan que han aceptado a Cristo como su Salvador personal. Usan sus vestimentas distintivas. Han aceptado la verdad según es en Jesús, que es el manto de la Justicia de Cristo. Sólo glorifican a Cristo los que aceptan la invitación: “Venid pues todo está listo”, vengan a la cena de bodas del Cordero. Estos se ponen el lino blanco, el carácter limpio, puro, mostrando así que dejaron la senda del viejo hombre que vive en su ignorancia. Su lenguaje cambia. Su conversación es totalmente diferente (Alza tus ojos, p. 302).
Deberíamos considerar el gran sacrificio que se realizó por nosotros para conseguirnos el manto de la justicia, tejido en el telar del cielo. Nos ha invitado a la fiesta de boda, y ha provisto un traje para cada uno. El ropaje de la justicia ha sido comprado a un costo infinito; y cuán atrevido es el insulto que asciende al cielo cuando alguien se presenta a sí mismo como candidato a la fiesta de boda llevando su traje de justicia propia. ¡Cómo deshonra a Dios, mostrando abierta-mente su desprecio por el sacrificio realizado en el Calvario!.
Nadie probará la cena de las bodas del Cordero, si no tiene el traje de boda. Pero Juan escribió: “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles». Apocalipsis 3:5. Entonces, antes de que sea demasiado tarde, que cada uno se dirija al Mercader celestial en busca de las vestiduras blancas, el colirio, el oro probado en el fuego y el aceite de la gracia celestial (That I May Know Him, p. 264; parcialmente en A fin de conocerle, p. 263).